Cómo sobrellevar las fiestas cuando estás de duelo, según expertos
Es una época pensada para celebrar, pero la Navidad también puede despertar recuerdos dolorosos de quienes ya no están. Katie Rosseinsky consulta a especialistas en duelo sobre cómo atravesar las fiestas cuando lo último que sientes es espíritu festivo


Si en esta época del año enciendes la televisión o recorres las redes sociales, resulta imposible escapar al bombardeo de imágenes de familias felices apretujadas alrededor de la mesa de Navidad. Sin embargo, para quienes atraviesan un duelo, esas escenas alegres —desde anuncios de supermercados hasta galerías de Instagram— pueden convertirse en un recordatorio incómodo de aquello, y de quienes, faltan en diciembre.
Cuando fallece un ser querido, pronto queda claro que el duelo no sigue un calendario ordenado. Los sentimientos no se desvanecen solo porque llegó lo que se supone que es la época más maravillosa del año, ni porque al resto le resultaría más cómodo que sonrías y sigas adelante. “El duelo no respeta que sea Navidad ni la idea de que ‘deberías’ estar feliz”, explica Ruth Cooper-Dickson, especialista en acompañamiento del duelo con enfoque en trauma.
Esa desconexión entre los adornos externos de confort y alegría y la compleja realidad emocional es lo que vuelve a esta temporada especialmente difícil cuando se enfrenta una pérdida, ya sea por primera vez o después de muchos años. La Navidad “saca a la superficie muchas cosas, momentos hermosos y otros muy dolorosos”, dijo recientemente Kate Winslet en un pódcast. Además, su más reciente película, Adiós, June, aborda la experiencia del duelo durante un período poco festivo. Entonces, ¿qué se puede hacer para que atravesar estas fechas resulte, al menos, un poco más llevadero?
En primer lugar, conviene profundizar en por qué este período puede resultar tan difícil. De ese modo, es menos probable que aparezca el reproche personal cuando irrumpe una inevitable ola de tristeza. Una de las razones, sugiere Cooper-Dickson, es que, ante una pérdida, muchas personas se apoyan en la rutina como parte de su estrategia para sobrellevar el día a día. Esa estructura puede resultar reconfortante, ya sea una cita semanal para tomar café con un amigo o una clase de ejercicio que ayuda a despejar la mente. Sin embargo, cuando llegan las fiestas de Navidad, ese orden se altera por completo. Según Cooper-Dickson, el calendario queda desajustado. Se interrumpe la rutina laboral, los niños dejan de ir a la escuela y el descanso puede verse afectado por reuniones sociales y consumo de alcohol. Además, a medida que avanza diciembre, el entorno parece apagarse de forma progresiva, lo que puede dejar una sensación de deriva.
Por eso, incluso si se logra mantenerse ocupado en los días previos al 25 de diciembre, ese extraño paréntesis entre Navidad y Año Nuevo puede convertirse en un momento en el que la pérdida se siente con más intensidad, explica la terapeuta y especialista en duelo Dipti Solanki. Cuando se detiene el ritmo de la vida cotidiana, añade, la ausencia de esa persona se vuelve más evidente y el impacto emocional se hace más fuerte.
A diferencia de otros momentos del año, la temporada festiva suele estar cargada de recuerdos, nostalgia y pequeños rituales. Además, esa sensación de repetición puede volver la ausencia aún más evidente. De manera inevitable, los pensamientos se dirigen a las veces en que se decoró la casa, se preparó el pavo o se cantó una canción junto a la persona que hoy ya no está y que no volverá a compartir esos momentos.

