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Las palabras cotidianas que podrían delatar a una persona narcisista

Las personas con rasgos de personalidad más oscuros tienden a usar un lenguaje más hostil, negativo y desconectado

Quienes presentan rasgos narcisistas o manipuladores suelen evitar palabras como “nosotros”, que implican vínculo social
Quienes presentan rasgos narcisistas o manipuladores suelen evitar palabras como “nosotros”, que implican vínculo social (iStockphoto)
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¿Es posible detectar disfunciones de la personalidad a partir del lenguaje cotidiano? Nuestra investigación sugiere que sí —y que, en muchos casos, esas señales aparecen antes de lo que imaginamos.

Ya sea en un mensaje de texto breve, un correo extenso, una charla informal o un comentario en redes sociales, las palabras que elegimos revelan, de forma sutil, pero consistente, patrones profundos sobre cómo pensamos, sentimos y nos relacionamos con los demás.

Todas las personas poseen rasgos de personalidad: formas relativamente estables de pensar, sentir y actuar. Sin embargo, cuando estos patrones se vuelven rígidos, extremos o interfieren con la vida diaria, pueden derivar en dificultades persistentes relacionadas con la identidad, las emociones y las relaciones interpersonales.

En el extremo más severo del espectro se encuentran los trastornos de la personalidad, donde estos patrones rígidos generan un malestar significativo y afectan el funcionamiento diario. Entre los más comunes se encuentran el trastorno narcisista, el antisocial y el límite de la personalidad.

Sin embargo, no todas las personas cumplen con los criterios clínicos para ser diagnosticadas con un trastorno. La personalidad funciona en un continuo y, en cierta medida, todos compartimos algunos rasgos como el narcisismo en diferentes grados.

En la vida cotidiana —ya sea en el trabajo, en una cita o en redes sociales— es frecuente encontrarse con personas que presentan dificultades más leves, como cambios abruptos de ánimo, negatividad persistente, pensamiento inflexible o incluso rasgos más oscuros, como la manipulación o la falta de empatía. Lo interesante es que estos patrones suelen filtrarse en el lenguaje mucho antes de volverse evidentes en el comportamiento y la forma en que alguien habla o escribe puede ser una primera pista.

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iStock-1152767888 (Getty/iStock)

Hay ejemplos extremos que ilustran cómo el lenguaje puede reflejar el funcionamiento interno de la personalidad. Los lingüistas que analizaron cartas personales del asesino serial austríaco Jack Unterweger —considerado un caso clásico de narcisismo maligno— encontraron niveles inusualmente altos de lenguaje centrado en sí mismo, como el uso constante de pronombres como “yo” y “a mí”. Además, el tono general de sus escritos era emocionalmente plano. Un patrón similar apareció en las cartas de Dennis Rader, conocido como el asesino BTK. Sus textos mostraban un lenguaje grandilocuente, distante y centrado en el control y la dominación.

Desde hace años, la psicología ha identificado que ciertos hábitos lingüísticos revelan aspectos clave del funcionamiento mental. Por ejemplo, quienes atraviesan situaciones de malestar emocional suelen utilizar con mayor frecuencia un lenguaje autorreferencial y palabras asociadas a emociones negativas. Esto ocurre porque estas personas tienden a interiorizar más sus experiencias y a mostrar una mayor sensibilidad afectiva negativa.

Las personas con rasgos de personalidad más oscuros tienden a utilizar un lenguaje más hostil, negativo y distante. Es común que aparezcan insultos y palabras asociadas a emociones intensas como la ira, por ejemplo, “odio” o “furia”. A la vez, suelen emplear menos términos que expresan conexión social, como “nosotros”.

Lo importante es que estos patrones lingüísticos no suelen ser deliberados. Surgen de forma espontánea, porque el lenguaje refleja de manera directa los procesos de atención, emoción y pensamiento. Gracias al desarrollo del análisis computacional del lenguaje, hoy es posible detectar estas señales sutiles de forma rápida y a gran escala.

Resultados de la investigación

A lo largo de cuatro estudios basados en análisis computacional de textos —tres de ellos realizados durante mi doctorado—, mis colegas y yo encontramos evidencia consistente de que la disfunción de la personalidad deja una huella detectable en la comunicación cotidiana.

En uno de esos estudios, publicado en el Journal of Personality Disorders, analizamos a 530 personas. Les pedimos que escribieran sobre sus relaciones cercanas y evaluamos sus niveles de disfunción de la personalidad. Descubrimos que quienes presentaban mayores dificultades utilizaban un lenguaje más urgente y centrado en sí mismos, con frases como “necesito...”, “tengo que...” o “yo soy...”.

Este patrón lingüístico solía ir acompañado de un estilo rumiativo y un uso frecuente del pasado, así como de un aumento en términos emocionales negativos, especialmente asociados con la ira —por ejemplo, “furioso” o “molesto”. En contraste, estas personas usaban mucho menos lenguaje íntimo o afiliativo, con palabras como “nosotros”, “amor” o “familia”.

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iStock-494189202 (Getty/iStock)

En un segundo proyecto, publicado en Journal of Affective Disorders Reports, volvimos a analizar ensayos escritos de 530 personas, junto con conversaciones transcritas de 64 parejas, entre ellas mujeres con trastornos de la personalidad diagnosticados.

