Qué sabe Ghislaine Maxwell y por qué nunca revelará nada del caso Epstein
Los archivos de Epstein del FBI contienen información suficiente para llenar 100.000 libros, pero la razón por la que no se han hecho públicos podría ir más allá de los poderosos hombres nombrados en ellos. Barry Levine y Julie Brown, que han investigado a Jeffrey Epstein desde el principio, explican a Alex Hannaford por qué tan pocos han comparecido ante la justicia
Las conspiraciones empezaron a circular antes de que se publicara la primera noticia. Jeffrey Epstein, el multimillonario financiero y condenado por abuso sexual infantil, “muere tras un ‘aparente suicidio’ en la cárcel de Nueva York”, decía The Washington Post el 11 de agosto de 2019 (las comillas simples son suyas). The Boston Globe también lo describió como un “aparente suicidio”. “La muerte en prisión de Epstein es objeto de escrutinio en EE. UU.”, afirma The Philadelphia Inquirer.
Cuando los agentes del FBI detuvieron a Epstein tras aterrizar su jet privado en Nueva Jersey un mes antes y lo acusaron de tráfico sexual de menores en Florida y Nueva York, sus víctimas esperaron a conocer la verdad. Tras su muerte, las voces que clamaban por la transparencia se hicieron más fuertes. Al igual que los que alegan una conspiración.
Un año después, cuando su exnovia, la socialité británica Ghislaine Maxwell, fue detenida por el FBI en una propiedad aislada de New Hampshire, no se detuvieron. Y no se callaron cuando Maxwell fue sentenciada a 20 años de prisión federal por conspirar con Epstein para abusar sexualmente de menores.
A lo largo de los años, han abundado las teorías conspirativas sobre encubrimientos por parte de Estados profundos, especulaciones de que hombres ricos y poderosos habían participado en una red de élite de tráfico sexual y que Epstein había sido asesinado para que nunca se revelaran sus identidades.
Donald Trump, en la campaña presidencial de 2024, avivó aún más el fuego cuando anunció que trataría de abrir los “archivos de Epstein” del Gobierno en caso de ser elegido.
Cuando ganó la presidencia, su fiscal general, Pam Bondi, habló de una “lista de clientes” de Epstein sobre su escritorio. Sabíamos que un elenco de famosos y políticos figuraban en el libro negro de Epstein: nombres como Bill Clinton, Andrew Mounbatten Windsor, Tony Blair, Bill Cosby y Woody Allen. Pero, ¿eran estos hombres meros receptores de las donaciones políticas de Epstein, amigos, conocidos? ¿Existía alguna prueba incriminatoria en los miles de documentos que el FBI había reunido en el curso de su investigación? El simple hecho de ser mencionado no sugería ningún delito. Finalmente, parecía que estábamos a punto de averiguarlo.

Luego, en el verano, el Departamento de Justicia de Trump y el FBI de repente publicaron un memorando de dos páginas sin firmar que concluía que Epstein no había mantenido una lista de clientes después de todo y, por si fuera poco, no publicaría más archivos relacionados con su investigación de tráfico sexual, a pesar de las promesas de Trump y Bondi de que publicarían un “camión lleno” de documentos impactantes del FBI.
Nadie podía prever lo rápido que aparecería una fisura tan prominente entre los seguidores del movimiento MAGA (Hagamos a Estados Unidos grande otra vez). Karl Rove, ex jefe adjunto de personal de la Casa Blanca con George Bush, dijo que estábamos presenciando lo que ocurre cuando la conspiración choca con la realidad. “Durante años” —explicó— “Trump planteó preguntas sobre Epstein ... Después de asumir la presidencia por segunda vez, el señor Trump estaba obligado a cumplir”. Cuando no lo hizo, “muchos de MAGA reaccionaron con incredulidad y enfado”.
Tucker Carlson, otrora el animador más ruidoso de Trump, se volvió contra él y acusa a la administración de traicionar a sus partidaros y de desestimar preguntas legítimas sobre Epstein.

