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Desglosemos este punto

Por qué el “novio atento” es la nueva tendencia tóxica en las relaciones

Las redes sociales impulsan a muchas mujeres a reclamar más atención y esfuerzo de sus parejas, pero depender económicamente de los hombres no es empoderamiento, advierte Helen Coffey

Head shot of Helen Coffey
Flores, bombones y mimos: el combo romántico que nunca falla El llamado “novio atento” se ha convertido en la más reciente y exigente tendencia de pareja popularizada en redes sociales
Flores, bombones y mimos: el combo romántico que nunca falla El llamado “novio atento” se ha convertido en la más reciente y exigente tendencia de pareja popularizada en redes sociales (Getty Images)
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Si quieres conservar la cordura, sigue mi consejo: no mires las redes sociales esta Navidad.

Porque no son las fotos entrañables de familias felices con suéteres feos a juego ni los inevitables anuncios de compromiso lo que debes evitar. En cambio, es el desfile inevitable e interminable de publicaciones autosatisfechas del tipo “el chico lo hizo bien”, en las que mujeres presumen a sus parejas excepcionales, lo que termina por arruinar el ánimo.

Aunque esto ha sido durante años una constante del mundo altamente curado de Instagram al que ya estamos acostumbrados, en los últimos meses la situación empeoró. En particular, una nueva tendencia, bautizada como el “novio atento” (o “prometido atento”, según qué tan lejos haya llegado la pareja en el tren del compromiso), comenzó a circular con fuerza.

Por lo general, estos videos empiezan así: “Cosas que hace mi novio atento y que dejarían a un novio indiferente fuera de combate”. Luego, una mujer aparece en cuadro, a menudo se maquilla, y enumera una lista de acciones que superan cualquier expectativa y que su pareja realiza sin que ella tenga que pedirlas. Además, las flores son una constante. Miley Cyrus quizá haya dicho que hoy podemos comprarlas nosotras mismas, pero ninguna de estas mujeres tendrá que hacerlo jamás. Asimismo, se repite el hecho de que él paga la cuenta del restaurante cada vez que salen.

La idea parece haberse originado en una creadora de contenido llamada Keely Grace Gaffney, cuyo prometido es casi perfecto en todos los sentidos. En efecto, es una versión moderna de Mary Poppins. Él planifica citas sorpresa, prepara su estación de café cada mañana antes de irse a trabajar a las 4 de la mañana y le escribe notas de amor diarias en las que le dice que es hermosa. Además, reserva viajes cada vez que ella se siente levemente estresada y arma calendarios de Adviento personalizados con sus productos favoritos. Por último, el regalo final son pasajes a Hawái para una boda íntima bajo el sol. Hacia el quinto video, empecé a sentir una incomodidad similar a la que suele provocar comer un camarón en mal estado.

Inspiradas por este lugar común y, probablemente, por la repercusión que obtuvo en línea, otras mujeres se subieron rápidamente a la ola y alardearon de las acciones de sus propios novios casi santos. En consecuencia, “la clave de una relación exitosa, en mi opinión, es estar con un hombre que hace mucho”, escribió la instagramer Alessia. Además, “tener una pareja atenta cambia por completo tu sistema nervioso. Porque no estás ‘pidiendo demasiado’. El hombre indicado aparece con gusto, pone esfuerzo y te ama en voz alta”.

Las parejas muy atentas consienten a sus novias, pero ¿es una dinámica saludable?
Las parejas muy atentas consienten a sus novias, pero ¿es una dinámica saludable? (Getty Images/iStockphoto)

A primera vista, la tendencia del “novio atento” puede parecer empoderadora. En efecto, la moraleja es clara: mujeres, no acepten menos de lo que merecen. Exijan y esperen más. Fijen estándares más altos. Así, funciona como el contrapunto natural del discurso de las relaciones de “mínimo esfuerzo”, que también ha tenido gran presencia en redes sociales, donde conductas bastante habituales, como escribir con regularidad o llegar a tiempo a una cita, se presentan como “trato de princesa”.

Sin embargo, más allá de la tentación de comparar nuestras propias relaciones con estas versiones elevadas, dignas de una comedia romántica, y concluir que se quedan cortas, toda la narrativa del “novio atento” presenta elementos problemáticos cuando se observa con mayor detenimiento. Aunque algunas de las acciones mencionadas se relacionan de manera genuina con la disponibilidad emocional, como organizar una revisión mensual de la vida en común o establecer un ritual nocturno para agradecer el día, un número inquietante de ejemplos gira en torno al dinero.

