Líderes religiosos se unen en apoyo a inmigrantes que enfrentan la deportación en sur de California
Afuera de una corte de inmigración en el sur de California, la reverenda Oona Casanova Vazquez se sentó junto a un ciudadano peruano nervioso quien esperaba a que un juez lo llamara. Le habló, le sonrió e incluso le ofreció una menta.
Vazquez, pastora principal de la iglesia del Nazareno de South Bay, en Torrance, ha pasado los jueves de este verano con otros líderes religiosos y voluntarios de la iglesia: observan los procedimientos judiciales y reparten folletos sobre la aplicación de la ley migratoria por parte del gobierno del presidente Donald Trump.
“Vengo aquí para estar presente y dar testimonio de estas personas que tienen más valor que yo”, dijo. “Entran por estas puertas sabiendo que podrían ser detenidos. Estoy aquí para ofrecerles fuerza y hacerles saber que son valorados y que oramos por ellos”.
Desde principios de junio, el gobierno de Trump ha intensificado considerablemente los arrestos y redadas migratorias, en especial en el sur de California, y ha detenido a personas en negocios, granjas y espacios públicos como estacionamientos. El miedo se ha extendido en las comunidades inmigrantes de la región, sobre todo entre quienes no tienen un estatus migratorio legal.
Numerosos líderes y grupos religiosos —incluida la Iglesia católica, que cuenta con millones de fieles en la región— han salido a mostrar su respaldo. Así como clérigos con alzacuellos han exhibido su presencia moral y su apoyo en los tribunales, numerosas iglesias y organizaciones sin fines de lucro se han movilizado para entregar alimentos y medicamentos a quienes temen abandonar sus hogares.
Algunas iglesias ofrecen asistencia para el alquiler a los miembros que han perdido o renunciado a sus trabajos por temor. Las congregaciones transmiten en línea servicios religiosos en directo para que la gente no corra el riesgo de asistir a los servicios, que ya no son inmunes a las redadas de inmigración.
Las autoridades del Departamento de Seguridad Nacional han subrayado que no habrá espacios seguros para quienes se encuentran en el país sin autorización legal, han cometido delitos o han intentado socavar la aplicación de la ley migratoria. Han dicho constantemente que sus esfuerzos tienen como objetivo salvaguardar la seguridad pública y la nacional.
Las personas que se encuentran en el país sin permiso pueden evitar ser arrestadas si aceptan la oferta del gobierno de 1.000 dólares y un vuelo gratis a su país de origen, declaró Tricia McLaughlin, portavoz del Departamento.
“Alentamos a cada persona que se encuentra aquí sin autorización a utilizar la aplicación CBP Home y aprovechar esta oferta para preservar la oportunidad de regresar a Estados Unidos por la vía legal correcta y vivir el ‘sueño americano’”, agregó.
Ofrecer apoyo en la corte de inmigración
El clero informa que los migrantes que ven en la corte de inmigración no son delincuentes, sino trabajadores que intentan seguir el proceso y proteger a sus familias. La reverenda Terry LePage, miembro de la Iglesia congregacional unida de Irvine, en el Condado Orange, dijo que ha visto a personas cuyos casos han sido desestimados ser detenidas inmediatamente por agentes de inmigración en los pasillos de los tribunales y trasladadas en camionetas.
“Ves a una familia destrozada, una vida que se desmorona frente a tus ojos”, lamentó. “Lloro mucho estos días. Pero sé que estoy donde Dios necesita que esté. Puedo soportar este dolor, que es muy pequeño comparado con el de ellos”.
Laura Siriani, archidiácona de la diócesis episcopal de Los Ángeles, dirigió una vigilia de oración al mediodía frente al juzgado el 31 de julio. Participaron unas 25 personas.
“Cuando podemos orar juntos y enterarnos de lo que les sucede a nuestros vecinos, nos llena de energía”, comentó. “Tenemos que alzar la voz y ser la voz de quienes no la tienen”.
Jennifer Coria, organizadora de inmigración de Clergy and Laity United for Economic Justice (Clero y Laicos Unidos por la Justicia Económica), un grupo que realiza vigilias de oración en todo el sur de California, explicó que capacitan a pastores y líderes laicos sobre “qué hacer y qué no hacer” en los tribunales y cómo transmitir información de los detenidos a sus seres queridos.
