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La espectacular derrota del partido gobernante en Honduras genera reflexión y críticas

Christopher Sherman
Viernes, 12 de diciembre de 2025 02:45 EST

Durante más de 30 años, Javier Gámez y María Barahona trabajaron, ahorraron y estudiaron para sacar a su familia adelante. Gámez llenaba bolsas con arena del río Choluteca, que serpentea por la capital hondureña, y lustraba zapatos en un parque del centro mientras Barahona vendía plátanos y naranjas de una canasta.

Continuaron su educación, se convirtieron en contadores y criaron a tres hijos que ahora son adultos con carreras profesionales. Las familias de clase trabajadora como la suya formaron la base del gobernante Partido Libertad y Refundación, o LIBRE, un movimiento construido sobre la izquierda política de Honduras tras el golpe de Estado de 2009 que derrocó al presidente Manuel "Mel" Zelaya.

Hondureños con recursos limitados lanzaron el movimiento a la contienda política, marchando, organizándose, haciéndose oír, porque creían que LIBRE, a su vez, velaría por ellos. En 2021 dio sus frutos y Xiomara Castro, esposa de Zelaya, ganó la presidencia con más del 50% de los votos.

Cuatro años después, el partido está dividido por luchas internas y trata de asimilar la espectacular derrota de su candidata presidencial Rixi Moncada, que obtuvo menos del 20% de los votos en los comicios del 30 de noviembre. En otra tumultuosa elección sin un claro ganador casi dos semanas después, una cosa es segura: LIBRE perdió estrepitosamente, castigado en parte por su propia base.

Moncada y otros culpan la intromisión de última hora del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, con su respaldo al conservador Nasry Asfura, del Partido Nacional, y el indulto al expresidente Juan Orlando Hernández. Pero incluso Zelaya reconoció el martes por la noche que los propios datos del partido mostraban que el conservador Salvador Nasralla había ganado. Oficialmente, Asfura aventaja a Nasralla en un punto porcentual.

Una noche, mientras aún se contaban los votos, Gámez —trabajador electoral de LIBRE— y Barahona —coordinadora de barrio de la formación—, ambos de 49 años, se sentaron en un banco en un parque de Tegucigalpa analizando la derrota del partido al que aún apoyaban en esta elección, aunque con menos entusiasmo.

La pareja y otros señalaron que había indicios de problemas desde el principio. Apuntaron que las familias de clase trabajadora no recibieron la ayuda que esperaban y que el gobierno de Castro adoptó algunas de las peores características de los de sus predecesores. Ella había prometido transparencia y no cumplió con prioridades como combatir la corrupción y desvincular al narcotráfico de la política.

Un comienzo ominoso

Una de las primeras cosas que hizo el gobierno de Castro al asumir el poder en 2022 fue impulsar una amplia ley de amnistía para personas vinculadas al ejecutivo de su esposo más de una década antes, citando persecución política. Para alguien que había hecho de la erradicación de la corrupción un eje central de su campaña, esto generó una inquietud inmediata.

Luego, no logró establecer una misión anticorrupción con apoyo de Naciones Unidas, como había prometido durante la campaña.

En 2023, un grupo de control del gobierno hondureño hizo público un informe sobre el alto nivel de nepotismo en el ejectivo de Castro. Un mes después, la directora del grupo dijo que huyó del país con su familia tras recibir amenazas.

En agosto de 2024, Castro dijo que pondría fin al tratado de extradición con Estados Unidos después de que el embajador estadounidense cuestionara una visita de funcionarios militares hondureños a Venezuela. Fue en virtud de ese acuerdo que el gobierno de Castro extraditó a Hernández, expresidente del Partido Nacional, a Estados Unidos por cargos de narcotráfico. Revirtió la decisión sobre el tratado en febrero, tras conversaciones con la Casa Blanca.

El año pasado, se publicó un video grabado en 2013 que supuestamente mostraba a narcotraficantes ofreciendo más de 525.000 dólares al cuñado de la mandataria y líder del Congreso, Carlos Zelaya. En la grabación, que formaba parte de una investigación de InsightCrime, el cuñado de Castro decía que la mitad del dinero iría al “comandante”, una aparente referencia a su hermano, Manuel Zelaya. Carlos Zelaya reconoció haberse reunido con el líder de una organización de narcotráfico y renunció, pero dijo que desconocía su actividad.