“Esto es lo mínimo: cuando salimos a comer, él paga todo”, dice una mujer rubia sobre su novio de cuatro años, al tiempo que se riza las pestañas con énfasis. Además, “nunca espera que yo pague nada”, afirma otra, aplicada a su base de maquillaje. “Cada vez que digo que quiero un vestido nuevo o que necesito ropa, me lleva a TJ Maxx, me pide cosas por internet o me lleva al centro comercial”, señala una tercera, Emily. Asimismo, lleva siempre la tarjeta de crédito de él “por si acaso”, una decisión que al menos reconoce como “controvertida”.

La dependencia económica puede minar la autonomía de una mujer y generar un importante desequilibrio de poder

Lo más difícil de digerir aparece en un video de Keely Grace Gaffney, la impulsora original de la tendencia del novio atento. Allí graba la reacción de su pareja cuando, a modo de “broma”, ella se atreve a pagar con su propio dinero una compra de ropa en línea. Entonces, él responde: “Tú no te consientes, yo te consiento. Es mi trabajo. Me toca a mí”. Su tono resulta genuinamente ofendido, duro y cortante, y roza lo controlador. Así, el mensaje es claro: ella no tiene permitido gastar su propio dinero ni comprarse cosas por sí misma.

Por cierto, no se trata de mujeres que no trabajen. De hecho, todas tienen empleos remunerados, ya sea de tiempo completo o parcial, además de sus actividades pagadas como creadoras de contenido.

Por más que recibir atenciones pueda parecer el ideal, renunciar al control financiero y volverse dependiente de la pareja es una apuesta arriesgada. Durante miles de años, las mujeres fueron en la práctica propiedad de los hombres. De hecho, en Inglaterra no se les permitió legalmente poseer bienes ni conservar sus propios ingresos hasta fines del siglo XIX. Además, no obtuvieron el derecho legal a tener una tarjeta de crédito, abrir una cuenta bancaria o solicitar un préstamo sin un esposo o un garante masculino sino hasta 1975. Por lo tanto, ceder de manera voluntaria estos derechos conquistados con tanto esfuerzo no suena precisamente a “empoderamiento feminista”.

“Permitir que un hombre te dé cosas, muestre aprecio y pague la cuenta está bien, siempre y cuando tú también tengas la capacidad de hacerlo”, advierte Kate Mansfield, coach de citas y relaciones. Además, la dependencia financiera puede “erosionar la autonomía” de una mujer y crear un desequilibrio de poder significativo, lo que dificulta salir de una situación poco saludable. Es fundamental que ambas partes mantengan cierto grado de “independencia económica” para que la relación sea una elección y no una necesidad.

La disparidad económica, que a menudo sigue líneas de género estereotipadas en las relaciones heterosexuales, también puede generar la sensación de que el vínculo es condicional, señala el terapeuta de pareja Matt Davies. Pensemos en esto: si una persona siempre paga, ¿qué ocurre si pierde su empleo o atraviesa dificultades por cargas financieras imprevistas? Entonces, ¿la relación queda en riesgo porque ya no puede sostener su parte tácita del acuerdo?

Gran parte del comportamiento asociado al “novio atento” gira en torno a que el hombre se haga cargo de la cuenta
Gran parte del comportamiento asociado al “novio atento” gira en torno a que el hombre se haga cargo de la cuenta (Getty Images)

“Los regalos siempre son un terreno complejo”, señala Davies. “Si la dinámica es unilateral, puede hacer que quien recibe se sienta en deuda de una forma poco saludable”. En efecto, varias de las mujeres expresan esa sensación en sus videos. “Podría pasar toda mi vida intentando estar a la altura de todo lo increíble que ha hecho por mí y nunca lo lograría, porque él es simplemente asombroso”, dice Emily, entusiasmada.

Otra dinámica incómoda que aparece con rapidez es que muchos de los comportamientos del llamado “novio atento” se concentran en la estética de las mujeres. Por ejemplo, una elogia que su novio le haga los rulos y que, cuando salen, la lleve de inmediato de regreso a casa si su maquillaje no quedó como esperaba. Además, otra se explaya sobre el hecho de que su pareja lleva el control de sus citas para las uñas, de modo que cada vez que le toca arreglárselas, él agenda el turno, la lleva y además lo paga.

En ocasiones, regalarle a la pareja algún gesto de autocuidado es una cosa. Sin embargo, pagar el mantenimiento para “controlar” de manera sutil su apariencia en función de la propia satisfacción es algo muy distinto, explica Mansfield. Además, cuando los esfuerzos de una pareja se concentran de forma “desproporcionada” en la apariencia de su novia, puede entrar en el terreno del “trofeo”. Esto resulta aún más problemático si, como en el caso de las uñas, ese cuidado parece casi obligatorio.

“Es poco saludable, porque coloca a la mujer en una posición de subordinación”, señala Davies. Asimismo, puede considerarse una “invasión” de límites; la apariencia personal y la forma en que nos arreglamos son responsabilidad nuestra, no de la pareja. De lo contrario, se refuerza la idea de que hay que hacerlo por el otro y no por uno mismo. Una vez más, la relación puede sentirse condicionada.