Tanto en la comunicación escrita como en la oral, quienes presentaban personalidades más disfuncionales o trastornos utilizaban más palabras asociadas a emociones negativas y una mayor variedad de ellas. Incluso en conversaciones cotidianas, su lenguaje transmitía una carga emocional negativa más intensa, lo que indicaba una preocupación constante por sentimientos adversos.

En cuanto a la comunicación en línea, en un estudio reciente publicado en npj Mental Health Research se analizaron cerca de 67.000 publicaciones en Reddit de 992 personas que se identificaron a sí mismas como portadoras de un trastorno de la personalidad. Quienes recurrían con mayor frecuencia a la autolesión usaban un lenguaje notablemente más negativo y limitado.

Sus mensajes contenían más referencias autorreferenciales y un uso elevado de negaciones, como “no puedo”. También se observaba una mayor frecuencia de términos asociados a emociones negativas, especialmente tristeza e ira, así como la aparición de insultos. En contraste, las referencias a otras personas eran mucho menos comunes. Además, el lenguaje tendía a ser más absolutista, caracterizado por un pensamiento polarizado o de “todo o nada”. Esto se reflejaba en el uso reiterado de palabras como “siempre”, “nunca” o “completamente”.

Sobre la autora

Charlotte Entwistle es investigadora Leverhulme en etapa inicial de carrera en Psicología en la Universidad de Liverpool. Este artículo se publicó originalmente en The Conversation y se distribuye bajo licencia Creative Commons. Puedes leer el artículo original aquí.

En conjunto, estos rasgos lingüísticos delinearon un panorama marcado por la sobrecarga emocional, la negatividad, el aislamiento y un pensamiento rígido o inflexible.

Más recientemente, en un proyecto en curso, analizamos más de 830.000 publicaciones realizadas por 992 personas con trastornos de la personalidad, y las comparamos con 1,3 millones de mensajes de un grupo control compuesto por 945 personas de la población general. El objetivo fue examinar cómo expresan sus creencias sobre sí mismas, a través de frases como “yo soy…”, “me siento…” o “mi…”. Con una herramienta avanzada de clasificación de creencias personales, detectamos que las personas con trastornos de la personalidad compartían este tipo de afirmaciones con mayor frecuencia en foros en línea, y lo hacían con un estilo profundamente diferente.

Las creencias que estas personas expresaban sobre sí mismas tendían a ser más negativas, extremas y centradas en el trastorno. Era común encontrar expresiones como “mi salud mental”, “síntomas”, “diagnóstico” o “medicación”. También utilizaron con mayor frecuencia descriptores emocionales intensos, como “depresivo”, “suicida” o “pánico”. Muchas de sus afirmaciones giraban en torno al dolor psicológico y el trauma, con términos recurrentes como “abuso”, “abandono”, “daño” o “sufrimiento”.

Además, aparecían referencias frecuentes a la infancia y a vínculos significativos, mediante palabras como “madre”, “pareja” o “relación”. Lo notable es que estos patrones emergían en una amplia variedad de contextos conversacionales, lo que sugiere que las dificultades profundas relacionadas con la identidad y el apego tienden a aflorar en el lenguaje.

Por qué es importante

Comprender estos patrones lingüísticos no significa diagnosticar a alguien solo por lo que escribe o dice. Más bien, se trata de identificar cambios sutiles en el lenguaje que pueden actuar como señales tempranas de malestar emocional o dificultades en la personalidad. Cuando los mensajes de una persona comienzan a volverse inusualmente urgentes o extremos, con una carga emocional negativa, un tono absolutista, centrado en uno mismo y distante en lo social, es posible que esté atravesando un momento difícil.

En contextos cotidianos —como las citas, las amistades o las interacciones en línea—, aprender a reconocer patrones de hostilidad, rigidez emocional o negatividad persistente puede ayudarnos a detectar señales de alerta que de otro modo pasarían desapercibidas. Esto es muy útil frente a estilos de personalidad más oscuros, como el narcisismo o la psicopatía. Por ejemplo, un lenguaje marcado por un uso excesivo de referencias al yo (“yo”, “me”), acompañado de términos vinculados a la ira (“odio”, “enojado”) y groserías, y que carece de palabras asociadas a la conexión social (“nosotros”, “nuestro”, “juntos”), puede configurar un patrón a observar con atención.

Pero ninguna palabra o frase, por sí sola, revela la personalidad de alguien. Las personas se desahogan, bromean y usan el sarcasmo. Lo que realmente importa es el patrón a lo largo del tiempo: el tono emocional, los temas recurrentes y los hábitos lingüísticos que se repiten. Estas huellas sutiles del lenguaje pueden ofrecer una ventana al mundo emocional, la identidad, las formas de pensar y las relaciones de una persona mucho antes de que hable abiertamente de sus dificultades.

Detectar estos patrones no solo permite comprender mejor a los demás, sino también ofrecer apoyo a quienes puedan estar atravesando momentos difíciles. Al prestar atención al lenguaje, podemos movernos con más conciencia, empatía y seguridad en nuestras relaciones cotidianas, tanto en el mundo digital como en la vida fuera de línea.

Traducción de Leticia Zampedri

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