Trump cree que interceptar embarcaciones del narcotráfico es ineficaz; las cifras lo contradicen

Al justificar los ataques militares estadounidenses contra embarcaciones sospechosas de tráfico de drogas, el presidente Donald Trump ha afirmado que la estrategia estadounidense de interceptar dichas embarcaciones en alta mar —vigente desde hace mucho tiempo— ha sido un rotundo fracaso.
“Hemos hecho eso durante 30 años”, dijo el mes pasado, “y ha sido totalmente ineficaz”.
Los comentarios de Trump coincidieron con el anuncio de los Guardacostas de Estados Unidos (USCG, por sus siglas en inglés) de que habían establecido un récord de incautaciones de cocaína: 225 toneladas de esa droga durante el año anterior. No obstante, ese hito no ha disuadido al presidente republicano de dar un giro radical a décadas de política antidrogas estadounidense.
Bajo el mandato de Trump, el ejército estadounidense ha hundido 20 barcos sospechosos de narcotráfico —y causado 80 muertes— en el océano Pacífico y el mar Caribe. Trump y otros altos funcionarios han sostenido que dichas embarcaciones son operadas por narcoterroristas y miembros de cárteles que transportan drogas letales con destino a Estados Unidos.
Los ataques han generado el rechazo por parte de mandatarios extranjeros y grupos de derechos humanos, al igual que políticos estadounidenses demócratas y algunos republicanos, quienes han expresado su preocupación de que Estados Unidos lleva a cabo ejecuciones extrajudiciales que socavan su prestigio internacional.
Veteranos de la guerra contra las drogas, por su parte, señalan que los recursos estadounidenses se emplearán mejor si se intensifica el enfoque tradicional de interceptar embarcaciones con drogas, especialmente a largo plazo. Esto se debe a que las tripulaciones de los botes de narcotráfico suelen poseer información valiosa que puede ayudar a las autoridades a atacar con mayor eficacia a los cárteles y las redes de narcotráfico. Y como dice el dicho: “Los muertos no hablan”.
Los Guardacostas llevan mucho tiempo combatiendo el narcotráfico
Durante décadas, los Guardacostas de Estados Unidos han interceptado pequeñas embarcaciones sospechosas de traficar narcóticos ilícitos. Gran parte de su labor se centra en detener los envíos de cocaína, la mayor parte de la cual se produce en las selvas de Colombia.
En colaboración con naciones aliadas y otras agencias federales —la Administración de Control de Drogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés), el Departamento de Estado y el de Justicia, así como el Joint Interagency Task Force-South (Grupo de Trabajo Interinstitucional Conjunto del Sur) del Comando Sur de Estados Unidos, en Key West, Florida—, su objetivo es infligir pérdidas enormes a los narcotraficantes y limitar la cantidad de drogas que ingresan a Estados Unidos.
Esta campaña, al menos en un aspecto, nunca ha sido tan exitosa, a pesar de las constantes quejas de los Guardacostas sobre que le hacen falta fondos para confiscar aún más drogas.
La reciente incautación récord de cocaína de los Guardacostas fue casi un 40% superior al promedio anual de la última década. El decomiso incluyó 38 toneladas de cocaína descargadas por el barco guardacostas Hamilton cuando regresó de una misión de patrullaje de dos meses. Se trató de la mayor cantidad confiscada por un solo barco de los Guardacostas de Estados Unidos durante un despliegue, informaron los USCG. Las intercepciones han continuado como parte de la Operación Pacific Viper (Víbora del Pacífico), incluso durante el cierre del gobierno federal, y varios barcos guardacostas reportaron importantes incautaciones el mes pasado.
En casi todos los casos, los narcotraficantes han sido llevados a Estados Unidos para ser procesados penalmente, y se ha recopilado información valiosa sobre las rutas de contrabando y los métodos de producción, que cambian constantemente —todo ello sin ninguna pérdida de vidas y a un costo mucho menor para los contribuyentes estadounidenses. Los expertos señalan que cada ataque con misiles probablemente cuesta mucho más que la carga de cocaína transportada en cada barco.
“Los Guardacostas tienen poderes y facultades extraordinarias para realizar una intercepción de drogas eficaz sin matar a personas no identificadas en pequeñas embarcaciones”, dijo Douglas Farah, experto en seguridad nacional para Latinoamérica y presidente de IBI Consultants, una firma de investigación y análisis sobre amenazas criminales y terroristas en dicha región. “Con los recursos necesarios, ellos son mucho más eficientes, sostenibles y probablemente legales que las operaciones actuales dirigidas por el Pentágono”.