Cada día, la saga parece desmenuzarse más. The Wall Street Journal publicó un artículo en el que se describía una carta con un garabato sexualmente sugerente que, según el periódico, llevaba el nombre de Trump y estaba incluida en un álbum de 2003 que le obsequiaron a Epstein por su 50 cumpleaños. Trump negó vehementemente haber escrito la carta, calificándola de “falsa, maliciosa y difamatoria”. A continuación demandó al periódico y a su propietario, el magnate de los medios de comunicación Rupert Murdoch.
Mientras Trump anunciaba que había pedido a Bondi que hiciera públicos los archivos “pertinentes” sobre la investigación criminal de Epstein, “sujetos a la aprobación del tribunal”, se avivó aún más la intriga cuando el WSJ publicó que Bondi había avisado a Trump durante una sesión informativa en mayo que su nombre aparecía en documentos del Departamento de Justicia relacionados con Epstein.
La Casa Blanca replicó, tachando el artículo del WSJ de “paparrucha”. Pero un funcionario anónimo de la Casa Blanca dijo a Reuters que no estaban negando que el nombre de Trump aparezca en los documentos. Después, el 20 de agosto, un juez rechazó la petición de la administración de Trump de desvelar las transcripciones de los documentos del gran jurado relacionados con Epstein de 2005 y 2007 porque no cumplían ninguna de las excepciones extraordinarias de la ley federal que podrían hacerlas públicas.
En julio de 2025, un funcionario del Departamento de Justicia de Estados Unidos se reunió con Ghislaine Maxwell en un despacho de un tribunal de Florida. Antes de la reunión, el fiscal general adjunto Todd Blanche dijo: “Si Ghislaine Maxwell tiene información sobre alguien que haya cometido delitos contra las víctimas, el FBI y el Departamento de Justicia escucharán lo que tenga que decir”. El abogado de Maxwell describió la primera reunión como “muy productiva”, pero por ahora sigue sin estar claro lo que contó a los investigadores.
Tras las reuniones, Maxwell fue trasladada de FCI Tallahassee, una institución correccional federal de baja seguridad de Florida, al Campo de Prisiones Federales de Bryan, Texas, donde se encuentra actualmente recluida.

El líder de la minoría en el Senado, Chuck Schumer, demócrata y feroz crítico de Trump, se opuso al hecho de que Trump enviara a Blanche, su exabogado personal convertido en fiscal federal, a entrevistar a Maxwell antes de su posible testimonio público. “El conflicto de intereses es flagrante. Apesta a alta corrupción”, manifestó en X (Twitter).
Es importante entender qué son, exactamente, los archivos Epstein y en qué se diferencian de los documentos judiciales que Trump pedía que se hicieran públicos.
Barry Levine, autor de The Spider: Inside the Criminal Web of Jeffrey Epstein and Ghislaine Maxwell, afirma que el testimonio del gran jurado en cuestión es muy limitado y tiene poco que ver con la operación de tráfico sexual que Epstein dirigió durante dos décadas.
Dice que el fiscal estadounidense de la época, Geoffrey Berman, se presentó ante un gran jurado y presentó las pruebas suficientes para lograr una acusación. “Y esa acusación era muy limitada en su contenido: por abusos sexuales a menores entre 2002 y 2005 en los domicilios de Epstein en Palm Beach y Nueva York”, afirma Levine. “Si nos fijamos en el procesamiento contra Ghislaine Maxwell, fue extremadamente estrecho, también en términos de las acusaciones específicas contra ella”. Maxwell fue declarada culable de cinco cargos relacionados con el tráfico sexual.
Levine planteó que si estos documentos judiciales se hacen públicos, nos van a revelar muy poco además de lo que ya sabemos. “Es básicamente una astilla de la información que contienen los archivos reales del FBI”.
Los archivos —los “verdaderos” archivos de Epstein— son, dice Levine, increíblemente detallados. Los archivos del FBI abarcan todos los aspectos de los delitos de Epstein y de su vida a lo largo de dos décadas, incluidas extensas entrevistas con víctimas e información que se remonta a la investigación original del FBI en 2006.
