Comparación de Trump de protestas estudiantiles con el 6 de enero minimiza el asalto al Capitolio

Ali Swenson
Viernes, 03 de mayo de 2024 19:39 EDT

Donald Trump lamentó esta semana la posibilidad de que los manifestantes propalestinos de la Universidad de Columbia reciban un trato más indulgente que los revoltosos que irrumpieron en el Capitolio de Estados Unidos en enero de 2021, la segunda vez que el expresidente alude a las protestas en curso en el campus para restar importancia a episodios pasados de violencia derechista.

En declaraciones el martes en el pasillo exterior de un tribunal de Manhattan donde se lleva a cabo su juicio penal por pagos a cambio de silencio, Trump cuestionó si los manifestantes estudiantiles que habían tomado un edificio del campus y se habían parapetado en él —y en el que algunos de ellos cometieron actos de vandalismo— recibirían el mismo trato que sus partidarios que atacaron el Capitolio el 6 de enero para impedir la certificación de los resultados de los comicios presidenciales.

“Creo que les puedo dar la respuesta ahora mismo”, dijo. “Y por eso la gente ha perdido la fe en nuestro sistema judicial”.

Las declaraciones de Trump demuestran una vez más cómo él y el Partido Republicano han tratado de minimizar el asalto más mortífero a la sede del poder estadounidense en más de 200 años, argumentando que el comportamiento violento o criminal de la izquierda es una amenaza mayor. Trump ha calificado a los revoltosos de “patriotas increíbles”, y ha hablado abiertamente de la posibilidad de conceder indultos si gana un segundo mandato.

Sus comentarios llegan en plena carrera para recuperar la Casa Blanca y mientras sortea acusaciones en cuatro causas penales distintas. Promueven su posición de que los cargos están siendo orquestados por demócratas para mantenerlo fuera de la residencia presidencial, y que él y sus partidarios son objeto de persecución política por un sistema judicial que en esencia es corrupto.

“Tomaron un edificio. Eso es un gran problema”, dijo Trump sobre los manifestantes de Columbia. “Y me pregunto si lo que les va a pasar será algo comparable a lo que pasó con el 6 de enero, porque están causando mucha destrucción, muchos daños, mucha gente ha quedado malherida. Me pregunto si va a ser el mismo tipo de tratamiento que le dieron al 6 de enero. Veamos cómo acaba todo”.

Horas después, la policía neoyorquina irrumpió en el edificio del campus ocupado por los manifestantes y detuvo a varias docenas de personas. Ante lo ocurrido, Trump dijo el miércoles en un mitin en Wisconsin que la noche anterior Nueva York había estado “sitiada”.

El alcalde de Nueva York, Eric Adams, dijo que quienes habían tomado el edificio de Columbia enfrentarían cargos que incluyen robo, allanamiento de morada y vandalismo criminal. En el ataque del 6 de enero al Capitolio de Estados Unidos, más de 1.350 personas han sido acusadas de delitos federales. Más de 800 han sido sentenciadas, y aproximadamente dos tercios han recibido penas de prisión que oscilan entre unos pocos días y 22 años. Según el Departamento de Justicia, 89 se han declarado culpables de delitos federales graves de agresión a agentes del orden.

Juristas y politólogos dicen que la estrategia de Trump podría ayudar a su campaña, pero señalan que hay marcadas diferencias entre el 6 de enero y las protestas en los campus contra la guerra entre Israel y Hamás. Los estudiantes universitarios se han reunido en campamentos en Columbia y otros campus para pedir un alto el fuego y exigir que sus universidades corten los lazos financieros con Israel.

“Las protestas de Columbia no pretenden impedir la transición pacífica del poder tras unas elecciones, por lo que no amenazan el funcionamiento de la democracia de Estados Unidos”, dijo Richard Hasen, experto en derecho electoral y profesor de la facultad de derecho de la Universidad de California, campus Los Ángeles.

