Presentador de noticias drag hace historia LGBTQ+ en la televisión mexicana

Megan Janetsky,Fernanda Pesce
Viernes, 02 de febrero de 2024 01:43 EST

Guillermo Barraza vibra con una energía nerviosa mientras observa su transformación.

Unas manos pintan con delicadeza franjas de sombra de ojos de color rosa brillante en el rostro anguloso de Barraza mientras los presentadores de noticias y un equipo de maquillaje bailan a su alrededor.

Esta noche, en un estudio de televisión ubicado en el corazón de la Ciudad de México, Barraza hace historia.

A través de Amanda, su personaje drag, el periodista de 32 años se convierte en la primera drag queen en conducir un programa de noticias en la historia de la televisión mexicana.

Al ponerse bajo el brillo de las luces del estudio, Barraza ha buscado romper con lo establecido en un lugar donde tanto las personas LGBTQ+ como los periodistas son brutalmente asesinados. Y lo hace en un momento en el que el tema ha vuelto con fuerza al debate público tras la muerte violenta de uno de los invitados a su programa, una de las figuras queer más destacadas del país quien después fue encontrado sin vida junto a su pareja con decenas de cortes de cuchilla de afeitar en todo el cuerpo.

“Al tener un alter ego tienes menos problemas porque no pueden acosar a un personaje. Tienes más libertad para hablar”, dijo. “Hay muchas cosas que Guillermo no haría o diría y que Amanda no se lo piensa dos veces”.

Mientras lo dice, su maquilladora le ayuda a ponerse una peluca de rizos rubios mientras Barraza se desliza en un blazer morado. Cada pieza es como una capa más de una armadura repleta de lentejuelas, hasta que lo único que queda de Barraza es una sonrisa juguetona bajo un pintalabios morado.

“Vamos, vamos”, dice Barraza al caminar por unos pasillos donde cada golpe de sus botas de tacón suena como un desafío a una sociedad que durante mucho tiempo ha rechazado a personas como él.

“Rockstar”, añade al empujar las pesadas puertas de metal hacia el set.

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Desde sus inicios, el programa “La Verdrag” tuvo como objetivo transformar radicalmente la manera en que se ve a la comunidad LGBTQ+ en la sociedad mexicana. Emitido por primera vez en octubre, el espacio va a contracorriente en un país machista y donde casi 4 de cada 5 personas se identifican como católicas.

El programa — un juego de palabras que mezcla las palabras “verdad” y “drag” —, surgió cuando Barraza, periodista desde hace 10 años, presentó el noticiero diario de la televisora pública Canal Once en drag durante la celebración del Orgullo en junio.

En un primer momento, la avalancha de comentarios de odio que siguieron asustó a Barraza, quien ya había recibido dos amenazas de muerte cuando trabajaba como periodista en el norte de México. Pero pronto, los empujaron a él y al canal a abrir un espacio donde abordar temas LGBTQ+ de una manera más formal.

“Esto, hace apenas unos años, hubiera sido completamente impensable: hablar de transexualidad, género, drag”, señaló Vianey Fernández, una directora de noticias de Canal Once. “Queremos abrir espacios para la comunidad LGBTQ+ y tenemos que hacerlo con una perspectiva seria, reconociendo no solo sus derechos sino también sus capacidades".

En México, el drag — el acto de vestirse con atuendos exagerados que desafían los estereotipos de género — se ha empleado desde hace mucho en programas de entretenimiento y comedia como “El show de Francis”, “Las hermanas vampiras” y “Desde Gayola”.

Los programas solían incluir insultos a la comunidad LGBTQ+ y estereotipos caricaturescos. Aun así, dieron pasos clave para abrir espacios para la comunidad queer en México, dijo Jair Martínez, investigador de Letra S, una organización mexicana de derechos.

“Son pioneras de la demostración de cómo uno puede transformarse de víctima en un sujeto, en un sujeto activo, un sujeto con agencia y la capacidad de resistencia”, dijo.

Al crecer como una persona gay en la hiperconservadora ciudad norteña de Culiacán, Sinaloa, Barraza nunca vio en la pantalla del televisor de la familia ejemplos de diversidad sexual con los que identificarse realmente.

