Lin-Manuel Miranda dona millones a artistas puertorriqueños tras María y promete más.
Cuando el huracán María azotó Puerto Rico en septiembre de 2017, Marena Pérez y Aureo Andino se refugiaron en su estudio de ballet. La pareja nunca imaginó que ellos, su hija y los padres de Pérez vivirían allí durante tres meses, durmiendo en sofás cama y dependiendo de un generador de gas.
El huracán de categoría cuatro inundó la casa de Pérez y Andino con cuatro pies (1,22 metros) de agua. Incapaces de regresar a su hogar, los fundadores y directores de Mauro Ballet decidieron abrir sus puertas a la comunidad, impartiendo una clase de danza gratuita cada tarde.
"Se convirtió en un oasis para los bailarines en Puerto Rico", expresó Andino. Pero Mauro Ballet aún enfrentó dificultades: la compañía de danza no generó ingresos durante 18 meses.
Sobrevivió en parte gracias al apoyo del Fondo de Artes Flamboyán, una iniciativa de 22 millones de dólares impulsada por Lin-Manuel Miranda y su familia, financiada principalmente con el dinero recaudado durante una temporada de 2019 del aclamado musical de Broadway "Hamilton" de Miranda en San Juan.
"Los artistas siempre quedan fuera de la conversación", comentó Miranda, dramaturgo y actor galardonado cuyos padres crecieron en Puerto Rico, a The Associated Press. "Queríamos asegurarnos de que no fueran olvidados en los esfuerzos de ayuda".
En lugar de ser olvidados, los artistas asumieron roles esenciales, ayudando al archipiélago a superar la devastación de María y articulando los desafíos que enfrentaron los puertorriqueños.
"Puedes usar las artes de muchas maneras para expresar tus sentimientos y sanar", dijo Pérez.
El Fondo de Artes Flamboyán ha apoyado a 110 organizaciones artísticas puertorriqueñas y 900 artistas. Ahora, la familia Miranda y la Fundación Flamboyán, con sede en D.C., han prometido 10 millones de dólares adicionales para las artes y la cultura puertorriqueñas.
A pesar de los recortes de fondos federales para las artes y las humanidades, la nueva fase de donaciones está destinada a ir más allá de la ayuda de emergencia, impulsando a que las artes y la cultura prosperen e incluso se conviertan en un motor económico para el archipiélago.
"Nos devuelve demasiado", dijo Miranda, de 45 años. "Si alguna vez has disfrutado del trabajo que proviene de esta isla y sus descendientes, invertir en ese futuro es importante".
Artes curativas
El huracán María provocó un estimado de casi 3.000 muertes, la mayoría relacionadas con la falta de electricidad, agua potable y otros servicios. Los daños superaron los 115.000 millones de dólares, y los cortes de energía duraron 11 meses en algunos lugares.
La destrucción fue tan vasta que Marianne Ramírez Aponte, directora ejecutiva y curadora principal del Museo de Arte Contemporáneo en San Juan, temía que el sector cultural no pudiera superarla.
Lo que sucedió fue "todo lo contrario", afirmó.
Los grupos artísticos abrieron sus espacios como centros de socorro y activaron redes de soporte mutuo. Las "brigadas culturales" desplegaron sus talentos para consolar y entretener.
"Fue una situación horrible, pero pudimos demostrar la importancia del arte en el proceso social", dijo Yari Helfeld, directora ejecutiva de la compañía de teatro comunitario Y No Había Luz.
Helfeld recibió solicitudes para actuar de comunidades aisladas en las montañas centrales de Puerto Rico apenas semanas después de la tormenta. Se sorprendió de que le pidieran teatro cuando la gente aún luchaba por acceder a alimentos y agua.
"Dijeron: 'Estás ayudando a sanar el espíritu'", comentó Helfeld.
Los artistas también pudieron canalizar y contextualizar la frustración pública por la lenta recuperación del territorio estadounidense. María expuso las consecuencias de lo que muchos puertorriqueños aún consideran una relación colonial con Estados Unidos.