“Es una época en la que empiezo a extrañar a mi padre y también un momento que despierta al niño que todos llevamos dentro”, señala Solanki. Además, explica que la Navidad activa una gran cantidad de recuerdos y revive todo lo que se solía hacer en conjunto: la forma de compartir la cena, el momento de armar el árbol, las tradiciones familiares. Por eso, cuando falta una persona en particular, la ausencia se siente de manera muy profunda. No importa cuántos años hayan pasado desde su muerte, el vacío se percibe y su presencia se extraña.
Cada persona vive el duelo de forma distinta. Por lo tanto, también varía el límite de lo que cada quien puede o no afrontar dentro del torbellino social de la Navidad. “Puede haber alguien que haya sufrido una pérdida y que este año no quiera aceptar todas las invitaciones, y eso está bien”, indica Solanki. Asimismo, puede haber otra persona con un duelo reciente cuyo modo de sobrellevarlo sea rodearse de gente y sonreír todo lo posible. Eso también es válido.
Conviene pensar con cuidado, y con anticipación, qué es lo más adecuado para ti y luego hablar con franqueza con tu familia sobre lo que harás y lo que no. Además, tal vez prefieras tratar la Navidad como un día cualquiera. O quizá elijas hacer voluntariado en una organización solidaria para distraer la mente. También es posible que optes por una celebración habitual. Si se trata de esto último, por ejemplo si este año lo pasas con la familia política, resulta útil tener un plan en caso de que la situación se vuelva abrumadora. De ese modo, evitas limitarte a apretar los dientes, forzar una sonrisa y esperar que todo salga bien.
Todos tenemos muchos recuerdos asociados a la Navidad, y esta época trae a la memoria todas las cosas que solían hacerse juntos
“Si vas a una fiesta navideña en casa de alguien o pasarás el día de Navidad en la casa de otra persona, pide contar con un espacio tranquilo”, sugiere Maria Bailey, fundadora de Grief Specialists, una red de especialistas en duelo. Además, saber que existe un lugar calmado donde poder tomarse un momento para recomponerse puede hacer que la socialización resulte menos intimidante. “Si crees que podrías necesitar una pausa y lo planificas con anticipación, mantienes el control y puedes relajarte”, añade Bailey.
O bien, si resulta incómodo decirle al anfitrión que la situación podría volverse demasiado intensa, puedes repetirte a ti mismo: “si se pone difícil, voy a salir un momento” o “voy a caminar hasta la tienda a comprar algo”, sugiere Cooper-Dickson. Asimismo, contar con transporte propio u organizarte por tus medios te permite irte cuando lo necesites, sin depender de que otros den por terminada la reunión.

Además, definir con anticipación cómo responderás a las preguntas de “¿cómo estás?” también puede evitar que te desbordes en el momento. “No se trata de desahogarnos con todo el mundo, porque no podemos exponernos emocionalmente de esa manera”, explica Solanki. Sin embargo, subraya que la honestidad emocional resulta clave. Por eso, recomienda ensayar frases como: “La Navidad no es una época fácil, pero estoy buscando formas de llevarla mejor y es muy lindo estar acá con ustedes”. En esencia, se trata de reconocer que no es sencillo, pero también de valorar el momento presente.
Si te sientes en condiciones, Cooper-Dickson sugiere pensar qué tradiciones deseas mantener, ya que eso puede ayudar a reincorporar a la persona ausente al ámbito familiar. Tal vez haya un concierto de villancicos o una obra de teatro a la que siempre asistían juntos y que quieras conservar como parte del ritual anual. O quizá prefieras escuchar su música favorita mientras realizas alguna tarea típica de estas fechas.
De todos modos, es importante priorizar aquello que te haga sentir mejor y no la obligación de repetir exactamente la rutina que compartías con esa persona. “Muchas personas piensan: ‘si no preparo su postre navideño favorito, significa que la olvidé’”, comenta Cooper-Dickson. Sin embargo, eso no es así. No elegir un plato en particular no implica dejar de honrar su memoria.
Considera qué tradiciones te gustaría mantener
Pero si los rituales de siempre se sienten demasiado cargados de recuerdos en este momento, conviene pensar en nuevas formas de recordar a ese ser querido. Para Maria Bailey, el instante en que ella y su familia se sientan a la mesa en la cena de Navidad suele ser cuando la ausencia de su madre fallecida se hace más evidente. Por eso, cuentan con una tradición propia: levantar una copa por ella y decir “feliz Navidad, abuela”. Además, plantea una pregunta clave: con una silla vacía, ¿qué se puede hacer para crear una nueva tradición? Incluso, sugiere la posibilidad de comprarse un regalo “de su parte”, algo que sepas que esa persona habría querido que disfrutaras.
Lo más importante, sin embargo, es hacer espacio para el duelo, como señala Solanki. Con esto se refiere a que, cuando la emoción aparece, no conviene reprimirla. En cambio, recomienda permitirse sentir esas emociones dolorosas. Escribir lo que se siente puede ayudar. Asimismo, destinar tiempo para ver a un terapeuta o simplemente sentarse y llorar también puede ser necesario. De acuerdo con Solanki, este proceso permite dejar espacio para las cosas buenas.
En su opinión, cuando las personas evitan el duelo y se obligan a enfocarse solo en lo positivo, las emociones se vuelven más difíciles de contener. Así, se genera una presión interna que aumenta la culpa, la tensión y la tristeza. En cambio, al permitir que esas emociones se expresen, se alivia esa carga y se vuelve más posible disfrutar otros momentos.
Se trata, añade, de una contradicción profundamente humana: es posible convivir con el dolor y, al mismo tiempo, con la alegría. Cooper-Dickson coincide en que no debería surgir culpa por pasarla bien. Disfrutar la Navidad no significa faltar al respeto a la memoria de quien ya no está. De hecho, plantea que probablemente esa persona querría verte feliz. Tal vez sea una escena de una película, algo que ocurre en la televisión o un comentario inesperado lo que provoca una risa momentánea. Sin embargo, eso no implica olvidar. El recuerdo sigue presente.
Traducción de Leticia Zampedri






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