Funcionarios del gobierno de Trump consideran que la estrategia debe cambiar
Marco Rubio, el secretario de Estado, defendió el cambio de estrategia esta semana al decir que “las intercepciones por sí solas no son eficientes”.
“Las intercepciones tienen un efecto disuasorio limitado o nulo”, agregó. “Estas organizaciones narcotraficantes ya han asumido que pueden perder el 5% de sus cargamentos de droga. Y eso no los detiene para seguir viniendo”.
Parte del problema radica en que la demanda de cocaína es alta y la oferta nunca ha sido tan abundante, según las autoridades y los expertos. Una muestra de esta tendencia: los precios de la cocaína se han mantenido en mínimos históricos durante más de una década.
Los Guardacostas tampoco cuentan con suficientes embarcaciones ni tripulación para detenerlo todo. A lo sumo, incautan menos del 10% de la cocaína que, según las autoridades, llega a Estados Unidos en pequeñas embarcaciones a través de la llamada “Zona de Tránsito” —una vasta área de aguas abiertas más grande que Rusia—.
Los cargamentos de cocaína con destino a Estados Unidos se dirigen principalmente hacia el norte por la costa oeste de Sudamérica hasta Centroamérica y luego por tierra a Estados Unidos a través de México. Los cargamentos con destino a Europa se introducen de contrabando a través del Caribe, a menudo ocultos en buques de carga.
Los esfuerzos de intercepción tienen como objetivo la cocaína, no el fentanilo
En publicaciones en redes sociales, Trump ha afirmado que sus ataques han destruido barcos que transportaban fentanilo y que cada embarcación destruida ha salvado 25.000 vidas estadounidenses. Según expertos y exfuncionarios antidrogas estadounidenses, las declaraciones de Trump son ya sea exageradas o falsas.
Durante la última década, las autoridades estadounidenses han alertado sobre el aumento de las muertes por sobredosis en Estados Unidos, en particular por opioides y opioides sintéticos. Las muertes por sobredosis de opioides alcanzaron su punto máximo en 2023 con 112.000, pero disminuyeron a 74.000 en abril. Los expertos atribuyen esta disminución principalmente a los esfuerzos del gobierno de Joe Biden por aumentar la disponibilidad de medicamentos que salvan vidas y previenen las muertes por sobredosis.
La droga que llega a Estados Unidos desde Sudamérica es la cocaína. El fentanilo, por otro lado, generalmente se trafica a Estados Unidos por tierra desde México, donde es producido con químicos importados desde China e India. Las muertes por sobredosis de cocaína son menos frecuentes que las causadas por fentanilo. En el último año, poco menos de 20.000 personas murieron en Estados Unidos por sobredosis de cocaína, según datos federales.
Trump y funcionarios de su gobierno también han asegurado que las tripulaciones de las embarcaciones atacadas eran narcoterroristas o miembros de cárteles. The Associated Press visitó una región de Venezuela desde donde partieron algunas de las embarcaciones sospechosas e identificó a cuatro hombres que murieron en los ataques. En decenas de entrevistas, residentes de la región y familiares declararon que los fallecidos eran en su mayoría jornaleros o pescadores que ganaban 500 dólares por viaje.
Funcionarios policiales y expertos corroboraron estos hallazgos y dijeron que los traficantes capturados por los Guardacostas son contratados por poco dinero para transportar drogas del punto A al punto B.
“Realmente no son capos”, recalcó Kendra McSweeney, geógrafa de la Universidad Estatal de Ohio, quien ha dedicado años a investigar las políticas antidrogas de Estados Unidos.
Funcionarios del gobierno de Trump destacaron recientemente las grandes incautaciones
En abril —meses antes que Trump lanzara su campaña militar—, Pam Bondi, su secretaria de Justicia, viajó al sur de Florida para dar la bienvenida al barco guardacostas James tras su última patrulla antidrogas. Había incautado 20 toneladas de cocaína con un valor superior a los 500 millones de dólares.
Acompañada por Kash Patel, director del FBI, elogió un “enfoque de inteligencia liderado por la fiscalía para frenar en seco a estas organizaciones criminales”.
“Esto no es insignificante”, dijo Bondi, de pie frente al buque cargado de fardos de narcóticos envueltos en plástico de colores y apilados a varios metros de altura. “Detrás de ustedes hay quinientos millones de dólares en cocaína pura, sin adulterar”.
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Mustian reportó desde Natchitoches, Luisiana. El periodista de The Associated Press Konstantin Toropin contribuyó a este despacho desde Washington.