La ayuda del gobierno federal y local llegó lentamente y, en algunos casos, no llegó en absoluto. Las medidas de austeridad impuestas por el gobierno federal vinculadas a una deuda pública masiva exacerbaron los problemas económicos. Los cortes de energía interrumpieron la vida diaria.
Después de que más de 120.000 puertorriqueños abandonaron el archipiélago en busca de estabilidad, una ola de inversores estadounidenses y extranjeros y trabajadores remotos descendió, empeorando el desplazamiento y los precios.
La poesía, las pinturas y las actuaciones que confrontaban estas realidades ayudaron a las personas a "procesar intelectualmente, emocionalmente, lo que le había sucedido al país", dijo Ramírez Aponte.
Artistas como Rayze Michelle Ostolaza Oquendo expresaron las esperanzas y decepciones del territorio.
“Sueño con la tambora, el repique y el sazón sonando juntas en celebración, porque decidimos como colectiva que nuestra paz merece ser real y no una utopía./ Y luego de descubrir que vivo el sueño ese que tengo de ser puertorriqueña./ Sueño con morirme en esta tierra bendita./ Que me entierren en la montaña cerca de algún flamboyán”, escribió en su poema de 2024 "Ser puertorriqueño".
Una nueva fase
El dinero del Fondo de Artes Flamboyán apoyó becas para Ostolaza Oquendo y otros escritores. Ayudó a pagar el alquiler de estudios y salarios, y restauró un ala inundada del Museo de Arte de Puerto Rico.
La financiación reforzó la resiliencia del sector, equipando museos y centros culturales con paneles solares y baterías, alimentos de emergencia y botiquines de primeros auxilios para continuar con la programación artística y apoyar a las comunidades después de desastres. Un esfuerzo amplio para digitalizar 1.200 piezas de arte y artefactos en todo el archipiélago se convirtió en un salvavidas durante la pandemia de COVID-19, cuando los museos pudieron continuar su programación en línea.
El Fondo Familiar Miranda y la Fundación Flamboyán planeaban finalizar el proyecto después de otorgar los 22 millones de dólares. En cambio, han comprometido más ayuda y alentado a otros donantes a unirse a ellos.
"Porque ha sido exitoso, pero principalmente porque aún se necesita, hemos decidido continuarlo", dijo Kristin Ehrgood, quien cofundó la Fundación Flamboyán con su esposo Vadim Nikitine y se desempeña como su directora general. "La financiación para las artes y las organizaciones artísticas sigue disminuyendo".
El presidente Donald Trump ha propuesto eliminar el National Endowment for the Arts, el National Endowment for the Humanities y el Institute of Museum and Library Services, todos los cuales apoyan a las instituciones puertorriqueñas. El Consejo de Humanidades de Puerto Rico vio su subvención operativa general de 2025 reducida a más de la mitad.
Ehrgood dijo que las dos familias quieren que los nuevos fondos también vayan más allá de la ayuda de emergencia, amplificando el talento de Puerto Rico e incluso estimulando su economía.
El caso de Bad Bunny
Este mes, la superestrella de la música latina y cabeza de cartel del espectáculo de medio tiempo del Super Bowl 2026, Bad Bunny, completó una residencia de 31 conciertos en San Juan que se estima inyectó 733 millones de dólares en la economía local. Bad Bunny también anunció una asociación multianual con Amazon Music que apoyará causas locales.
Su álbum más reciente, "DeBÍ TiRAR MáS FOToS", es una celebración de su tierra natal que muestra a músicos locales y géneros musicales queridos como la plena y la salsa. También denuncia el estatus político del territorio y la lucha contra el desplazamiento en canciones como “LO QUE LE PASÓ A HAWAii”.
Miranda calificó el enfoque de Bad Bunny como "brillante".
Hay más artistas que pueden llevar esos mensajes, si cuentan con respaldo.
"Apoyar voces que hablen en nombre de la isla y cuenten la historia de la isla es un beneficio neto", dijo Miranda. "Puerto Rico siempre nos dice lo que está pasando".
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Esta historia fue traducida del inglés por un editor de AP con la ayuda de una herramienta de inteligencia artificial generativa.