En los canales de noticias, las únicas veces que se hablaba de diversidad sexual era tras un crimen de odio o un asesinato brutal. En la escuela, la gente hacía lo imposible para no parecer gay. Con una familia a la que todavía le cuesta aceptar su expresión pública de género, Barraza dijo que solo se convirtió en sí mismo cuando se involucró en un grupo teatral, donde nació su personaje de Amanda.

“En Sinaloa te enseñan a no ser gay”, apuntó Barraza. “Históricamente éramos la burla, éramos objeto de entretenimiento”.

En otros países, con el auge de programas como “RuPaul’s Drag Race”, el drag se ha mezclado gradualmente con la cultura popular. Pero el drag se emplea desde hace mucho tiempo como herramienta de resistencia, especialmente cuando la comunidad LGBTQ+ está “bajo ataque”, explicó Michael Moncrieff, un investigador de la Universidad de Ginebra que ha estudiado la historia de las drag queens.

Los primeros ejemplos se remontan a las “molly houses” de la Inglaterra del siglo XVIII, lugares de reunión secretos donde la gente se vestía con ropa del sexo opuesto y que con frecuencia eran allanados por las autoridades porque la homosexualidad todavía era un delito capital. En Estados Unidos, el drag se convertiría más tarde en una parte integral del llamado Renacimiento de Harlem, y las drag queens en los rostros de la resistencia en momentos clave como la era McCarthy.

En los últimos 15 años, la práctica se ha extendido por todo el mundo, desde Israel o Moscú a partes de África, reportó Moncrieff, y en Estados Unidos continúa utilizándose para combatir una ola de leyes y prohibiciones anti-LGBTQ+.

“Son los luchadores de su comunidad”, dijo Moncrieff. “Las drag queens estaban dispuestas a hacer cosas que nadie más quería hacer”.

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Barraza inicia su programa con un ademán ostentoso característico, de pie en un escenario rodeado por tres pesadas cámaras y por productores con auriculares que lanzan una cuenta regresiva “cuatro, tres, dos, uno”.

Hoy, con un vestido de gala azul y morado, Barraza da un giro, mira a cámara con la barbilla levantada y dice: “Bienvenidos a La Verdrag, el programa donde las minorías se convierten en mayoría”.

Con una duración de 40 minutos, el programa de Barraza recorre los principales titulares del día: el género en las elecciones de México previstas para 2024, los derechos humanos en una migración histórica hacia Estados Unidos y la violencia contra las poblaciones queer. El resto del programa gira en torno a historias y entrevistas profundamente documentadas, cada una de las cuales muestra una capa diferente de la diversidad sexual en el país.

Una semana es una inmersión profunda en la vida de los y las jóvenes transgénero en México, la siguiente es una entrevista con Ociel Baena, la primera persona de género binario que ocupa un cargo judicial en Latinoamérica. Baena — una de las figuras LGBTQ+ más reconocibles del país — rompió una barrera tras otra y se volvió un emblema de la lucha por una visibilidad defendida también y desde hace mucho por las drag queens.

“Cada vez ha ido aumentando el discurso de odio hacia mi persona, lo he visto en redes sociales. Pero lo más lamentable son las amenazas de muerte que he estado recibiendo últimamente”, dijo Baena. “Son ingredientes que generan un caldo de cultivo para los homicidios”.

Con blazer, zapatos plateados de tacón alto, una falda blanca y su característico abanico arcoíris, sería la última entrevista televisiva que le magistrade daría. Apenas unas semanas después, Barraza recordaría que cruzar la línea en un lugar como México puede tener consecuencias mortales.

Baena fue encontrade sin vida junto a su pareja, Dorian Herrera, en su casa en el estado de Aguascalientes, en el centro de México, el 13 de noviembre de 2023. Su cuerpo presentaba casi dos decenas de cortes de cuchilla de afeitar. Estos decesos atormentaron a Barraza y a muchos en la comunidad queer mexicana.

Apenas unas horas después de que se descubriera el cuerpo de Baena, la fiscalía de Aguascalientes afirmó que habría sido presuntamente asesinado por su pareja, quien luego se quitó la vida. Esto es algo que las autoridades suelen hacer: calificar un caso como “crimen pasional” y archivarlo rápidamente en un país donde casi el 99% de los crímenes quedan sin resolver.

