¿Qué tan monógamos somos? Un estudio compara a los humanos con otras especies de mamíferos
El vínculo de pareja en humanos se parece más al apareamiento exclusivo de suricatas y castores que al de nuestros parientes primates
Los seres humanos podrían ser mucho más monógamos por naturaleza de lo que se pensaba, según un nuevo estudio liderado por investigadores de la Universidad de Cambridge.
La monogamia en nuestra especie se asemejaría más al apareamiento exclusivo observado en animales como suricatas y castores que al de nuestros parientes más cercanos, los primates, sostiene Mark Dyble, antropólogo de esa institución.
Aunque la monogamia —es decir, mantener una sola pareja a la vez— suele considerarse un pilar de la vida social humana, los científicos siguen encontrando una amplia diversidad de normas de apareamiento entre distintas culturas y contextos.
Para medir el grado de monogamia, Dyble desarrolló una nueva métrica que compara diferentes especies a partir de la proporción de hermanos completos y medio hermanos. Según sus hallazgos, los humanos presentan tasas de monogamia significativamente más altas que otros primates.
Dyble sostiene que las especies con mayores niveles de monogamia tienden a tener una mayor proporción de hermanos completos.
Basado en esa lógica, desarrolló un modelo informático que compara datos de parentesco extraídos de estudios genéticos recientes con las estrategias de apareamiento conocidas de distintas especies, para estimar sus niveles de monogamia.
“Hay una especie de tabla de posiciones de la monogamia, donde los humanos están entre los primeros puestos, mientras que la gran mayoría de los mamíferos adopta un enfoque mucho más promiscuo”, explicó Dyble. “El hallazgo de que la proporción de hermanos completos entre los humanos coincide con la observada en mamíferos socialmente monógamos refuerza la idea de que la monogamia es el patrón de apareamiento dominante en nuestra especie”, añadió.

En un estudio publicado en Proceedings of the Royal Society B, el antropólogo Mark Dyble calculó la tasa de monogamia humana a partir de datos genéticos extraídos de cementerios de la Edad de Bronce en Europa y de sitios neolíticos en Anatolia. La investigación también incorporó información cultural de 94 sociedades humanas, incluyendo a los cazadores-recolectores hadza de Tanzania y a los agricultores de arroz toraja en Indonesia.
A través del estudio, se concluyó que el 66 % de los hermanos en poblaciones humanas analizadas son hermanos completos, lo que ubica a nuestra especie en el séptimo lugar entre 11 especies socialmente monógamas comparadas. “Los humanos tienen una variedad de estructuras de pareja que generan una mezcla de hermanos completos y medio hermanos, junto con una fuerte inversión parental. Esta diversidad va desde la monogamia sucesiva hasta formas de poligamia estable”, explicó Dyble.
En comparación, los suricatas presentan una tasa del 60 % de hermanos completos, mientras que los castores superan a los humanos con un 73 %.
Nuestros parientes primates se ubican en los últimos puestos de la clasificación: los gorilas de montaña registran apenas un 6 % de hermanos completos, los chimpancés un 4 %, y diversas especies de macacos apenas entre el 2 y el 1 %, lo que refleja un estilo de vida marcadamente promiscuo.
“Si nos basamos en los patrones de apareamiento de nuestros parientes vivos más cercanos, como los chimpancés y los gorilas”, explicó Dyble, “la monogamia humana probablemente evolucionó a partir de formas de vida grupal no monógamas, una transición muy inusual entre los mamíferos”.
Dyble aclaró que el estudio mide la monogamia reproductiva, no el comportamiento sexual.
“En la mayoría de los mamíferos, el apareamiento y la reproducción están estrechamente vinculados”, explicó. “En los humanos, los métodos anticonceptivos y ciertas prácticas culturales rompen ese vínculo”.
Traducción de Leticia Zampedri





