Revelaciones desde un palco en Oscar
Un reportero de The Associated Press ha pasado los últimos años viendo los Oscar desde un palco con una perspectiva única
Yo soy el hombre en el palco de los Oscar para The Associated Press.
Me paro en un palco como de teatro de ópera cerca del escenario en el Teatro Dolby que ofrece una gran vista del espectáculo, pero una vista aún mejor del público. Miro con binoculares para proporcionar lo que los periodistas llaman “color” para dar a los lectores detalles suculentos de tras bambalinas.
Horas antes de la transmisión, un representante de la academia con acceso total al teatro me lleva a dar un paseo laberíntico por pasillos, a través de cortinas negras y lazos de terciopelo. Hasta que llegamos al palco que comparto con los miembros del equipo técnico de la premiación.
Este año, el diseño logístico de la ceremonia me obligará a trabajar fuera del palco, en la sala de prensa, con el resto del equipo de periodistas en los Oscar. La comida será mejor, de entrada “será”, pero echaré de menos ese pequeño palco desde donde vi los siguientes momentos.
UN DEBUT DESASTROSO
El fiasco ocurrió en mi primer año.
Era 2017, mi primera vez dentro de los Premios de la Academia. Yo estaba mirando hacia abajo al público. Warren Beatty y Faye Dunaway acababan de anunciar “La La Land” (“La ciudad de las estrellas. La La Land”) como mejor película.
La celebración de los supuestos ganadores pronto se convirtió en murmullos de confusión. No estoy seguro de que nadie haya visto tantas caras famosas atónitas como las que yo estaba mirando después de que se revelara la verdadera victoria de “Moonlight” (“Luz de luna”). Las bocas de Meryl Streep, Matt Damon y Michelle Williams estaban en diversos grados de boquiabiertas. Dwayne “The Rock” Johnson tenía una expresión torcida que, en sus días de luchador, llamaba “la ceja del pueblo”.
“Nunca volveré a ver algo tan loco si hago esto durante 20 años”, pensé. Resultó que sólo se necesitaron cinco años.
PEQUEÑOS GRANDES DETALLES
Los grandes momentos no son generalmente mi trabajo. Lo mío son los detalles.
Desde el palco, puedo ver quiénes son los primeros famosos en sentarse, generalmente, actores mayores que no necesitan o no desean ser parte de la locura de la alfombra roja. Un año fue Jane Fonda, en medio de un mar de asientos vacíos. Vi a Christopher Plummer, de 88 años, el nominado de mayor edad en ese momento en 2018, tomar su lugar más de una hora antes del ajetreo de último minuto que acompaña al comienzo de la transmisión.
También pude ver lo verdaderamente larga que es la caminata desde la parte trasera del teatro para los no famosos. Un año, pude escuchar los gritos de júbilo de la madre orgullosa de un editor de sonido victorioso, aunque apenas podía verla, incluso con binoculares.
Las idas al baño, que requieren el acompañamiento de un miembro del personal de la academia y pasar junto a un tipo que maneja una cámara en una gran grúa, son en sí una aventura, aunque dan la esperanza, a veces materializada, de que se puede terminar parado en silencio junto a personas como Denzel Washington.
En 2017, vi a Justin Timberlake y Jessica Biel pasando una botella de bolsillo a las personas en su fila, claramente disfrutando el mejor momento en la sala. Cuando Timberlake hizo su actuación de apertura interpretando “Can’t Stop the Feeling”, Javier Bardem fue el único que bailó de todo corazón todo el tiempo.
SPIKE PIERDE EL CONTROL
La multitud en los Oscar hace un excelente trabajo al desempeñar el papel de “público”. Cumplen todas las señales tácitas de aplausos. Se levantan en sorprendente sincronía para hacer ovaciones de pie. Saben quedarse callados. Vuelven a sus asientos antes de que empiecen a rodar las cámaras.
Desde mi perspectiva, el mejor miembro de la audiencia para ver es Spike Lee. Por un lado, siempre se viste de manera distintiva, lo que lo hace fácil de detectar en un mar de esmóquines negros. Y está tan animado como cuando se sienta en la cancha en los juegos de los Knicks de Nueva York.
En 2019, Lee, vestido con un traje morado, ganó su primer Oscar competitivo por el guion de “Black KkKlansman” (“Infiltrado en el KKKlan”). Su filme también era candidato a mejor película, frente a “Green Book” (“Green Book. Una amistad sin fronteras”), una película que, para Lee y muchos más, tenía una visión arcaica y simplista de las relaciones raciales.
Cuando “Green Book” fue anunciada como ganadora, Lee hizo el gesto de “al diablo con esto” con los brazos, que a menudo le hace a los árbitros de la NBA. Se levantó de su asiento y se dirigió a las puertas traseras. Con todos los ojos puestos en el escenario, y otros pocos con mi vista, pasó desapercibido para casi todos. Fue lo más parecido a una primicia que me ha dado el palco, y mi tuit describiéndolo fue de lo primero en mencionarlo y sumamente popular.
LA BOFETADA Y LOS GRITOS
Cinco años después vino la bofetada. Debo aclarar que no vi con mis propios ojos a Will Smith golpear a Chris Rock. Estaba sentado redactando rápidamente una historia cuando vi, en uno de los monitores del equipo, a Smith subir al escenario y levantar la mano.
En retrospectiva, este fue un gran momento, pero cuando sucedió, muchos pensaban que era algo planeado. La risa del público sonaba nerviosa, pero había risa. Aún así, me paré rápidamente y presté atención. Las risas se mantuvieron incluso después de que Smith le gritó a Rock que quitara el nombre de su esposa, Jada Pinkett Smith, de su boca.
Fue sólo hasta la segunda vez que Smith lo gritó, más fuerte y enfatizando cada palabra: “¡EL – NOMBRE – DE - MI – ESPOSA!”, que quedó claro que no era una broma. Se hizo un silencio atónito. Me recordó a estar en un salón de clases cuando los estudiantes se dan cuenta de que el maestro chistoso está realmente enojado.
La academia se disculpó recientemente por no tomar medidas más rápidas con Smith. Pero no eran los únicos que no sabían cómo responder. Los periodistas teníamos que decidir cómo tratarlo. ¿Era una historia paralela, o LA historia? No había un formato.
Otros dos reporteros de AP estaban entre las butacas regulares del público y me alegré. La vibra era demasiado pesada para que una sola persona la llevara sobre los hombros. Un manto surrealista se desdobló sobre el resto de la noche, y la mayoría asumió que Smith probablemente ganaría pronto el premio al mejor actor.
Mantuve la vista de mis binoculares sobre la primera fila, donde estaba sentado Smith. Bradley Cooper y Tyler Perry se acercaron a él durante los descansos, como si lo estuvieran aconsejando. Ambos lo abrazaron. Lo mismo hizo Denzel Washington, quien lo mantuvo en un largo abrazo, susurrándole todo el tiempo.
Durante su discurso de aceptación lleno de lágrimas minutos después, Smith dijo que Washington le había dicho: “En tu momento más alto, ten cuidado, ahí es cuando el diablo viene por ti”.
Espero poder volver a mi punto alto en el teatro el próximo año. Estaré atento por si se aparece el diablo.
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Andrew Dalton está en Twitter como https://twitter.com/andyjamesdalton