Ayer, el Comité de Supervisión y Reforma de la Administración de la Cámara de Representantes hizo públicos correos electrónicos nunca vistos de la última divulgación del patrimonio de Jeffrey Epstein. En correspondencia privada con Maxwell, Epstein escribió en 2011 que Trump “pasó horas” en su casa con una víctima de tráfico sexual, e incluso se refirió a Trump como un “perro que no ha ladrado”.
En un correo electrónico separado con el autor Michael Wolff en 2019, Epstein declaró explícitamente que Trump, “sabía de las niñas porque le pidió a Ghislaine que dejara de hacerlo”. En otro correo electrónico con Wolff en 2015, Epstein y Wolff discuten si pueden “inventar una respuesta” para la próxima entrevista de Trump en CNN. Wolff describió la influencia de Epstein sobre Trump y dijo: “Si él dice que no ha estado en el avión o en la casa, entonces eso te da una valiosa moneda política y de relaciones públicas”.
"Cuanto más intenta Donald Trump encubrir los archivos de Epstein, más descubrimos. Estos últimos correos electrónicos y correspondencia plantean interrogantes evidentes sobre qué más está ocultando la Casa Blanca y la naturaleza de la relación entre Epstein y el presidente”, indicó el miembro de mayor rango Robert García. E instó: “El Departamento de Justicia debe hacer públicos los archivos de Epstein de inmediato. La comisión de supervisión seguirá presionando para obtener respuestas y no se detendrá hasta que consigamos justicia para las víctimas”.
Cuando se le preguntó sobre la última publicación, la Casa Blanca acusó a los demócratas del comité de publicar “correos electrónicos filtrados de forma selectiva a los medios liberales para crear una narrativa falsa” sobre el presidente Trump, incluido uno en el que Epstein escribió que Trump “pasó horas en [su] casa” con alguien que los demócratas alegaron que era una víctima.
“Estos correos electrónicos no prueban absolutamente nada, aparte del hecho de que el presidente Trump no hizo nada malo”, dijo la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt.
.jpeg)
Epstein ya era un pederasta convicto cuando fue arrestado en 2019: en 2008, se declaró culpable de un cargo estatal en Florida de solicitar servicios de prostitución de una menor. Por aquel entonces, una investigación federal sobre sus delitos dio lugar a un “acuerdo de no enjuiciamiento”. Alexander Acosta, que entonces era el fiscal estadounidense responsable, aseguró que ofreció un trato indulgente porque le dijeron que Epstein era un activo de los servicios de inteligencia.
Como dijo Levine: “No sabemos si era la inteligencia estadounidense o un papel extranjero como activo de inteligencia”. Si, de hecho, Epstein era un activo de inteligencia. Según todos los indicios, tenía una imagen grandiosa de sí mismo como “hombre internacional del misterio”.
El expediente del FBI sobre Epstein, que se remonta a esa época, tiene 300 GB. “Según algunas estimaciones, esto equivale a información suficiente para llenar unos 100.000 libros”, afirma Levine.
No sabemos si ha habido alguna investigación criminal sobre la conducta de Trump en relación con Epstein. “Pero” —observó Levine— “eso no significa necesariamente que [no haya] detalles sobre Donald Trump en el expediente porque fueron amigos durante 15 años”. Era el compinche de Epstein tras el divorcio [de Trump] de Ivana Trump; salían mucho. Seguían siendo amigos durante su matrimonio con Marla Maples e incluso hasta el momento en que Trump cortejaba a Melania”.
Trump y Epstein eran amigos antes; según el presidente, se pelearon a principios de la década de 2000. Al no permitir la divulgación completa de los archivos de Epstein, Trump ha encendido lo que Levine dijo que es la mayor lucha interna dentro del movimiento MAGA que jamás haya visto. “Hay un infierno salvaje en las filas de MAGA que Trump no ha podido apagar, y estamos viendo que individuos que lo han adorado como a un dios ahora hablan en su contra. Es bastante fascinante”.

