Antiguos tuits de J. D. Vance revelan por qué la lista de Epstein complica a Trump
El entorno de Trump intenta contener un incendio que J. D. Vance contribuyó a avivar con entusiasmo, antes de que asumiera el rol de defensor oficial, escribe John Bowden
El equipo del presidente Donald Trump dedicó el lunes una considerable cantidad de energía a una causa inusual: quedar del lado equivocado en una disputa contra los teóricos de la conspiración más radicales de internet en Estados Unidos.
La vocera Karoline Leavitt encabezó la defensa desde la sala de prensa durante su intervención diaria. Pero si lo que Leavitt busca es a los responsables de alimentar las teorías en torno a la fallecida financista neoyorquina, condenada por delitos sexuales y vista en video besando a su jefe, hay un detalle que no puede ignorar: la señal proviene desde dentro de la propia Casa Blanca.
Jeffrey Epstein murió bajo custodia federal en 2019, mientras esperaba un nuevo juicio por cargos de tráfico sexual de menores, en un caso rodeado de rumores desde hace años. Su muerte fue oficialmente declarada como suicidio.

En la rueda de prensa del lunes, la vocera de la Casa Blanca tuvo un tenso intercambio con Peter Doocy, de Fox News, un terreno poco habitual para ella, sobre si la fiscal general Pam Bondi se había referido de forma explícita a la “lista de clientes de Epstein” cuando, a comienzos de este año, declaró en una entrevista que el tema estaba “sobre la mesa”.
La declaración de Bondi, realizada en Fox News, causó molestias dentro del gobierno, justo cuando la administración enfrenta críticas por un informe oficial que concluyó que Epstein murió por suicidio y que no identificó ni construyó una lista de figuras poderosas implicadas directamente en sus crímenes sexuales contra menores.
El FBI y el Departamento de Justicia difundieron videos que, según afirman, demuestran que ninguna persona externa ingresó a la zona común del centro de detención de Manhattan donde Jeffrey Epstein estaba recluido, entre la noche en que fue encerrado en su celda y la mañana siguiente.

Después de que Peter Doocy citara textualmente a Pam Bondi, Karoline Leavitt respondió: “Sí, se refería a toda la documentación relacionada con los crímenes de Jeffrey Epstein”.
Aunque en documentos judiciales anteriores se han mencionado a hombres asociados con Epstein, no se presentó evidencia concreta que vincule directamente a terceros con delitos, más allá del propio Epstein y de su colaboradora condenada, Ghislaine Maxwell.
La explicación de Leavitt no calmó a quienes siguen de cerca el caso en línea, donde persisten teorías sobre figuras poderosas presuntamente implicadas. La intriga en torno a la detención y muerte de Epstein bajo custodia se intensificó con la difusión de un video en el que aparece junto al entonces empresario Donald Trump, así como por sus amplias conexiones con individuos e instituciones influyentes, relaciones construidas en gran parte mediante aportes financieros.
Otras figuras con vínculos conocidos con Jeffrey Epstein incluyen al expresidente Bill Clinton, el príncipe Andrés del Reino Unido y la Universidad de Harvard, institución en la que mantuvo una oficina y que visitó en varias ocasiones incluso después de su condena por delitos sexuales en 2008.

Durante su reciente disputa pública con el presidente, Elon Musk publicó, y luego borró, un tuit en el que afirmaba que Donald Trump figuraba en “los archivos Epstein” y sugería que esa era la razón por la cual no se difundía la supuesta lista de clientes famosos vinculados al financista.
La acusación, vista por algunos como oportunista, mantuvo vivo el tema en la agenda mediática y obligó al vicepresidente J. D. Vance a pronunciarse. Tras el comunicado oficial del gobierno, Musk insistió en sus insinuaciones y Vance respondió durante una entrevista en el pódcast de Theo Von:
“Primero que nada: eso es absolutamente falso. Donald Trump no hizo nada indebido con Jeffrey Epstein. Lo que dicen los demócratas y los medios es una completa mentira”.
Ese lunes, el nombre “Epstein” se ubicó como principal tendencia en X/Twitter. Laura Loomer, colaboradora informal de Trump y una de las responsables de las purgas internas en el Consejo de Seguridad Nacional, lanzó duras críticas contra Pam Bondi, a quien acusó de “incompetente”.
En un tuit publicado el lunes por la tarde, escribió: “@AGPamBondi debería renunciar por mentir al pueblo estadounidense”.
Está claro: Trumplandia no solo perdió el control de la historia, sino que lo ha hecho frente a una criatura política que ayudó a alimentar.
Hoy, J. D. Vance enfrenta el desafío de defender a su jefe en medio de crecientes especulaciones sobre el caso Epstein. Sin embargo, él mismo fue en su momento uno de quienes promovieron esas teorías. Y no de forma ocasional: en una aparición previa en el pódcast de Theo Von, cuando aún era senador, Vance llegó a afirmar que debían “hacer pública la lista [de clientes] de Epstein”.
Además, desde su cuenta en X, intensificó sus críticas contra el gobierno de Joe Biden por la forma en que llevó adelante la investigación.
A fines de 2021, pocos meses antes de convertirse en el candidato del Partido Republicano al Senado por Ohio, J. D. Vance, autor de Hillbilly Elegy, retuiteó a Jack Posobiec, un conocido promotor de teorías conspirativas como “Pizzagate” y figura habitual en el entorno político de Donald Trump.

“¿Qué motivo tendría el gobierno de EE. UU. para mantener en secreto a los clientes de Epstein? Al menos que…”, escribió en X el entonces senador y hoy vicepresidente.
En una segunda publicación, más extensa y dirigida a uno de los blancos recurrentes del mundo MAGA —el periodismo—, agregó: “Si eres periodista y no estás haciendo preguntas sobre este caso, deberías sentir vergüenza. ¿Cuál es tu propósito? Seguro hay algún adolescente de clase media a quien puedas molestar, pero tal vez podrías intentar hacer tu trabajo de vez en cuando”.
Este episodio deja dos lecciones clave:
La primera, que ni siquiera un gobierno alineado con el discurso MAGA puede frenar una teoría conspirativa cuando esta ya ha echado raíces en los sectores más extremos de la derecha. La segunda, que J. D. Vance tomó una decisión política cuestionable cuando, en octubre de 2024, apenas una semana y seis días antes de las elecciones, eligió avivar una narrativa que afectaba directamente a su compañero de fórmula, a pesar de saber que era infundada.
En lugar de afirmar la existencia de la supuesta “lista de clientes de Epstein”, una idea que hoy su equipo desmiente, J. D. Vance podría haber optado por no alimentar las especulaciones. También pudo haberse limitado a respaldar la versión del Departamento de Justicia, especialmente considerando que, tarde o temprano, podría verse obligado a defender esa postura.
En ese entonces, la narrativa aún representaba una dificultad para el Departamento de Justicia de Joe Biden y para el historial de Kamala Harris como “fiscal en la Casa Blanca”.
Ahora, esa falta de cautela política comienza a volverse en su contra.
Traducción de Leticia Zampedri