Reseña de ‘Mátate, amor’: Jennifer Lawrence ofrece la mejor actuación de su carrera
El absorbente psicodrama de Lynne Ramsay captura con fuerza la sensación de un colapso mental en espiral, acompañado por brillantes actuaciones de reparto de Robert Pattinson y Sissy Spacek
La locura se siente como una picazón. En Mátate, amor, esa incomodidad se escucha en el zumbido monótono de las moscas, con sus patas sucias y huesudas siempre al acecho, listas para rozar una piel vulnerable. Se ve en la casa abandonada, alfombrada de hojas secas y quebradizas, y en los estampados estridentes del papel tapiz floral barato. Se percibe en la leche materna que escurre descuidadamente desde un pezón hacia un charco de tinta, observada por una creadora en doble condición (madre y escritora), aunque no simboliza nada más que un universo vacío de significado.
Cuando la mujer devorada por la locura en Mátate, amor, la abrasiva y bella película de Lynne Ramsay, es interpretada por Jennifer Lawrence, las palabras sobran. Su personaje, Grace, acaba de mudarse desde Nueva York a una casa que perteneció al tío fallecido de su esposo Jackson (Robert Pattinson), para criar allí a su hijo recién nacido.
El tío se suicidó en esa misma casa y su presencia aún se intuye golpeando las paredes.
Grace no habla de sus emociones. En esta adaptación del intenso y visceral libro de Ariana Harwicz, no hay diagnósticos, tratamientos ni causas claras, sean traumáticas o genéticas. Aunque la depresión posparto o incluso una posible psicosis se asoman, nunca se mencionan. No hay confesión alguna del abismo que lleva dentro.
Por eso está Lawrence en este papel. La artista domina el arte de mostrar la verdad emocional y, al mismo tiempo, la fachada que intenta ocultarla. En Mátate, amor, entrega una de sus interpretaciones más potentes dentro de ese registro. La angustia de Grace no se ve, pero se siente. Está enterrada tan profundamente que el espectador percibe su fuerza desde adentro, mientras que quienes la rodean permanecen ciegos ante su derrumbe.
Ella no pide ayuda. En lugar de eso, se aparta del telescopio de Jackson con indiferencia. “¿Te aburro?”, pregunta él (Pattinson encarna con precisión al compañero amoroso pero desarmado.) “No tú. El universo… ¿A quién carajo le importa?”, responde ella, lanzando la frase como una piedra.
A lo largo de su carrera, Ramsay siempre ha sentido una atracción especial por este tipo de personajes: aquellos que habitan por completo su mundo interior. Desde el veterano con trastorno de estrés postraumático interpretado por Joaquin Phoenix en Nunca estarás a salvo (2017), hasta la joven devastada por el duelo encarnada por Samantha Morton en Morvern Callar (2002). Ramsay comprende sus gestos evasivos, sus respuestas defensivas, ese humor ácido que escupe Grace cuando una cajera demasiado entusiasta intenta entablar conversación. Su respuesta: “¿Por qué estás hablando?”.

La directora quiere que también lo comprendamos. Por eso encierra la historia en un formato cerrado, en proporción 4:3, que no ofrece escapatoria. No hay hacia dónde huir, solo quedan los ojos vacíos y secos de Lawrence, y un mundo exterior que se vuelve, compás a compás, más hostil y repulsivo.
La música rock raspa. Un perro que no deja de ladrar se transforma en una forma de tortura (y Ramsay ha logrado crear uno de los canes más insoportables del cine). Hay amor en los rostros que rodean a Grace —su esposo, su suegra (una sincera Sissy Spacek), su suegro enfermo (Nick Nolte)—, pero ese afecto nunca logra alcanzarla.
Mátate, amor retrata con enorme lucidez el estado mental de una mujer que se desmorona por dentro, como una represa a punto de romperse sin un cauce por donde liberar el agua. Lo que los demás perciben como conductas erráticas, el espectador, ya instalado dentro de su mente, lo entiende como intentos desesperados por encontrar una vía de escape.
Grace busca alivio en el sexo, en la masturbación compulsiva o en ese otro ser extraviado que imagina como amante (interpretado por LaKeith Stanfield, cuya presencia fantasmal nos hace dudar si lo que vemos ocurrió o solo existe en la mente de ella).
Después, Grace dirige la mirada hacia el daño propio, hacia la promesa de una aniquilación total. El camino que traza Ramsay no ofrece consuelo ni redención. No hay esperanza ni felicidad al final de esta historia. Pero lo que construye es un hechizo feroz, absoluto, una película que devora desde adentro y cuya fuerza resulta imposible de sacudir.
Dirección: Lynne Ramsay.
Reparto: Jennifer Lawrence, Robert Pattinson, LaKeith Stanfield, Nick Nolte, Sissy Spacek.
Clasificación: +15.
Duración: 118 minutos.
‘Mátate, amor’ estará en los cines a partir del 7 de noviembre.
Traducción de Leticia Zampedri






