Archie Battersbee: caso trágico recuerda la lucha desgarradora que otras familias han enfrentado
Al igual que Charlie Gard y Archie Evans antes que él, el fallecimiento de un niño de 12 años plantea preguntas angustiosas: ¿Qué constituye la vida y quién debe decidir cuándo termina?
El trágico fallecimiento de Archie Battersbee es el último de una serie de casos que han enfrentado a padres devastados con el sistema judicial y de atención de salud en el Reino Unido.
El niño de 12 años se une ahora a una desgarradora lista que incluye a Charlie Gard, Alta Fixsler y Alfie Evans: menores a los que, finalmente, se les retiró el soporte vital a pesar de las súplicas de sus familias.
Detrás de cada uno de esos casos se hizo la misma pregunta agonizante, quizás una que no tiene respuesta: ¿Qué constituye la vida y quién debe decidir cuándo se acaba?
Alfie Evans tenía solo 23 meses cuando murió en 2018 después de que los médicos de Liverpool suspendieran su tratamiento.
Llevaba más de un año ingresado en el Alder Hey Childen's Hospital tras sufrir convulsiones. Los médicos le diagnosticaron una enfermedad neurológica degenerativa, aunque nunca pudieron identificarla definitivamente, y lo pusieron en ventilación.
Sus padres, Tom Evans y Kate James, de Bootle, Merseyside, Inglaterra, querían llevarlo en avión a Roma para que recibiera un tratamiento especializado, pero Alder Hey se lo impidió diciendo que el tratamiento no funcionaría y que “no era lo mejor para Alfie”.
Durante una audiencia en el Tribunal Superior, el hospital presentó estudios de imagen que mostraban una “degradación catastrófica de su tejido cerebral” y afirmó que seguir con el tratamiento no sólo era “inútil”, sino también “cruel e inhumano”. Dijeron que había que dejarlo morir.
A esto le siguió un exhaustivo proceso legal que también llevó el caso ante el Tribunal Supremo y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. El Papa Francisco intervino en un momento dado y dijo que se debía permitir a Alfie viajar a Italia. Los simpatizantes, que se autodenominan el Ejército de Alfie, comenzaron a reunirse en el hospital todos los días.
Sin embargo, el soporte vital del menor fue finalmente retirado, y murió el 28 de abril de 2018. Sus padres sostuvieron que se había tomado una decisión equivocada.
El caso también recuerda al de Charlie Gard, que había fallecido menos de un año antes, en julio de 2017, justo una semana antes de su primer cumpleaños.
Había nacido con una rara forma de enfermedad mitocondrial y pasó la mayor parte de su vida en el hospital Great Ormond Street de Londres.
En el momento de su muerte, no podía abrir los ojos ni mover las extremidades y no podía respirar sin un respirador.
Sus padres, Connie Yates y Chris Gard, del oeste de Londres, libraron una batalla legal de cinco meses para que fuera trasladado a Estados Unidos para recibir un tratamiento experimental, y su caso suscitó la simpatía del entonces presidente Donald Trump. Se recaudaron unos US$1,3 millones para financiar el procedimiento, mientras que una petición en la que se exigía que se permitiera a la familia viajar al otro lado del Atlántico fue firmada por 350.000 personas.
Sin embargo, los médicos estaban convencidos de que el tratamiento no podía funcionar y decían que había que dejar que el bebé muriera en paz en el Reino Unido.
En el Tribunal Superior, el Tribunal Supremo y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, los jueces dieron la razón a los médicos. Finalmente se le trasladó a un hospicio donde se le retiró el soporte vital.
Sin embargo, las familias a veces ganan estas batallas.
La familia de Tafida Raqeeb, gravemente discapacitada, ganó un caso histórico en 2019 que les permitió llevarla a Italia para que recibiera tratamiento después de que los médicos dijeran que había que retirarle el soporte vital.
La niña, que entonces tenía cinco meses, había sido sometida a ventilación tras una lesión cerebral traumática y los médicos del Royal London Hospital solicitaron que se le retirara el soporte.
Pero su madre, Shelina Begum, y padre, Mohammed Raqeeb, ganaron la batalla legal en el Tribunal Superior y se les permitió volar a Génova en octubre de ese año.
Hoy, Tafida sigue con vida en un hospital en Italia.
En marzo, Begum dijo: “La niña que dijeron que moriría en dos semanas todavía está viva. He dejado ir, mi ira ya no está, pero ella es la prueba viviente de que ellos estaban equivocados y ella tenía la razón”.