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Jeannette Jara, la candidata comunista que aspira a dar continuidad al oficialismo chileno

Nayara Batschke
Miércoles, 12 de noviembre de 2025 11:18 EST

Militante, dirigente sindical, ministra. A los 51 años Jeannette Jara se define como la “hija del Chile real” y acumula un extenso historial político que confía en seguir ampliando con su carrera para convertirse en la primera presidenta comunista desde el regreso de la democracia en 1990.

Jara encabeza la candidatura que disputará el próximo domingo las elecciones presidenciales del país sudamericano como única representante de la coalición Unidad por Chile, que aglutina a las fuerzas de izquierda y centroizquierda tras salir vencedora de las primarias realizadas en junio.

Es la primera vez que un comunista representa a toda la izquierda en la historia chilena.

Con un estilo pragmático y negociador, su postura política se caracteriza por la convicción ideológica pero también por la apertura al diálogo, lo que le ha permitido solventar diferencias dentro del gobierno del actual mandatario Gabriel Boric, de quien fue ministra del Trabajo, y su propio Partido Comunista.

Su origen humilde

Hija de un ama de casa y un mecánico, Jara es la mayor de cinco hermanos y la primera de su familia en pasar por la universidad. En un primer momento optó por estudiar Derecho, pero finalmente se decantó por Administración Pública, título que recogió en 1997 en la Universidad de Santiago de Chile.

Nacida el 23 de abril de 1974 en la comuna de Conchalí de la capital chilena, entre un mitin y otro Jara siempre ensalza su orígenes humildes.

“Yo vengo de una población (barrio pobre) y sé el daño que hace la droga y sé la frustración que la gente tiene cuando no puede sacar a sus hijos de ahí”, dijo en declaraciones a The Associated Press en octubre.

Su forma cercana de hablar permitió que parte de la población se identificara con ella, sobre todo entre los sectores más vulnerables.

Asimismo, Jara despuntó en las preferencias en gran medida gracias a sus logros al frente del Ministerio de Trabajo, donde impulsó una serie de iniciativas —muchas de las cuales figuraban entre las demandas de las masivas y violentas protestas que tomaron las calles del país en 2019 y 2020—.

Entre ellas, logró la reducción de la jornada laboral a 40 horas semanales, la implementación de una ley contra el acoso laboral y la reforma de las pensiones. También lideró las negociaciones para el aumento del salario mínimo, que a partir del 1 de enero ascenderá a 539.000 pesos (unos 565 dólares) y logró sellar acuerdos tanto con empresarios como con la oposición.

Consistencia política

Entre los sectores de izquierda consolidó su popularidad por su consistencia política, pese a que es considerada una figura menos dogmática que otros líderes del Partido Comunista, una de las formaciones más antiguas de Chile, el tercer partido con más afiliados del país e histórica cuna de grandes referentes culturales como el escritor Pablo Neruda y el cantautor Víctor Jara.

Fue precisamente en las filas de las Juventudes Comunistas donde inició su militancia, a las que se unió cuando tenía 14 años en el final de la dictadura militar de Augusto Pinochet (1973-1990).

A lo largo de su carrera política Jara se desempeñó como subsecretaria de Previsión Social durante el segundo mandato de Michelle Bachelet (2014-2018) y fue una destacada dirigente estudiantil y social.

En 1997 fue presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Santiago y posteriormente ejerció como administradora pública en el Servicio de Impuestos Internos, donde también fue dirigente sindical de la Asociación de Fiscalizadores.

Pero si por un lado muchos ven su constancia en la militancia como un logro admirable, otros abogan que podría ser su talón de Aquiles: aunque todos los sondeos la señalan como vencedora de los comicios del domingo, Jara no obtendría los votos suficientes para elegirse en primera vuelta y perdería virtualmente en todos los escenarios en la segunda ronda.

Ante el complejo tablero, la comunista ha intentado desmarcarse de algunas posturas de la cúpula de su partido. No ha respaldado públicamente a Cuba y calificó al gobierno de Venezuela como una “dictadura”. En la esfera económica ha defendido alianzas entre los sectores público y privado.

Y si a lo largo de la campaña hizo hincapié en que, de ganar la presidencia, no gobernará a “los militantes de un partido” sino a todo Chile, a pocos días de las elecciones tomó un paso concreto para catapultar apoyos al prometer que, de ser elegida, “lo más probable es que suspenda o renuncie” a la militancia comunista.

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