Del dengue al chikungunya: seis enfermedades que los mosquitos pueden transmitir a los humanos
La mitad de la población mundial está en riesgo de infectarse con un arbovirus
Aunque suelen relacionarse con la malaria, los mosquitos también son responsables de propagar numerosos virus peligrosos.
Estos virus, conocidos como arbovirus (virus transmitidos por artrópodos), se contagian a huéspedes vertebrados a través de la picadura de una hembra de mosquito cuando se alimenta de sangre para desarrollar sus huevos.
Si bien la mayoría de estos huéspedes son animales como aves, primates o ganado, algunos arbovirus también afectan a los humanos.
En África, los arbovirus más relevantes son los del chikungunya, dengue, Nilo Occidental, fiebre amarilla y Zika. A nivel global, la amenaza no es menor: alrededor del 50 % de la población mundial está en riesgo.
Algunas enfermedades transmitidas por mosquitos pueden llegar a ser mortales para los humanos. Por eso, es fundamental tomar todas las medidas posibles para evitar las picaduras y reducir el riesgo de infección, ya sea con métodos farmacológicos o no farmacológicos.
Chikungunya
El nombre “chikungunya” proviene del kimakonde, una lengua hablada en Tanzania y Mozambique, y significa “contorsionarse”. La infección provoca fiebre, fatiga, dolor de cabeza, erupciones en la piel y, sobre todo, fuertes dolores musculares y articulares. Por lo general, estos síntomas desaparecen en el plazo de una semana. Sin embargo, en algunos casos el dolor articular puede persistir durante meses o incluso años, lo que afecta la movilidad y calidad de vida de la persona.
Actualmente, no existen tratamientos antivirales ni vacunas contra el chikungunya.
Las muertes son poco frecuentes y suelen darse en pacientes con enfermedades previas.

El virus del chikungunya fue identificado por primera vez en 1952 durante un brote en Tanzania. Se transmite a través de la picadura de mosquitos Aedes aegypti y Aedes albopictus, especies que hoy están presentes en más de 100 países. En las regiones donde estos mosquitos circulan, especialmente en zonas urbanas y viviendas, el riesgo de brotes es alto.
Las hembras del Aedes suelen picar al amanecer y al atardecer, y son capaces de poner huevos que sobreviven incluso en condiciones secas, lo que dificulta el control del vector.
Las estrategias de prevención se enfocan en tres frentes: eliminar fuentes de agua estancada, aplicar insecticidas para matar a los adultos y protegerse personalmente con repelentes, ropa adecuada y mosquiteros.
Dengue
El dengue no solo es una enfermedad viral: es una crisis de salud pública en expansión y la Organización Mundial de la Salud lo ha clasificado como una de las diez mayores amenazas sanitarias a nivel mundial. Su rápida propagación, impulsada por el crecimiento urbano, el cambio climático y la expansión del mosquito Aedes aegypti, ha puesto en riesgo a cerca del 50 % de la población global.
Al igual que el chikungunya, el virus del dengue es transmitido por los mosquitos Aedes aegypti y Aedes albopictus Ambos virus comparten síntomas similares —como fiebre, dolor de cabeza, erupciones cutáneas y dolores musculares o articulares— lo que a menudo dificulta un diagnóstico preciso.
Sobre las autoras
Jaishree Raman: científica médica principal y jefa del Laboratorio de Monitoreo de Resistencia a Antimaláricos e Investigación Operativa en Malaria, Instituto Nacional de Enfermedades Transmisibles.
Shüné Oliver: científica médica, Instituto Nacional de Enfermedades Transmisibles.
Este artículo fue republicado de The Conversation bajo una licencia Creative Commons. Puedes leer el artículo original aquí.
Si bien la mayoría de los casos de dengue son asintomáticos o leves (2–7 días de duración), en algunos pacientes puede progresar a dengue grave, cuyos signos incluyen: vómitos persistentes, sangrado mucoso (encías, nariz) y hepatomegalia. Estos síntomas requieren atención médica urgente, ya que pueden derivar en complicaciones potencialmente mortales.
El diagnóstico se puede confirmar mediante pruebas rápidas o mediante PCR (reacción en cadena de la polimerasa).
Actualmente, no existe un tratamiento específico para el dengue. Si bien se ha desarrollado una vacuna y ya fue aprobada en algunos países, su disponibilidad en África sigue siendo muy limitada.
Zika
El virus del Zika fue identificado en humanos en la década de 1950, pero no atrajo atención global hasta el brote de 2015, que derivó en una emergencia de salud pública en 2016. Al igual que otros arbovirus, se transmite por los mosquitos Aedes aegypti y Aedes albopictus.
En la mayoría de los casos, la infección no es letal ni provoca síntomas. Cuando aparecen, suelen ser leves y durar entre dos y siete días.
Los síntomas más frecuentes incluyen: fiebre, erupciones en la piel, dolor de cabeza, dolores musculares y articulares y conjuntivitis.

La infección por el virus del Zika durante el embarazo puede tener consecuencias graves. Entre los riesgos asociados se encuentran el aborto espontáneo, la muerte fetal, trastornos neurológicos en el feto y malformaciones congénitas como la microcefalia.
El diagnóstico se realiza mediante una prueba PCR (reacción en cadena de la polimerasa).
Actualmente, no existe un tratamiento específico para esta enfermedad.
Fiebre amarilla
Los mosquitos Aedes aegypti y Aedes albopictus también transmiten la fiebre amarilla, una enfermedad viral que recibe su nombre por la ictericia que puede provocar —una coloración amarilla de la piel y los ojos causada por daño hepático.
En los casos leves, los síntomas pueden incluir: fiebre, dolor de cabeza, escalofríos, dolor de espalda, fatiga, ictericia, vómitos y sangrado por boca, nariz, ojos o estómago. Estos síntomas suelen desaparecer en unos cinco días.
Sin embargo, en los casos graves, la enfermedad puede ser mortal: alrededor del 50 % de los pacientes con síntomas severos muere dentro de los diez días posteriores al inicio.
El diagnóstico se realiza mediante pruebas PCR o ELISA (ensayo por inmunoabsorción ligado a enzimas).
Aunque no existe un tratamiento específico, hay una vacuna altamente eficaz que brinda inmunidad de por vida con una sola dosis. Se recomienda su aplicación a todas las personas que vivan o viajen a zonas endémicas.
Nilo occidental
El virus del Nilo occidental fue identificado por primera vez en una mujer en la región del Nilo occidental, en Uganda. A diferencia de otros arbovirus como el dengue o el Zika, este virus se transmite principalmente por mosquitos del género Culex.
Su reservorio natural son las aves silvestres, aunque también puede infectar a otros animales, incluidos los humanos. Alrededor del 80% de las personas infectadas no presenta síntomas.
En los casos sintomáticos, los síntomas suelen ser leves e inespecíficos: dolor de cabeza, fiebre, cansancio, dolor corporal, náuseas, vómitos y, ocasionalmente, erupción cutánea. Una pequeña parte de los casos puede progresar a una enfermedad grave, con complicaciones neurológicas que, en los casos más severos, pueden ser letales.
El diagnóstico se realiza mediante pruebas PCR o ELISA.
No existe un tratamiento específico; en casos graves, el manejo es solo de apoyo.
Las personas mayores de 50 años o con sistemas inmunológicos debilitados tienen mayor riesgo de desarrollar formas graves de la enfermedad.
El control del mosquito Culex requiere un enfoque integral, que combine el manejo del agua con métodos químicos y biológicos.
Traducción de Leticia Zampedri