Medidas de Biden en materia de migración podrían cambiar la visión del electorado
En el transcurso de dos semanas, el presidente estadounidense Joe Biden ha impuesto fuertes restricciones a los migrantes que solicitan asilo a Estados Unidos al tiempo que le ha ofrecido la ciudadanía a cientos de miles de personas sin estatus legal que de antemano viven en el país.
Las acciones en paralelo —la primera para ayudar a los inmigrantes que radican sin autorización legal en Estados Unidos, la segunda para impedir que otros entren por la frontera— dan al presidente la oportunidad de hacer frente a uno de los mayores puntos vulnerables para su campaña de reelección.
Los estadounidenses en general desaprueban la gestión de Biden de la inmigración y se muestran más a favor del enfoque del presunto candidato republicano Donald Trump, cuyo gobierno impuso políticas de línea dura como la separación de familias inmigrantes y que ahora ha propuesto la mayor operación de deportación de la historia de Estados Unidos si es elegido de nuevo.
Aunque la Casa Blanca afirma que sus medidas más recientes no pretenden contrarrestarse entre sí, los cambios de política en el año electoral ofrecen algo tanto para los votantes que piensan que la aplicación de las leyes fronterizas es demasiado indulgente como para los que apoyan ayudar a los inmigrantes que viven sin autorización en Estados Unidos. Adoptan el enfoque general de la Casa Blanca desde que Biden asumió el cargo, utilizando una combinación de políticas para restringir la inmigración no autorizada y ofrecer ayuda a quienes ya están en el país.
Trump y republicanos de alto rango han arremetido contra Biden por el número récord de encuentros en la frontera, y algunos han sugerido sin pruebas que Biden está instigando una supuesta “invasión” para afectar a las elecciones. Endurecer las normas de asilo como hizo Biden podría de hecho reducir los cruces fronterizos irregulares.
Por otra parte, ayudar a las personas establecidas en el país desde hace tiempo a obtener la ciudadanía podría aplacar las críticas de los defensores de la inmigración y de los sectores liberales de la coalición demócrata de Biden que se oponían a las nuevas restricciones fronterizas presentadas a principios de este mes.
Una encuesta realizada en marzo por The Associated Press y el Centro NORC para la Investigación de Asuntos Públicos reveló que sólo 3 de cada 10 estadounidenses aprobaban la gestión de Biden en materia de inmigración. Una proporción similar aprobaba su gestión de la seguridad fronteriza. En la misma encuesta, cerca de la mitad de los adultos estadounidenses dijo que Biden es extremadamente o muy responsable de la situación actual en la frontera entre Estados Unidos y México, en comparación con cerca de un tercio que dijo que Trump era extremadamente o muy responsable.
La última medida de Biden fue respaldada por el congresista Tom Suozzi de Nueva York, un demócrata moderado que ganó unas elecciones especiales en febrero para sustituir al expulsado exlegislador republicano George Santos. La contienda de Suozzi se centró en gran medida en la inmigración y en las dificultades de la ciudad de Nueva York para acoger a miles de inmigrantes trasladados en autobús desde la frontera entre Estados Unidos y México.
Suozzi describió la primera vez que fue elegido alcalde de Glen Cove, en Nueva York, en 1994 y ayudó a organizar centros de asistencia a grupos de inmigrantes que esperaban en las esquinas a que les dieran trabajo como jornaleros.
“La realidad es que esos mismos tipos que estaban en las esquinas en 1994, hoy son dueños de sus propios negocios, de sus propias casas y sus hijos fueron a la escuela con mis hijos”, dijo Suozzi en una llamada con periodistas. “Tenemos que pasar a la acción. La gente está harta de esto”.
Van Callaway, una peluquera de Mesa, Arizona, que utiliza los pronombres ellos/ellas, votó por Biden hace cuatro años, pero se sintió decepcionada al oír que el presidente estaba dificultando la solicitud de asilo. Pero también se mostraron escépticos sobre si el plan del presidente de ayudar a los cónyuges de ciudadanos estadounidenses llegará realmente a buen puerto.
“Me gustaría que fuera un proceso más fácil para que la gente que necesita estar aquí pudiera estar aquí”, dijo Callaway, de 29 años. “Y me gustaría que hubiera más amor y aceptación al respecto. Y más empatía. Siento que si hubiera mucha empatía sobre la inmigración en general, el mundo sería mucho mejor”.
El Departamento de Seguridad Nacional calcula que unos 500.000 cónyuges de ciudadanos estadounidenses estarán protegidos por la más reciente medida de Biden, al igual que 50.000 hijos de padres no ciudadanos. Según la Casa Blanca, los beneficiarios llevan una media de 23 años en Estados Unidos.
Ese no será el caso de la mayoría de los recién llegados a la frontera entre Estados Unidos y México que no pueden solicitar la ayuda debido a la otra medida ejecutiva de Biden. No obstante, la Casa Blanca señala que ha tomado otras medidas para facilitar la llegada de nuevos inmigrantes al país.
Dado que los legisladores republicanos “se niegan a abordar nuestro maltrecho sistema de inmigración”, el gobierno “ha tomado medidas para asegurar nuestra frontera y mantener unidas a las familias estadounidenses en Estados Unidos”, dijo Angelo Fernandez Hernandez, un portavoz de la Casa Blanca.
Esto incluye la creación el año pasado de un programa que permite a personas de Cuba, Haití, Nicaragua y Venezuela ingresar a Estados Unidos si cuentan con un patrocinador financiero, pasan una comprobación de antecedentes y vuelan a un aeropuerto del territorio estadounidense —que casi 435.000 personas habían utilizado a finales de abril. El gobierno federal también amplió los programas de visados de trabajo temporales H-2 y estableció centros de tramitación lejos de la frontera estadounidense, en países como Guatemala y Colombia.
Sin embargo, el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Mike Johnson, acusó a Biden de “intentar jugar a dos bandas”.
Y Trump señaló que la acción de Biden sobre el asilo era simplemente “por el espectáculo”, sugiriendo que el presidente está “dando amnistía masiva y ciudadanía a cientos de miles de ilegales que sabe que al final votarán por él".
Callaway dijo que decidir por quién votar este año será intenso, “un acertijo realmente duro.” Están preocupados por la agenda del segundo mandato de Trump, pero también furiosos por el enfoque de Biden sobre la guerra de Israel en la Franja de Gaza, y no les entusiasma apoyar a un candidato de un tercer partido que probablemente no pueda ganar. Unas políticas fronterizas más duras serán otro golpe contra Biden, comentaron.
“Te dirá lo que quieres oír, pero no suele cumplirlo”, dijo Callaway. “Da la sensación de que las cosas que llevan a cabo están alimentadas por los prejuicios y ese extraño sentimiento de victimismo”.
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Weissert informó en Washington.