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Testimonio

Estuve en las gradas con Trump en el US Open: esto fue lo que ocurrió en la final de tenis

Pero el último espectáculo de alto perfil de Trump —asistir a la final masculina de tenis en un palco corporativo con su séquito del movimiento MAGA— chocó directamente con la realidad el domingo por la tarde, escribe John Bowden

Lunes, 08 de septiembre de 2025 14:58 EDT
Donald Trump llega a la final masculina del Abierto de tenis de EE. UU. entre vítores y abucheos
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El presidente Donald Trump visitó el domingo su ciudad natal, Nueva York. El recibimiento, así como la respuesta de su equipo, era muy previsible.

Con unos índices de aprobación de tan solo el 37 % en algunas encuestas, y con el aumento gradual de estadounidenses escépticos sobre la fortaleza de la economía (así como sobre otras cuestiones como la toma militarizada de Washington D. C. y la actual controversia de los archivos de Epstein), el presidente ha pasado gran parte del verano preparando diversas distracciones.

Pero su último espectáculo de alto perfil —asistir a la final masculina del Abierto de Estados Unidos en Queens en un palco corporativo con su séquito del movimiento MAGA (Hagamos a Estados Unidos grande otra vez)— chocó directamente con la realidad el domingo por la tarde.

Eso quedó claro cuando Trump apareció en la pantalla gigante durante la interpretación del Himno Nacional. Una mezcla de vítores y abucheos resonó en el estadio mientras se desplegaba una enorme bandera estadounidense. Trump sonrió y aplaudió, junto a una sonriente fiscal general Pam Bondi.

Era exactamente lo que esperaban evitar los organizadores del Abierto de EE. UU., que al parecer habían pedido a las emisoras que se abstuvieran de mostrar cualquier reacción hacia Trump durante su aparición en el estadio de Queens.

Donald Trump recibió aplausos dispersos, pero sobre todo abucheos, en el centro Billie Jean King de Nueva York mientras presenciaba la final individual masculina del Abierto de EE. UU.
Donald Trump recibió aplausos dispersos, pero sobre todo abucheos, en el centro Billie Jean King de Nueva York mientras presenciaba la final individual masculina del Abierto de EE. UU. (Getty Images)

No se trataba de un partido de la UFC ni de un evento de la NASCAR en un estado conservador, sino de la ciudad de Nueva York profundamente demócrata, uno de esos enclaves liberales donde Trump ha amenazado con desplegar el ejército. También es la ciudad más glamurosa de Estados Unidos y el público de Flushing Meadows así lo reflejaba, repleto hasta la bandera de famosos, estrellas del rock y personas poderosas; y un lugar del que Trump ansía desde hace tiempo la adoración. Eso no quiere decir que no hubiera aplausos: era evidente que en las gradas había partidarios del presidente.

Pero, como era de esperar, eran la minoría. Después de todo, este es uno de los estados más demócratas del país.

Inmediatamente después de que los periodistas (entre los que me incluyo) empezaran a informar que había habido abucheos, la cuenta en X de “respuesta rápida” de la Casa Blanca contraatacó.

Al compartir uno de mis informes conjuntos que los periodistas escriben por turnos cada día y se distribuyen a docenas de medios de comunicación, la publicación de la Casa Blanca decía: “Todo lo que hacen estos perdedores de paparrucha es mentir porque sus cerebros del tamaño de un guisante han sido irreversiblemente destruidos por el [síndrome de trastorno de Trump]”.

“Así es como se emitió en televisión. Fíjense en los aplausos”, añadió la cuenta.

El presidente Donald Trump conversa con Steve Witkoff antes del inicio de la final individual masculina del Abierto de Estados Unidos
El presidente Donald Trump conversa con Steve Witkoff antes del inicio de la final individual masculina del Abierto de Estados Unidos (Copyright 2025 The Associated Press. All rights reserved.)

Después de varios sets, llegó el momento de volver a intentarlo. Mientras Trump se sentaba en las gradas, el jumbotron mostró al presidente y mantuvo su imagen en pantalla durante unos 30 segundos. Hubo abucheos atronadores, pero también se oyeron aplausos y vítores dispersos.

Esta vez, la Casa Blanca no respondió.

El partido concluyó sin más drama que el que acababa de producirse en la pista. El español Carlos Alcázar se impuso al italiano Jannik Sinner en cuatro emocionantes sets.

En conjunto, fue una visita bastante discreta para un presidente conocido por su capacidad para acaparar los focos. Quizá la reacción del público neoyorquino contribuyó a la decisión del presidente de no entregar el trofeo al ganador Carlos Alcázar en la pista. En X, los usuarios ya anticipaban una repetición de la monopolización del presidente de la ceremonia de entrega de premios de la Copa Mundial de Clubes de la FIFA en Nueva Jersey este verano, pero no ocurrió.

El presidente Donald Trump lanza una gorra tras la victoria del español Carlos Alcaraz en la final individual masculina
El presidente Donald Trump lanza una gorra tras la victoria del español Carlos Alcaraz en la final individual masculina (REUTERS)

Y a pesar de los abucheos que recibió, Trump pareció ignorarlos. En las gradas se le pudo ver riendo con miembros de su equipo, entre ellos Bondi, el enviado Steve Witkoff y la jefa de gabinete de la Casa Blanca, Susie Wiles. De vuelta a Washington tras el partido, declaró a los periodistas que el público de Nueva York le había tratado muy bien.

Antes del partido, el presidente había aparecido en la cabina de prensa del Air Force One, comentando emocionado que el avión estaba a punto de sobrevolar el Citi Field y los terrenos del Abierto de Estados Unidos. Mientras subía a un todoterreno en Nueva York, sonrió y dijo a los miembros de los medios de comunicación que disfrutaran la final. Durante el partido, las cámaras le captaron saludando con el pulgar a los aficionados que pasaban por delante de su palco y firmando algunas viseras y gorras de béisbol que le lanzaron.

Pero si la susceptible respuesta del equipo de comunicación de la Casa Blanca sirve de indicio, el presidente podría tener que mirar más allá de su Nueva York natal si quiere convencer a alguien de la popularidad de sus planes en las grandes ciudades de Estados Unidos.

Traducción de Michelle Padilla

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