Hakeem Jefferson, profesor adjunto de ciencias políticas en la Universidad de Stanford, dijo que las manifestaciones en un edificio de Columbia que también fue ocupado durante una protesta por los derechos civiles en la década de 1960 reflejan una larga tradición de estudiantes universitarios que “ejercen presión sobre la conciencia” de su país.

“Esta es una tradición de protesta. Perturbadora, sin duda. Molesta para los administradores de la universidad, sin duda”, dijo Jefferson. “Por el contrario, lo que ocurrió el 6 de enero fue un intento violento de interrumpir la transferencia pacífica del poder. No hay tradición de ello en la historia de Estados Unidos. No tiene precedentes. Y por eso deberíamos, por supuesto, tratarlo de forma diferente”.

Algunas de las protestas recientes en los campus universitarios han desembocado en enfrentamientos con la policía, y cientos de estudiantes han sido detenidos. En algunas partes del país, los manifestantes han lanzado botellas de agua u otros objetos a los agentes, y la policía ha utilizado agentes químicos para dispersar a multitudes o se ha llevado a los inconformes entre gritos.

Los comentarios de Trump se basan en una estrategia de los republicanos y de influencers conservadores de redes sociales para redefinir lo que constituye una insurrección, estrategia que forma parte de un intento de influir en la percepción pública sobre lo ocurrido el 6 de enero. Han utilizado el término para describir manifestaciones públicas e incluso las elecciones de 2020 que llevaron al demócrata Joe Biden a la Casa Blanca.

Algunos usuarios de redes sociales calificaron el martes de “insurrección” la toma del Hamilton Hall de Columbia, y dijeron que los medios de comunicación no la describirían así porque las opiniones de los manifestantes se alineaban con la izquierda política. Fox News utilizó esa referencia en un artículo del martes sobre los estudiantes que se manifestaban, indicando que “la insurrección comenzó aproximadamente a las 12:30 de la madrugada”.

Expertos jurídicos dicen que el término “insurrección” tiene un significado específico —es un levantamiento violento en contra de la autoridad gubernamental—, y que las protestas que no implican un intento de desmantelar o reemplazar un gobierno no deberían clasificarse de esa manera.

El martes fue la segunda vez en una semana que Trump ha comparado las protestas en el campus con episodios pasados de violencia ultraderechista.

La semana pasada dijo que la manifestación mortal de 2017 en Charlottesville, Virginia, donde supremacistas blancos con antorchas corearon “los judíos no nos reemplazarán”, no fue “nada” en comparación con el antisemitismo exhibido en las protestas del campus.

“El odio no era el tipo de odio que hay aquí”, manifestó.

Volvió a esa misma referencia en su comentario afuera del tribunal el martes, diciendo: “Charlottesville no es nada comparado con lo que están viendo ahora”.

En las protestas en el campus se han enfrentado estudiantes entre sí, y los videos muestran ocasiones en que los manifestantes profieren comentarios antisemitas y amenazas violentas. Algunos estudiantes judíos dicen que la retórica de odio les ha hecho temer entrar en el campus.

Mientras tanto, los organizadores de las protestas, algunos de los cuales son judíos, dicen que se trata de un movimiento pacífico cuyo objetivo es defender los derechos de los palestinos y protestar contra la guerra.

La Universidad de Columbia dijo el martes que los estudiantes que ocuparon el Hamilton Hall se enfrentarían a la expulsión.

“Los manifestantes han optado por agravar la situación a un nivel insostenible —vandalizando la propiedad, rompiendo puertas y ventanas y bloqueando las entradas—, y estamos cumpliendo las consecuencias que expusimos ayer”, dijo Ben Chang, portavoz de la universidad.

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La periodista de The Associated Press Melissa Goldin en Nueva York contribuyó a este despacho.

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The Associated Press recibe apoyo de varias fundaciones privadas para mejorar su cobertura explicativa de las elecciones y la democracia. La AP es la única responsable de todos los contenidos.

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