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El robo de joyas del Louvre reaviva el debate sobre su origen colonial

Thomas Adamson
Viernes, 07 de noviembre de 2025 12:08 EST
LOUVRE-JOYAS COLONIALES
LOUVRE-JOYAS COLONIALES (AP)

Mientras la policía francesa rastrea el paradero de las joyas de la corona robadas del Louvre, cada vez más expertos exigen una mayor claridad sobre su origen.

Los objetos eran franceses, pero las gemas no. Su exótico viaje hacia París atraviesa las sombras del imperio, una incómoda historia que Francia, al igual que otras naciones occidentales con museos llenos de tesoros, apenas comienza a enfrentar.

Según los expertos, la atención provocada por el robo es una oportunidad para presionar al Louvre y a los grandes museos de Europa para que expliquen de manera más honesta los orígenes de sus colecciones, y podría desencadenar una reflexión más amplia sobre las restituciones.

A pocas horas del robo, los investigadores esbozaron un probable mapa de la era colonial para los materiales: zafiros de Ceilán (Sri Lanka), diamantes de India y Brasil, perlas del golfo Pérsico y el océano Índico y esmeraldas de Colombia.

Eso no hace que el robo al Louvre sea menos criminal, pero complica la comprensión pública de lo que se perdió.

“Obviamente, no hay excusa para el robo”, afirmó Emiline C.H. Smith, criminóloga de la Universidad de Glasgow que estudia los crímenes patrimoniales. “Pero muchos de estos objetos están entrelazados con historias coloniales violentas y explotadoras”.

Aunque no hay pruebas creíbles de que estas gemas específicas fueran robadas, los expertos dicen que eso no termina la discusión: lo que era legal en la época imperial podría significar saqueo a la luz de hoy. En otras palabras, la documentación del imperio no resuelve la cuestión ética.

Mientras tanto, la investigación del robo continúa. La policía ha acusado a sospechosos, pero los investigadores temen que las joyas puedan ser separadas o fundidas. Son demasiado famosas para venderse tal como están, pero fáciles de monetizar por el metal y las piedras.

Joyas de la era colonial “hechas en Francia”

El Louvre proporciona poca información sobre cómo las gemas de las joyas de la corona francesa, exhibidas en la Galería Apolo hasta el robo, fueron extraídas originalmente.

Por ejemplo, el propio catálogo del museo describe la diadema robada de la reina Marie-Amélie como engastada con “zafiros de Ceilán” en su estado natural, sin calentar, bordeados con diamantes en oro. No dice nada sobre quién los extrajo, cómo se trasladaron o en qué términos fueron tomados.

La procedencia no siempre es un registro neutral en los museos occidentales. A veces “evitan destacar historias de adquisición incómodas”, señaló Smith, quien añadió que la falta de claridad sobre los orígenes de las gemas probablemente no es un accidente.

El museo no respondió a las solicitudes de comentarios.

Las tiaras, collares y broches robados fueron elaborados en París por talleres de élite, y alguna vez pertenecieron a figuras del siglo XIX como Marie-Amélie, la reina Hortense y las esposas de dos Napoleones, la emperatriz Marie-Louise de Austria y la emperatriz Eugenia. Sin embargo, sus materias primas atravesaron redes imperiales que convirtieron el trabajo, los recursos e incluso la esclavitud global en prestigio para Europa, dicen los expertos.

Pascal Blanchard, historiador del pasado colonial de Francia, traza una línea entre la artesanía y el suministro. Las joyas “fueron hechas en Francia por artesanos franceses”, dijo, pero muchas piedras llegaron a través de circuitos coloniales y fueron “bienes de producción colonial”. Se comerciaron “bajo las condiciones legales... de la época”, moldeadas por imperios que extrajeron riqueza de África, Asia y América del Sur.

Algunos críticos franceses presionan aún más. Argumentan que la indignación nacional por la pérdida debería ir acompañada de la historia de cómo la Francia imperial adquirió las piedras que los joyeros de la corte luego engastaron en oro.

India y el Koh-i-Noor de la corona británica

India libra la batalla más conocida sobre un solo tesoro de la era colonial: el diamante Koh-i-Noor.