La hipótesis del “crimen pasional” fue rechazada rápidamente por otros funcionarios mexicanos y por la comunidad LGBTQ+ del país, que afirmó que se trataba de otro intento de las autoridades para encubrir la violencia que sufren.

Los activistas siguen exigiendo una investigación más profunda y con perspectiva de género que tenga en cuenta las crecientes amenazas de muerte contra Baena y la violencia histórica contra la población LGBTQ+. En el primer mes de 2024, autoridades y grupos de derechos humanos registraron al menos tres asesinatos de personas trans.

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Reunido con un grupo de amigos en su apartamento de la Ciudad de México después de ver la primera emisión de “La Verdrag”, Barraza repasaba filas de comentarios de odio que inundan las redes sociales de Canal Once, algo que iría a más con cada emisión.

“‘Dios prohíbe la perversión; solo Satanás es feliz con la podredumbre de este mundo’”, lee Barraza entre carcajadas, haciendo chistes con su característica soltura.

Detrás hay un manto de miedo, un recordatorio del peso de lo que está emprendiendo.

Además de ser uno de los lugares más letales para ejercer el periodismo en el mundo, México tiene una de las tasas más altas de violencia contra las comunidades LGBTQ+ en Latinoamérica, una región donde los crímenes de odio y la violencia de género son numerosos.

“No sería el primer periodista al que asesinan y no sería el último”, dijo. “Mi mayor temor es que lo que estoy haciendo haga daño a otras personas: a mi pareja, a mi madre, a mi hermano”.

En los últimos seis años, el grupo de derechos humanos Letra S ha documentado al menos 513 asesinatos selectivos de personas LGBTQ+ en México. Los casos de violencia han aumentado en el último año, indicó Martínez, el investigador de Letra S que documenta el número de decesos.

Los asesinatos de personas con diversidad sexual suelen caracterizarse por presentar una especial brutalidad, con cuerpos mutilados por sus asesinos. Si bien una víctima ordinaria de un homicidio en México puede ser apuñalada una vez y mostrar signos de golpes, Martínez afirmó que ha visto casos de personas LGBTQ+ con hasta 20 puñaladas, a las que se les amputaron los genitales y se les escribieron mensajes en el cuerpo.

“No solo se trata de acabar con la víctima, sino de emitir un mensaje contra la población en general. Por eso esta brutalidad tiene esa intención de ser, en cierta medida, como disciplinar, como de ejemplificar lo que le puede pasar a las otras personas LGBTQ+”, explicó Martínez.

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Barraza contempla un mar de miles de dolientes con velas y banderas del Orgullo a mediados de noviembre, con la tristeza pintada en su rostro normalmente animado.

Casi todas las superficies están salpicadas de fotografías de le magistrade Baena, quien unas semanas antes se había sentado frente a Barraza hablando de las crecientes amenazas de muerte que ambos recibieron por su trabajo y su activismo.

Su muerte violenta conmocionó a la comunidad LGBTQ+ de México, que considera que Baena lideró su lucha por la visibilidad. Cánticos de “¡Justicia, justicia!” flotaban sobre Barraza, cuya mente daba vueltas por los comentarios de odio que aparecían en las redes sociales de “La Verdrag”.

“Dos enfermos mentales”, decía uno. “Justicia divina”, apuntaba otro. “Una semana borracho celebrando su asesinato; el mundo es mejor”, rezaba uno más.

Recuerda a Baena sonriendo y riendo a su lado detrás de las cámaras de su estudio.

“Mi madre me escribió esta mañana sumamente preocupada. Varios amigos me escribieron esta mañana diciendo: ‘Wey, bájate, no hables de política, cuídate mucho, protégete’”, contó Barraza.

Mientras camina junto a miles de personas por la arteria principal de la Ciudad de México, las lágrimas comienzan a correr por su rostro. Su pareja, Francisco García, lo abraza y avanzan tomados de la mano.

“En este país no está seguro nadie”, dijo Barraza. “Mientras más expuesto, más visible estás y más quieres luchar para hacer un cambio, más te pones el tiro blanco en el pecho. Y si nos toca poner el pecho, nos va a tocar el pecho, ni modo, porque el miedo no nos va a ganar”.

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