Coria agregó que los voluntarios no preguntan a las personas cómo entraron al país; su objetivo es simplemente apoyar a quienes intentan navegar por el sistema.
El reverendo Scott Santarosa, párroco de la iglesia católica de Nuestra Señora de Guadalupe, ayudó a iniciar un programa interreligioso en la diócesis de San Diego llamado Faithful Accompaniment In Trust and Hope (Acompañamiento Fiel en Confianza y Esperanza) para apoyar a los migrantes que buscan asilo. Dijo que los voluntarios, incluido él mismo, se sienten “desolados” e impotentes al ver cómo arrestan a la gente en los pasillos y se la llevan.
En su parroquia de 2.300 fieles, donde seis de las siete misas se celebran en español, el sacerdote estima que hasta el 40% de los fieles podrían estar en el país sin autorización. Santarosa se inspira en la historia de Cristo al rescatar al apóstol Pedro cuando su fe flaqueó, expuso.
“Se nos pide que hagamos lo imposible”, añadió. “A nadie le gusta sentirse impotente. Pero el Espíritu nos pide que acompañemos a la gente en este momento difícil y que nos sintamos impotentes con ellos”.
En la iglesia católica de Nuestra Señora de la Soledad, en el Valle de Coachella, cerca de 7.000 personas se reúnen para la misa cada fin de semana. El reverendo Francisco Gomez revela que aproximadamente el 20% de sus feligreses residen en Estados Unidos sin estatus legal. Algunos llevan décadas en el país y tienen hijos y nietos.
Le preocupa que los feligreses se aíslen debido al miedo. Se encuentran dentro de la diócesis de San Bernardino, donde el obispo Albert Rojas les otorgó una dispensa para no asistir a misa tras las detenciones migratorias en dos propiedades.
Gomez quiere que la comunidad sepa que “la iglesia no se irá”.
“Estamos aquí. Lo que le pase a cualquiera de nosotros nos va a pasar a todos nosotros”.
Ayuda con alimentos y otros artículos esenciales
El mes pasado, la arquidiócesis de Los Ángeles lanzó su Family Assistance Program (Programa de Asistencia para la Familia) para entregar víveres, comidas preparadas, medicamentos y otros artículos esenciales.
Monseñor Timothy Dyer, pastor de la iglesia católica de San Patricio, mayoritariamente latina, en el sur de Los Ángeles, contribuyó a iniciar el programa, que ayuda a unas 150 familias con artículos de primera necesidad como alquiler, comida, pañales y papel higiénico.
“La comunidad se está uniendo en torno a estas personas”, dijo. “Esto es lo que debe ser una iglesia”.
El pastor Ara Torosian, quien atiende a hablantes de farsi en la iglesia Cornerstone del oeste de Los Ángeles, una congregación protestante multiétnica, llegó a Estados Unidos en 2005 como refugiado tras ser arrestado por contrabandear Biblias a Irán. Dijo que llegó a través de los programas de Catholic Charities (Caridades Católicas) y la Hebrew Immigrant Aid Society (Sociedad Hebrea de Ayuda al Inmigrante), que han sido desmantelados durante el gobierno de Trump y dejado sin vías legales a las minorías religiosas que huyen de la persecución en Irán.
Fieles de Torosian se encontraban entre quienes fueron detenidos en una ola de arrestos migratorios tras la guerra entre Irán e Israel en junio. El pastor dijo que sus feligreses llegaron como solicitantes de asilo durante el gobierno de Joe Biden y contaban con permisos de trabajo.
Al tiempo que una pareja a la que él había bautizado y casado en su iglesia fue arrestada en su domicilio, otra familia —una pareja y su hija pequeña— fue arrestada durante una comparecencia ante uno corte de inmigración. La pareja permanece detenida a la espera de traductores de farsi, pero la familia de tres miembros fue liberada con grilletes electrónicos, dijo Torosian.
“Todos lloramos cuando regresaron al servicio dominical”, dijo.
El pastor recauda fondos para ayudar a estas familias con el alquiler conforme sus casos avanzan. Le preocupa mantener la asistencia para el alquiler, dados los recursos limitados de su iglesia, y pide a los miembros que viven en Estados Unidos sin estatus legal que no asistan a la iglesia.
“Esto es desgarrador en un país como Estados Unidos”, dijo. “Oramos para que la situación cambie”.
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La videoperiodista de The Associated Press Krysta Fauria contribuyó a este despacho desde Los Ángeles.
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