India ha presionado repetidamente a Reino Unido para que devuelva la mítica joya de 106 quilates, ahora engastada en la corona de la Reina Madre en la Torre de Londres. Probablemente se originó en el cinturón de diamantes de Golconda en India, al igual que el deslumbrante diamante Regent del Louvre, que también fue adquirido legalmente en tiempos imperiales y que los ladrones del 19 de octubre no tocaron.

El Koh-i-Noor pasó de corte en corte antes de llegar a manos británicas, donde es aclamado en Londres como un “regalo” imperial legal y denunciado en India como un trofeo tomado bajo la sombra de la conquista. Una petición presentada en 2017 ante la Corte Suprema de India que buscaba su devolución fue desestimada por motivos jurisdiccionales, pero la disputa política y moral perdura.

Francia no es Reino Unido, y el Koh-i-Noor no es la historia del Louvre. Pero enmarca las preguntas que se aplican cada vez más a las adquisiciones del siglo XIX: no solo “¿fue comprado?” sino “¿quién tenía el poder de vender?” En esa medida, dicen los expertos, incluso las joyas hechas en Francia pueden considerarse productos de extracción colonial.

El caso del Louvre llega a un mundo con experiencia en otras luchas. Grecia presiona a Reino Unido para reunir los Mármoles del Partenón. Egipto hace campaña para recuperar la Piedra de Rosetta, que está en Londres, y el busto de Nefertiti en Berlín.

Francia ha actuado con cautela en las restituciones

Francia ha avanzado, aunque de manera limitada. La promesa del presidente Emmanuel Macron de devolver partes del patrimonio de África generó una ley que permite la devolución de 26 tesoros reales a Benín y objetos a Senegal. Madagascar recuperó la corona de la reina Ranavalona III a través de un proceso específico.

Los críticos dicen que la restitución está estructuralmente bloqueada: la ley francesa prohíbe retirar objetos en poder del Estado a menos que el Parlamento haga una excepción especial, y los museos, reacios al riesgo, mantienen el resto detrás de vitrinas.

También dicen que, en el mandato del exdirector del Louvre, Jean-Luc Martinez, la estrecha definición del museo de lo que cuenta como “saqueado” y su exigencia de niveles cuasilegales de prueba crearon un efecto paralizante en las reclamaciones de restitución, aun cuando el museo alababa públicamente la transparencia. (El Louvre dice que cumple con la ley y los estándares académicos).

El colonialismo es un tema espinoso para los museos occidentales

Pedir a los visitantes del museo que se maravillen con artefactos como las joyas de la corona francesa sin entender su historia social es deshonesto, dice Erin L. Thompson, una académica especializada en crímenes de arte en Nueva York. Un enfoque descolonizado, argumentan ella y otros, identificaría de dónde vinieron tales piedras, cómo funcionaba el comercio, quién se benefició y quién pagó, y compartiría la autoría con las comunidades de origen.

La arqueóloga egipcia Monica Hanna afirma que la contradicción es evidente.

“Sí, la ironía es profunda”, dijo sobre la indignación por el robo del Louvre ocurrido el mes pasado, “y es un elemento central de la conversación sobre la restitución”. Espera que el robo desencadene acciones sobre restituciones en los museos occidentales y alimente el debate sobre la transparencia.

Como mínimo, Hanna y otros expertos dicen que lo que se necesita de los museos son palabras más fuertes: etiquetas y textos claros que reconozcan de dónde vinieron los objetos, cómo se trasladaron y a costa de quién. Significaría publicar lo que se sabe, admitir lo que no se sabe e incorporar historias controvertidas en la galería, aun cuando opaquen el brillo.

Algunos ofrecen un camino práctico.

“Cuenta la historia honesta y completa”, dijo el especialista en restituciones holandés Jos van Beurden. “Abre las ventanas, no para los ladrones, sino para que entre el aire fresco.”

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La periodista de The Associated Press Danica Kirka contribuyó a este despacho desde Londres.

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Esta historia fue traducida del inglés por un editor de AP con la ayuda de una herramienta de inteligencia artificial generativa.

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