Descubren una de las colecciones más grandes de arte prehistórico
Un grupo de arqueólogos halló dibujos gigantescos de serpientes y otras criaturas, los cuales tendrían un significado religioso
Un grupo de arqueólogos halló una de las mayores colecciones de arte antiguo del mundo conformada por dibujos mitológicos y monstruos gigantes recorriendo el planeta.
En una remota zona de Sudamérica, un equipo de investigación dirigido por expertos británicos ha descubierto más de mil grabados prehistóricos, entre los que se encuentran los más grandes bocetos de arte rupestre del mundo. Sin embargo, creen que son solo la “punta de un vasto iceberg artístico antiguo”, y que aún quedan muchos más por descubrir.
De hecho, suponen que en esta zona, que abarca 2.589 km2, puede haber hasta 10.000 grabados primitivos. Hasta ahora, el hallazgo más importante fue el grabado de una serpiente gigante de 43 metros de largo, pero también se encontraron otras figuras de animales, como ciempiés, rayas, buitres, monos, cocodrilos, perros, jaguares, tortugas y ranas, y bocetos de humanos de 10 metros de altura.
El descubrimiento se produjo a lo largo de la frontera entre Colombia y Venezuela, en el valle del Orinoco.
Asimismo, existe una gran cantidad de dibujos geométricos, más que nada círculos concéntricos, cuadrículas y triángulos rellenos de puntos que representan objetos cuyo significado se desconoce.
El sitio es uno de los principales yacimientos de arte rupestre en el mundo, comparable en volumen a otras regiones destacadas como la Dordoña (Francia), el norte alpino de Italia, el oeste de Australia y Sudáfrica.
No obstante, la característica más insólita de los dibujos es el enorme tamaño de algunos de ellos. Casi 60 de los 1.000 descubiertos hasta ahora tienen dimensiones superiores a los 10 metros. Además de la serpiente de 43 metros, hay dos figuras humanas de 10 metros de altura (que podrían ser espíritus, dioses o chamanes), un ciempiés de 11 metros y un insecto gigante de cuatro metros de altura (posiblemente, una mariposa).
“Nuestro trabajo de campo en Colombia y Venezuela revela la existencia de una antigua cultura desconocida y no documentada hasta ahora en la zona”, declaró uno de los responsables del proyecto, el Dr. Philip Riris, perteneciente al Departamento de Arqueología y Antropología de la Universidad de Bournemouth. Y agregó: “Esperamos que, de esta manera, la sociedad moderna pueda apreciar, entre otros aspectos, los patrimonios artísticos que dejaron los pueblos que vivieron allí muchos siglos antes de la llegada de los colonos europeos”.
Las serpientes gigantes (siete de ellas con longitudes que varían entre los 16 y 43 metros) son especialmente significativas porque podrían formar parte de una tradición mundial de rendición de culto.
En las investigaciones académicas publicadas por varios expertos a lo largo de los años, se sugiere que, a diferencia de la mayoría de los demás sistemas de creencias religiosas relacionadas con los animales, la veneración de las serpientes, conocida científicamente como ofiolatría, fue un gran fenómeno mundial. Se difundió (y en algunos casos sigue difundiéndose) en religiones y mitologías de prácticamente todo el mundo, desde la Europa prehistórica y el antiguo Egipto hasta la Australia aborigen y la antigua América.
El repertorio de mitología griega clásica incluía relatos repletos de monstruos sobrenaturales y otros reptiles similares a las serpientes, al igual que sucedía en las historias de la mitología antigua perteneciente a zonas como Oriente Próximo, Europa, México, África, China, Japón y la India.
A menudo, las serpientes se asociaban con el origen de la humanidad o la creación de determinadas tribus, así como con la inmortalidad y con la cura de enfermedades. Dependiendo de la cultura, se las consideraba criaturas benévolas o malvadas (o ambas), y a veces se creía que eran símbolos de la realeza.
La inusual distribución mundial de la mitología y la simbología religiosa en torno a las serpientes indican que dicho fenómeno es muy antiguo y que los seres humanos han sentido un fuerte impulso por venerar a las serpientes desde hace decenas de miles de años. Posiblemente, esto se deba a que las serpientes representaban (y siguen representando) un gran peligro para la humanidad, incluso más que cualquier otro animal (a excepción de los insectos portadores de enfermedades).
Hoy en día, mueren unas 20.000 personas al año por mordeduras de serpientes venenosas, en comparación con las 100 muertes al año por ataques de leones y las 500 por ataques de cocodrilos. Además, otras 400.000 personas sufren mordeduras y envenenamientos provocados por estas criaturas, aunque sin llegar a la muerte.
Hace muchos años atrás, cuando los humanos tenían un contacto más frecuente con la naturaleza y se dedicaban a la caza y a la recolección, la amenaza de las serpientes era aun más grave. En consecuencia, era necesario eludirla a través de la veneración y el culto.
Al igual que los hallazgos recientes en Colombia y Venezuela, otras culturas antiguas solían realizar dibujos que representaban a deidades o espíritus con forma de serpientes y un tamaño gigantesco. En California, Ohio, Perú y otros lugares, hay símbolos enormes de estos animales que se pueden ver en diversos paisajes locales. El ejemplo más destacado es el de un enorme geoglifo de 411 metros de largo, con forma de serpiente, que data de hace 900 años y todavía se puede apreciar en una colina del sur de Ohio.
Se estima que los grabados recientemente encontrados en Sudamérica fueron realizados por los pueblos nativos, probablemente entre el 700 y el 1000 d. C. Los sitios en los que se encuentran son peligrosos y de muy difícil acceso, por ejemplo, en acantilados con pendientes casi verticales. Por esta razón, se cree que realizarlos debe haber conllevado mucho esfuerzo y un gran desafío para los artistas.
La figura de la serpiente gigante, de 43 metros de largo, se encuentra a 150 metros sobre el nivel del suelo, en una ladera casi vertical. Algunos indicios dan la pauta de que funcionaba como un oráculo y, a través de un chamán u otro intermediario, el animal podía comunicarse con la población. (Una costumbre que también se practicaba en la antigua Grecia y el antiguo Egipto).
Los mil grabados descubiertos hasta ahora están agrupados en 157 lugares distintos, distribuidos a lo largo de un tramo de 160 kilómetros del río Orinoco. Los primeros europeos que llegaron a la región lo hicieron en el siglo XVI y provenían de Alemania e Inglaterra, en busca del codiciado oro de El Dorado. Sin embargo, aquellos aventureros (incluido el británico Walter Raleigh) no lograron encontrar ni la legendaria ciudad, ni el oro. No obstante, en la actualidad, este grupo de expertos ha conseguido descubrir una gran fortuna arqueológica compuesta por obras de arte gigantes que nos permitirá comprender mucho más sobre los pueblos originarios y sus creencias.
“Esperamos que nuestra labor contribuya a proteger el extraordinario patrimonio artístico del valle de Orinoco, y que las comunidades indígenas y mestizas locales también participen del proceso”, aseguró Riris.
Este martes, se publicará un artículo innovador, dedicado íntegramente a analizar el arte rupestre del Orinoco y escrito por los tres principales arqueólogos del proyecto: Philip Riris, de la Universidad de Bournemouth, José Ramón Oliver, del University College de Londres (ambas instituciones de Inglaterra), y Natalia Lozada Mendieta, de la Universidad de los Andes de Bogotá (Colombia). Se publicará en la revista británica de arqueología Antiquity y podrá consultarse de forma gratuita en línea.
Traducción de María Luz Avila