“No cumplieron las promesas básicas que hicieron, pero luego, mientras gobernaban, también le recordaron a la gente el pasado que habían votado en 2021 para dejar atrás”, señaló Rachel Schwartz, experta en política centroamericana de la Universidad de Oklahoma.

Fallos internos e interferencia externa

La noche después de las elecciones, unos pocos cientos de simpatizantes de LIBRE se congregaron en la sede del partido para escuchar a Moncada hablar sobre los resultados parciales y preliminares que ya la situaban en un distante tercer lugar.

Parados al otro lado de la calle, Obed Godoy, quien trabaja en una imprenta gubernamental, y Fanny Rodríguez charlaban sobre la situación. Rodríguez estaba pegada a su celular y leía ocasionalmente en voz alta acusaciones de fraude que veía en las redes sociales.

Lamentaron la interferencia de Trump y Rodríguez denunció la hipocresía de un presidente de Estados Unidos que, según ella, ve a todos los migrantes latinos como criminales, pero deja libre al expresidente Hernández, condenado por narcotráfico en el país.

Para Godoy, Castro logró cosas y mencionó un programa gubernamental que subsidia la electricidad y que permitió que, según el gobierno de la presidenta, unas 900.000 familias pobres tuvieran suministro eléctrico gratuito.

Aun así, a la pregunta de si el legado de Castro había ayudado o perjudicado a Moncada, Rodríguez dijo que le ayudó “un poco”, pero citó como manchas el video del cuñado de Castro con narcotraficantes y un reciente escándalo en el Ministerio de Desarrollo Social sobre el desvío de fondos a políticos del partido.

El fantasma comunista

Al otro lado de la capital, en el barrio El Manchén, Karla Godoy llevaba la compra a casa acompañada por su hijo adulto.

Empleada del Ministerio de Agricultura durante 16 años y simpatizante de LIBRE, Godoy también dijo mencionó éxitos del gobierno de Castro como la construcción de hospitales y la entrega de subvenciones en efectivo a los agricultores. Y culpó a la prensa afín a la oposición de no hablar de las cosas buenas que hizo el ejecutivo.

La mujer, de 54 años, reconoció “algunos fracasos” de los líderes del partido y reprendió a otros simpatizantes de LIBRE por apoyar a otras formaciones esta vez debido al alarmismo de Trump y a la oposición hondureña de que Moncada llevaría a Honduras por el camino del autoritarismo como Venezuela, Cuba o Nicaragua.

Castro y Moncada fueron de las primeras figuras regionales en felicitar públicamente al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, por su supuesta victoria en una elección que se cree ampliamente que perdió por un amplio margen el año pasado.

El hijo de Godoy, Julio César Godoy, de 31 años, fue menos generoso con sus compatriotas y apuntó que se perdió "por la idiosincrasia de que los hondureños somos idiotas, nos dejamos creer que el comunismo venía”.

Problemas en la cúpula

La excongresista de LIBRE María Luisa Borjas fue igual de directa, pero sobre el liderazgo del partido.

La ex comandante de asuntos internos de la policía dijo que estaba claro desde el principio que el gobierno de Castro fallaría, en parte porque colocaron a “personas incompetentes” en varios puestos de toma de decisiones. Esto derivó en un voto de protesta al haberse despreocupado sobre el bienestar de la población, agregó.

Para Schwartz, la incapacidad del gobierno para ejecutar algunas de sus funciones básicas forma parte del legado de un sistema político arraigado en el clientelismo, donde los puestos se reparten a cambio de apoyo político.

Barahona, sentada junto a Gámez, señaló que notaba el respaldo del ejecutivo de Castro en las carreteras construidas y las escuelas reparadas, pero reconoció que no había respondido a su base electoral. Aun así, se mostró sorprendida por la magnitud del voto de protesta.

“Queríamos un cambio para el país, pero la gente en la cima nos traicionó”, dijo Gámez.

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Esta historia fue traducida del inglés por un editor de AP con la ayuda de una herramienta de inteligencia artificial generativa.

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