La mundialmente famosa Tomatina de España está de regreso
Miles de personas se preparan para teñir de rojo una ciudad española con pulpa de tomate en la tradicional fiesta de la Tomatina

Miles de personas se preparan para invadir la ciudad española de Buñol este miércoles 27 de agosto, listas para ser empapadas con 120 toneladas de tomates demasiado maduros, mientras la famosa fiesta de la Tomatina celebra su 80.º aniversario. El evento, que dura una hora, transforma este pueblo del este de España en un vibrante espectáculo rojo que atrae a hasta 22.000 participantes.
Muchos asistentes, que llegan desde distintos países del mundo, pagan unos 16 dólares por la entrada y se reúnen en una ciudad donde cubren los edificios con lonas para protegerlos del inminente aluvión. “Cuando empieza, todo es una nube de tomates”, recuerda Adrian Columb, de Irlanda, quien asistió en 1999. “Fue una locura”.
Celebrada cada año el último miércoles de agosto, la Tomatina tiene sus orígenes en una pelea de comida espontánea entre niños locales en 1945. Lo que comenzó como una tradición anual fue prohibido en los años 50 bajo el régimen del dictador Francisco Franco, decisión que generó protestas entre los habitantes. Sin embargo, la cobertura televisiva en los años 80 impulsó a la Tomatina hasta convertirla en un fenómeno nacional con alcance internacional. España reconoció oficialmente la fiesta como un atractivo turístico internacional en 2002, y desde entonces solo se ha suspendido en dos ocasiones: en 2020 y 2021, a causa de la pandemia de coronavirus.
Las enormes cantidades de tomates que se utilizan no se desvían de cultivos destinados a la alimentación; en cambio, se cultivan específicamente para el festival. El vicealcalde de Buñol, Sergio Galarza, explicó: “Si la Tomatina no existiera, estos tomates no se cultivarían porque no habría necesidad”. Este año, los tomates provienen de Don Benito, un pueblo ubicado a más de cinco horas de distancia.
A pesar del caos aparente, el festival no tiene equipos, puntajes ni árbitros, pero sí cuenta con una regla de seguridad fundamental: se recomienda aplastar los tomates antes de lanzarlos para evitar lesiones y no arrojar ningún otro objeto. Muchos asistentes usan gafas de natación y tapones para los oídos como protección. Columb recordó que un amigo suyo terminó con ambos ojos morados: “Aunque él es bastante alto, así que quizá fue un blanco fácil”. El desgaste físico es real, y Galarza, quien asistía desde niño antes de convertirse en principal organizador, lo resume así: “Terminas agotado. Los brazos no te dan más, todo te duele de tanto lanzar y moverte”.
Una vez que concluye la batalla de una hora, señalada por un disparo de cañón, los participantes se dirigen a duchas comunitarias para quitarse la espesa pulpa de tomate que suele alcanzar los tobillos. Aunque la ropa suele quedar manchada de forma irreversible, el ácido cítrico del tomate tiene un efecto limpiador sobre el pavimento, y en pocas horas las calles quedan incluso más limpias que antes.
Aunque en lugares como Florida, Londres, Ámsterdam, Colombia e India han surgido eventos similares, para Galarza la Tomatina sigue estando profundamente ligada a su lugar de origen. “La verdad es que emociona, porque año tras año puedes ver cómo la Tomatina crece y evoluciona,” afirmó. “Y además puedes disfrutar de una fiesta que es supersana”.
Traducción de Leticia Zampedri