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Tu perro puede percibir cómo te sientes, según los científicos

¿Es casualidad que tu perro se acerque justo cuando más lo necesitas? Ni de cerca

Laura Elin Pigott
Viernes, 01 de agosto de 2025 16:58 EDT
¿Tu perro tiene sentimientos?
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Tu perro inclina la cabeza cuando lloras, da vueltas cuando estás estresado y aparece a tu lado en tus peores momentos. ¿Casualidad? Ni de cerca.

Miles de años de evolución compartida han hecho que los perros desarrollen una capacidad única para sintonizar con nuestras voces, expresiones e incluso con nuestra química cerebral. Desde regiones cerebrales especializadas en procesar el lenguaje hasta la “hormona del amor” —la oxitocina— que se activa cuando cruzamos miradas, la mente de tu perro está hecha para percibir lo que sentís.

La evidencia de esta notable inteligencia emocional comienza en el cerebro. Los perros cuentan con áreas dedicadas a procesar la voz, similares a las de los seres humanos. En un estudio con imágenes cerebrales, investigadores descubrieron que los perros tienen regiones en la corteza temporal que se activan al oír sonidos vocales.

Los perros no responden a cualquier sonido, sino al tono emocional de tu voz. En estudios con imágenes cerebrales se muestra que los sonidos cargados de emoción, como una risa, un llanto o un grito de enojo, activan la corteza auditiva y la amígdala de los perros, una región del cerebro clave para procesar emociones.

También son grandes lectores de rostros. Cuando se les muestran imágenes de caras humanas, su actividad cerebral aumenta. A través de un estudio, un grupo de investigadores reveló que al ver el rostro de una persona conocida, se activan en su cerebro los centros de recompensa y emoción. Eso significa que tu perro interpreta tus expresiones; tal vez no con palabras, pero sí con sentimientos.

Los perros no responden a cualquier sonido, sino al tono emocional de tu voz
Los perros no responden a cualquier sonido, sino al tono emocional de tu voz (Getty/iStock)

Los perros no solo observan tus emociones; también pueden “contagiárselas”. Los investigadores llaman a esto contagio emocional: una forma básica de empatía en la que un individuo refleja el estado emocional de otro. Gracias a un estudio realizado en 2019, los investigadores determinaron que algunas parejas humano-perro presentaban patrones cardíacos sincronizados durante momentos de estrés, con latidos que se espejeaban entre sí.

Este contagio emocional no requiere razonamiento complejo: es una empatía automática que surge del vínculo cercano. Los bostezos o quejidos empáticos de tu perro probablemente se deban a una combinación de asociación aprendida y sintonía emocional, más que a una lectura literal de tu mente.

El efecto oxitocina

Uno de los hallazgos más sorprendentes sobre el vínculo entre humanos y perros es la conexión química que compartimos. Cuando un perro y su humano se miran con ternura, ambos experimentan un aumento de oxitocina, la hormona conocida como “la del amor”.

En un estudio, los dueños que mantenían miradas prolongadas con sus perros mostraron un aumento significativo en sus niveles de oxitocina y sus perros también.

Este circuito de retroalimentación con oxitocina fortalece el vínculo, de forma similar al que se genera entre una madre y su bebé. Lo más sorprendente es que este efecto parece exclusivo de los perros domesticados: los lobos criados a mano no responden igual al contacto visual con humanos. A lo largo de su evolución junto a nosotros, los perros desarrollaron este mecanismo químico como una manera de crear un lazo emocional profundo con sus humanos. Así que esos ojos que te miran con tanta intensidad no son solo adorables: están literalmente conectándote con tu perro a nivel biológico.

Basta una mirada suave entre tú y tu perro para que ambos liberen oxitocina, la hormona del amor
Basta una mirada suave entre tú y tu perro para que ambos liberen oxitocina, la hormona del amor (Getty/iStock)

Más allá del contacto visual, los perros tienen una sorprendente habilidad para leer el lenguaje corporal y las expresiones faciales humanas. A través de experimentos, los investigadores demostraron que los perros domésticos pueden distinguir una cara sonriente de una enojada, incluso en fotografías.

Además, al interpretar señales emocionales, los perros muestran una ligera inclinación hacia el hemisferio derecho del cerebro: tienden a mirar el lado izquierdo del rostro humano cuando evalúan una expresión, un patrón que también se observa en humanos y primates.

Los perros utilizan múltiples sentidos para saber cómo te sentís. Un alegre “¡Buen chico!” con tono agudo y postura relajada transmite algo muy distinto a un grito severo con el cuerpo tenso. De hecho, incluso pueden oler tus emociones. En un estudio de 2018, los perros expuestos al sudor de personas asustadas mostraron más signos de estrés que aquellos que olieron sudor de personas felices. En resumen: tu ansiedad huele mal para tu perro, mientras que tu felicidad lo tranquiliza.

Hechos para querernos

¿Cómo es que los perros llegaron a estar tan en sintonía con nuestras emociones? La clave está en su historia evolutiva a nuestro lado. Aunque sus cerebros son más pequeños que los de sus antepasados lobos, durante la domesticación pudieron haberse reconfigurado para fortalecer su inteligencia social y emocional.

Una pista clave proviene de un experimento ruso sobre la domesticación de zorros. Los ejemplares criados por su docilidad desarrollaron mayor cantidad de materia gris en zonas del cerebro relacionadas con las emociones y la recompensa. Estos hallazgos desafían la creencia de que la domesticación vuelve a los animales menos inteligentes. Al contrario: seleccionar animales por su sociabilidad puede potenciar las conexiones cerebrales que facilitan la creación de vínculos afectivos.

En el caso de los perros, miles de años como nuestros compañeros han afinado los circuitos cerebrales que les permiten interpretar nuestras señales sociales. Aunque su cerebro es más pequeño que el de un lobo, podría estar especialmente optimizado para querernos y para entendernos.

Probablemente, tu perro no se pregunte por qué estás triste ni entienda que tienes pensamientos o intenciones complejas. Pero lo que sí sabe hacer muy bien es captar lo que estás proyectando y responder a eso.

Tal vez no puedan leernos la mente, pero al interpretar nuestras emociones y comportamientos, los perros logran conectarse con nosotros de una forma que pocos animales pueden. En este mundo moderno, lleno de ruido y velocidad, esa empatía entre especies no solo es enternecedora: tiene un valor evolutivo y social real. Nos recuerda que, a veces, el lenguaje de la amistad no necesita palabras.

Laura Elin Pigott es profesora titular en Neurociencias y Neurorrehabilitación en la London South Bank University, donde integra la Facultad de Ciencias de la Salud y la Vida.

Este artículo se publicó originalmente en ‘The Conversation’ y se distribuye bajo licencia Creative Commons. Puedes leer el artículo original aquí.

Traducción de Leticia Zampedri

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