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Descubren “reloj de kilometraje” en el cerebro que podría ayudar a diagnosticar el Alzheimer

Un grupo de investigadores descubrió células que se “activaban” siguiendo un patrón que funcionaba como un reloj de kilometraje al marcar la distancia recorrida

Tara Cobham
Viernes, 19 de septiembre de 2025 09:34 EDT
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Un grupo de científicos localizó por primera vez un “reloj de kilometraje” en el interior del cerebro, y afirman que el “fascinante” hallazgo podría ayudar a diagnosticar el Alzheimer.

Los investigadores dejaron que las ratas corrieran por un pequeño campo y registraron la actividad cerebral de los roedores en una parte conocida por su importancia para la memoria y la navegación.

Allí encontraron células, conocidas como “células reticulares”, que se “activaban” siguiendo un patrón que reflejaba un reloj de kilometraje, haciendo tictac a medida que el animal se desplazaba, según los informes.

A continuación, voluntarios humanos participaron en una versión ampliada de la prueba, la cual sugirió que el cerebro humano también tiene un reloj.

Los científicos han localizado por primera vez el “reloj de kilometraje” del cerebro y afirman que este hallazgo podría ayudar a diagnosticar el Alzheimer
Los científicos han localizado por primera vez el “reloj de kilometraje” del cerebro y afirman que este hallazgo podría ayudar a diagnosticar el Alzheimer (Getty Images/iStockphoto)

Los científicos afirman que los hallazgos, publicados en la revista Current Biology, desvelan algunos de los mecanismos fundamentales del sistema de navegación interno de los seres humanos, además de ayudar potencialmente a diagnosticar la enfermedad de Alzheimer.

El autor principal, el profesor James Ainge, de la Universidad de St Andrews, Escocia, declaró a la BBC: “Las células cerebrales específicas cuya actividad estamos registrando se encuentran en una de las primeras zonas que se ven afectadas en el Alzheimer”.

El estudio se ha convertido en el primero en demostrar que el tictac regular de las “células reticulares” está directamente relacionado con la capacidad de los seres humanos para calcular las distancias recorridas.

Dijo el profesor Ainge: “Imagina que caminas entre tu cocina y tu salón. [Estas células] están en la parte del cerebro que proporciona ese mapa interior: la capacidad de situarte en el entorno en tu mente”.

La investigación detalla cómo funciona ese “mapa cognitivo” y qué ocurre cuando se interrumpe. Se descubrió que un cambio en el entorno puede llevar tanto a las ratas como a los humanos a cometer errores en la estimación de la distancia, como cuando se hace de noche o hay niebla durante una excursión.

Los investigadores dejaron que las ratas corrieran por un pequeño escenario y registraron la actividad cerebral de una parte importante para la memoria y la navegación
Los investigadores dejaron que las ratas corrieran por un pequeño escenario y registraron la actividad cerebral de una parte importante para la memoria y la navegación (Sky News)

En sus experimentos, los científicos adiestraron a las ratas para que recorrieran una distancia específica en el campo rectangular, recompensándolas con una golosina cuando recorrían la distancia correcta y volvían.

Se comprobó que las células que cuentan los kilómetros en el cerebro de los animales se activaban con regularidad cuando estos corrían la distancia correcta.

Ainge explicó al medio: “Cuanto más regular era ese patrón de actividad, mejor estimaban los animales la distancia que tenían que recorrer para conseguir esa golosina”.

Por otro lado, los investigadores observaron que el patrón de actividad se volvía irregular cuando se cambiaba la forma del terreno para ratas, lo que hacía que los animales tuvieran dificultades para calcular la distancia que debían recorrer antes de volver al principio para recibir su golosina.

Ainge calificó los resultados de “fascinantes” y los comparó con la repentina desaparición de puntos de referencia visuales en la niebla. Continuó: “Parecen mostrar este tipo de subestimación crónica. Hay algo en el hecho de que la señal no sea regular que hace que se detengan demasiado pronto”.

En otro experimento, los voluntarios humanos realizaron la misma prueba pero en un campo de 12 por 6 m. Al igual que las ratas, los participantes empezaron a cometer errores al juzgar distancias cuando los investigadores movieron las paredes del terreno.

Con la vista puesta en el futuro y en las posibles aplicaciones de los resultados, por ejemplo en el diagnóstico de enfermedades como el Alzheimer, Ainge añadió: “Ya existen juegos [de diagnóstico] a los que se puede jugar en el teléfono, por ejemplo, para probar las habilidades de navegación. Estaríamos muy interesados en probar algo similar, pero específicamente en la estimación de la distancia”.

Traducción de Sara Pignatiello

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