Confiar en que el hombre asuma siempre el papel de líder o salvador dentro de la pareja refleja una dinámica emocionalmente inmadura

Pero quizá lo más preocupante de todo sean los comportamientos del llamado “novio atento” que refuerzan la idea de que las mujeres son, de algún modo, indefensas. Lejos del empoderamiento feminista, se trata del síndrome de la princesa de Disney bajo otro nombre.

Basta con el alarde de Alessia, quien cuenta que su pareja le carga gasolina al auto cada vez que el tanque está bajo, así que, no fue a una estación de servicio en “casi un año”. Además, es un patrón recurrente. En ese sentido, otra novia consentida admite: “Nunca cargo gasolina. Espero que sea algo que hagan todos los novios”.

O está el caso de una joven llamada Kylie, que declara que nunca va a tocar una manija. “No abro la puerta del auto. Si intento agarrarla, él me dice: ‘no, quédate ahí, yo abro la puerta’”. Como si fuera impensable que una mujer baje de un vehículo cuando quiere.

Miley Cyrus puede habernos enseñado a comprarnos nuestras propias flores, pero las novias de los hombres “atentos” nunca tendrán que hacerlo
Miley Cyrus puede habernos enseñado a comprarnos nuestras propias flores, pero las novias de los hombres “atentos” nunca tendrán que hacerlo (Getty Images)

O volvamos a Emily, quien una vez más reconoce que puede ser “controvertido”, pero admite que literalmente no sabe cómo pagar las cuentas del hogar. “Es así”, confiesa. “Él no quiere que yo me preocupe por eso”. En ese sentido, la situación recuerda a Nora en Casa de muñecas, la célebre obra de Henrik Ibsen en la que la protagonista es infantilizada de manera sistemática por su esposo hasta que una falta del pasado rompe, de una vez por todas, esa dinámica tóxica.

Todas estas conductas comparten un rasgo común: despojan a las mujeres de autonomía y configuran una relación desequilibrada por definición. En efecto, este esquema de damisela en apuros y caballero salvador puede tener un lugar en las primeras etapas de una relación heterosexual, señala Davies, ya que ayuda a una pareja reciente a construir un vínculo inicial. Sin embargo, en algún momento es necesario superarlo. “Ambos deben ser adultos capaces de liderar y de acompañar”, explica. Además, “depender de un hombre que siempre tome la iniciativa y salga al rescate es una forma inmadura de vínculo, claramente regresiva. Si una pareja se queda demasiado tiempo en esa etapa de ideales románticos, el desencanto posterior puede ser profundo”.

Este esquema en particular también puede reflejar una relación de tipo padre-hija, con el hombre ubicado en el rol del “arquetipo paterno”. De hecho, esa es la sensación que se activa cuando una mujer revela que su novio “nunca” le ha dicho que no, de una forma que recuerda a la niña malcriada Veruca Salt en Charlie y la fábrica de chocolate. Asimismo, otra comienza su relato al contar que su novio la sorprendió, literalmente, con un cachorro.

El esfuerzo saludable es un camino de ida y vuelta, basado en el cuidado genuino y en el deseo de hacer feliz a la pareja

Es discutible que todo esto también favorezca a los hombres en estas relaciones. Cargar con el papel de proveedor exclusivo supone una presión constante por responder. Además, ser presentados como un catálogo de gestos, el ideal del “novio atento”, puede hacer que se perciban más como accesorios planos que como personas completas, con fragilidades, defectos y necesidades propias.

Esto no significa que las mujeres no deban tener estándares ni buscar señales positivas en una relación. En cambio, supone poner el foco en lo que realmente importa y priorizar la construcción de un vínculo entre iguales, en el que ambas partes se comprometan a que la otra se sienta valorada y acompañada. “El esfuerzo saludable es un camino de ida y vuelta, basado en el cuidado genuino y en el deseo de hacer feliz a la pareja, sin esperar nada a cambio”, afirma Mansfield. Además, se vuelve “insano” cuando se utiliza para crear un desequilibrio de poder o cuando las necesidades de una persona eclipsan de forma constante las de la otra y generan dependencia en lugar de una relación equitativa.

Aprender a mostrarse vulnerable y a pedir de manera explícita lo que se quiere y se necesita es clave. Asimismo, resulta igual de importante aceptar que algunas de esas necesidades se satisfagan solo en ciertas ocasiones. Por último, conviene dejar de lado los indicadores materialistas, intentar ver a la persona detrás de la lista de verificación de TikTok y, si es posible, abstenerse de publicar artículos que evoquen a “un chico ejemplar” en redes sociales esta Navidad.

Traducción de Leticia Zampedri

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