Aficionados de los Filis convierten su casa en "cuatro horas de infierno" para sus rivales
La máscara de hombre-lobo está en retiro. Pero incluso sin máscara, uno de los fundadores del Wolf Pack —un grupo de aficionados de los Filis de Filadelfia que en algún momento comandó una sección del estadio— sigue alentando a su equipo favorito desde la distancia.
Wood, sus hermanos y primos en algún momento formaron uno de los grupos de seguidores favoritos de Filadelfia. Las temporadas eran cortas al final del siglo pasado —considerando que un indescriptible pelotero de nombre Randy Wolf era su héroe— y poca gente asistía.
“Como en un estadio en el Europa del Este antes del final de la Guerra Fría”, aseguró Wood.
Ahora, las noches de octubre al sur de Filadelfia son más bien un eterno Mardi Gras. Aunque parece más como esas fiestas en terrenos baldíos. Ruidosas.
“Nivel concierto de AC/DC”, aseguró el campocorto de los Filis Trea Turner.
El mánager de los Filis Rob Thomson comentó que un mánager rival le dijo en la postemporada pasada que jugar en Filadelfia “eran cuatro horas en el infierno”. Gracias a que han abarrotado al Citizen Bank Park, los Filis han enviado a sus rivales a un figurativo invierno, con seis victorias en casa en los playoffs.
Esto es otro obstáculo que tendrá que superar Arizona debido a que su campaña está en juego en la Serie de Campeonato de la Liga Nacional.
“Podríamos estar jugando en la luna. Todos hablan de venir a este ambiente”, aseguró el mánager de los Diamondbacks Torey Lovullo, “y no me importa”.
Quizá es así, pero el alboroto que crean los 45.000 aficionados puede cambiar las cosas —esa mítica fuerza intangible puede cambiar una entrada, un juego, una serie— y esto le ha servido bien a los Filis los dos últimos octubres.
Filadelfia ha ganado con una doble dosis de poder en el plato y de optimismo.
Para los seguidores, ellos ayudaron a salvar la temporada de Turner en agosto al ovacionar de pie en cada turno al bate del toletero que le costó al equipo 300 millones de dólares.
Pero las cosas no siempre fueron tan eufóricas. Ciertamente no los aficionados al deporte en Filadelfia. Pero esos días ya quedaron en el pasado.
Wood tenía 27 años y era soltero cuando inició la Wolf Pack. Ahora tiene 52 años, está casado, con siete hijos y se divirtió con su familia en los juegos de Filadelfia esta temporada. Sigue viviendo cerca y ha visto a la afición cambiar.
“Les dije que extraños te van a dar los cinco cuando los Filis hagan algo”, dijo Wood desde un bar en Austria, a donde viajó con un amigo por negocios. “Cuando algo sucede, todo el estadio estalla”.
¿Cuál es la diferencia entre los aficionados de los Filis y el resto de las Grandes Ligas? La respuesta es simple, ls Filis están ganando.
Arizona perdió el juego 1 y 2. Merrill Kelly, el abridor del juego 6, fue objeto de burlas después de que aseguró los aficionados de los Filis no podían ser más ruidosos que los que escuchó en los juegos de Estados Unidos en el Clásico Mundial. En el juego 2 permitió tres jonrones y se pudieron escuchar los gritos de “Merr-ill! Merr-ill!”. Posteriormente insistió que sus comentarios estaban fuera de contexto.
El periódico The Philadelphia Inquirer colocó un micrófono y un medidor de decibeles en el juego de playoffs ante los Bravos y llegó a medir 112 decibeles, el equivalente a estar parado junto a un rotomartillo. Volvieron a alcanzar la marca en el segundo jonrón del juego de Nick Castellanos.
“No hay nada como ir al Bank y jugar frente a estos aficionados”, aseguró Bryce Harper. “La mentalidad de la clase trabajadora, fuertes, que pelean cada día. Me dan escalofríos. Me enciende. Amo este lugar”.