¿Qué sabe realmente Maxwell? Todo, según la periodista Julie Brown, a cuya investigación sobre Epstein para el Miami Herald en 2018 se atribuyó que el FBI reabriera el caso de abuso sexual contra él.
“Creo que [el DOJ] está tratando de hacerla decir que Trump no estaba involucrado. Creo que ese es el objetivo”, afirma Brown. “No pretenden desenmascarar a nadie más que haya estado implicado. Solo pretenden aclarar cualquier concepto erróneo en torno a Trump [...] Hasta ahora no ha habido ninguna prueba de que estuviera involucrado en los crímenes de Epstein en absoluto, pero, la idea de que cerró la investigación tan sólidamente sin siquiera decir: ‘Vamos a investigar esto un poco más’, creo que hace que mucha gente se cuestione”.
Brown, cuyo libro de 2021 Perversion of Justice: The Jeffrey Epstein Story registró recientemente un aumento de la demanda y se agotó tanto en tiendas como en Internet, dice que es lamentable la forma en que la administración de Trump ha manejado los archivos de Epstein. “Durante mucho tiempo, prometieron transparencia con este caso... Y creo que había cierta esperanza tanto por parte del público como de las sobrevivientes de que obtendrían algunas respuestas. Se trataba de un hombre que abusó de cientos de niñas y mujeres durante dos décadas. Y básicamente se salió con la suya”.
Y añadió: “No sabemos por qué no los publican. Es un poco inquietante estar anunciando por toda la televisión que vas a hacer públicos estos archivos y luego, de repente, el viernes después de la festividad del 4 de julio, cuando nadie está realmente atento a las noticias, emitir este comunicado que básicamente dice que no hay nada que ver aquí y que no vamos a abrir los archivos”.
Brown sostiene que probablemente hay muchas otras personas implicadas en los delitos de Epstein que no han comparecido ante la justicia; muchas, dice, que han evitado ser procesadas.

Epstein traficó con niñas menores de edad con fines sexuales durante dos décadas. Por ello, sus cómplices podrían llegar a ser 100, cree Brown. “Tenía a tanta gente distinta trabajando para él en distintos momentos: gente que le ayudaba a organizar su ‘agenda’ entre comillas, abogados que le ayudaban a tramitar los visados de las modelos que traía del extranjero, pilotos. Tenía un enorme equipo de gente. La lista es interminable”.
Como dice Barry Levine, sabemos por el fiscal general de las Islas Vírgenes, que investigó la operación de Epstein allí, que “Epstein utilizaba amañadores internacionales para traer mujeres de todos los países diferentes, como Rusia y otros lugares”.
Cuando la policía de Palm Beach llevó a cabo un registro en el domicilio de Epstein en 2005, confiscó cientos de libretas, y el contenido de algunas se ha hecho público en demandas civiles.
“En ellas se ven mensajes de hombres poderosos que le llamaban”, dice Brown.
“Tendrán su nombre y luego dirá ‘Estoy en este hotel’. Ahora, eso no es suficiente para decir que estaban haciendo algo con chicas menores de edad. Pero sé por hablar con algunos de los abogados que representan a estas sobrevivientes que había gente poderosa que venía a Palm Beach y básicamente llamaba para decirle a Epstein: ‘Estoy aquí’. Y el mensaje implícito o no escrito era: puedes enviarme a alguien”.
Brown cree que es poco probable que Maxwell revele nunca lo que hay en esos archivos. En el juicio, su principal línea de defensa fue que no había sucedido, “que todas esas chicas se lo estaban inventando para sacarle dinero a un hombre muy rico”.
La verdad es, dijo Brown, que Maxwell sabe exactamente lo que hay en los archivos de Epstein. “Ella lo sabe todo... Y utilizó su imagen maternal, su imagen cariñosa, para atraer a estas mujeres a esta órbita”.
Traducción de Michelle Padilla






.jpeg?quality=75&width=230&crop=3%3A2%2Csmart&auto=webp)