De fiesta vacía a un estadio repleto de gente: cómo una celebración de 15 años en México se volvió viral
Tras una fiesta quinceañera a la que asistió poca gente, el padre de Isela Santiago Morales hizo una publicación en Facebook que disparó una respuesta comunitaria

Bajo un diluvio de flashes de cámaras y un aguacero, Isela Anahí Santiago Morales, de 15 años, salió de un automóvil antiguo y sus amigos formaron un cordón protector mientras se dirigía a un escenario que la esperaba. Apenas seis semanas antes, la fiesta de quince años de Isela —una celebración tradicional latinoamericana de llegada a la madurez que marca el decimoquinto cumpleaños de una chica— había pasado prácticamente desapercibida.
A pesar de los preparativos de sus padres, muchos invitados no acudieron. Isela relató: “Algunos no vinieron. Mi padre dijo que no podíamos desperdiciar la comida, así que publicó en Facebook que nos quedaba suficiente para 40 personas”. Esa simple publicación en las redes sociales transformó inesperadamente la vida de la hija de los basureros locales, que, vestida con un voluminoso vestido rosa, parecía a la vez abrumada y agotada por el repentino protagonismo.
Isela vive con sus padres y su hermana en una modesta casa de madera con techo de hojalata en Axtla de Terrazas, una ciudad de unos 32.000 habitantes en el estado central de San Luis Potosí. Su madre es de ascendencia náhuatl y sus padres se ganan la vida recogiendo basura. Habían estirado sus ahorros para organizar una pequeña fiesta el 9 de julio.

Pero cuando la participación fue escasa, la decepción fue aguda.
Las fiestas de quince años o “quinceañeras” tienen un gran peso cultural en México y América Latina, ya que representan el paso simbólico de la niñez a la edad adulta. Las familias suelen ahorrar durante años para celebrarlas.
La viralidad se produjo cuando un fotógrafo local ofreció una sesión gratuita, seguido del DJ y organizador del evento Jerónimo Rosales, que se comprometió a poner música.
“He sonorizado muchas quinceañeras”, dijo Rosales. Añadió: “Y lo que toda chica quiere es una fiesta bonita, que la gente asista y comparta con ella. Fue horrible que se quedara sola, y pensé: ‘no, no puedo dejarlo pasar’”.

La historia se difundió y empezaron a llegar donaciones de empresas locales y particulares. El Gobierno municipal ofreció el estadio de la ciudad como lugar de celebración. El sábado por la noche, miles de personas acudieron a pesar de los aguaceros torrenciales que interrumpían periódicamente a las bandas.
“Al principio imaginábamos algo pequeño, quizá 150 o 200 personas en una sala pequeña”, dijo Rosales, y continuó: “Nunca pensamos que se convertiría en lo que es ahora”.
Más de una docena de grupos de música locales actuaron gratuitamente en dos escenarios, el Gobierno estatal financió el acto principal que actuó pasada la medianoche, y los políticos locales pronunciaron discursos desde el escenario.
Para el baile coreografiado, que suele ser el momento culminante de cualquier fiesta de quince años, Isela danzó junto a seis adolescentes al son de una canción compuesta especialmente para ella.
Asistieron unas 2.000 personas, algunas de ellas procedentes de todo México e incluso de Texas, EE. UU.
Sarai Rosales (44), de visita desde Dallas, dijo: “Se convirtió en noticia nacional. Cuando lo vimos en la tele en casa, nos emocionamos y decidimos venir. Pensé que la lluvia desanimaría a la gente, pero aquí estamos”.
Por su parte, Yolanda Castro (37), ama de casa que vino con su esposo desde un pueblo vecino, dijo: “Solo la conocíamos por las redes sociales, pero vimos lo que se estaba organizando y decidimos unirnos”.
No es la primera vez que una quinceañera se vuelve viral en el estado: en 2016, millones confirmaron asistencia y miles se presentaron a la fiesta de cumpleaños de una adolescente de San Luis Potosí llamada Rubí Ibarra, luego de que su padre invitara torpemente a “todos” a asistir.

Isela, de voz suave y visiblemente incómoda ante la mirada de las cámaras, pidió a los asistentes que donaran juguetes para niños vulnerables en lugar de traer regalos.
Aun así, durante la velada, abrió un paquete en el escenario y encontró una carta que le otorgaba un terreno de 90 m² en Axtla. Rompió a llorar cuando se dio cuenta de que ahora tenía una propiedad en su ciudad natal.
El Gobierno local también le concedió una beca para continuar sus estudios.
Pero Illiana Ortega, profesora de la antigua escuela primaria de Isela y amiga íntima, dijo que la atención solo sería bienvenida si perduraba: “Lo más importante es que la fiesta no acabe mañana: que las autoridades sigan apoyándola para que pueda cumplir su sueño de ser maestra”, expresó.

La maratónica fiesta se prolongó hasta el amanecer del domingo. La lluvia volvió a caer a lo largo de la noche, pero el público se quedó.
En un momento alejada de la multitud, los nervios de Isela dieron paso a la alegría pura, sonriendo ampliamente mientras cortaba su pastel de cumpleaños junto a Rosales y Ortega.
Ante la pregunta de si le importaba la fama que siguió a su historia viral, Isela se limitó a encogerse de hombros: “No lo sé”.
Por su parte, su padre, Ramón, que lo puso todo en marcha con una publicación en Facebook sobre comida sobrante, pasó casi desapercibido durante la celebración, saliendo una sola vez a la pista de baile para compartir una pieza con su hija.
Para la tranquila adolescente, era algo más que un cumpleaños tardío. Fue un fugaz momento de fama, una fiesta multitudinaria inesperada, y, sobre todo, un momento para ser celebrada por su comunidad, aunque parecía dispuesta a volver a su vida ordinaria una vez que paró la música.
Traducción de Sara Pignatiello