“Se aseguró de que ella no recibiera nada”: la triste historia de Astrud Gilberto, la cara de la ‘bossa nova’
Sin la voz de la joven de 22 años, “The girl from Ipanema” no se habría convertido en el fenómeno que fue, pero el maltrato, la misoginia y la falta de compensación la desgastaron, escribe Martin Chilton
Esta nota fue originalmente publicada en 2022.
“The girl from Ipanema” fue una de las canciones fundamentales de la década de 1960. Vendió más de cinco millones de copias en todo el mundo, popularizó la música bossa nova en todo el mundo y convirtió en superestrella a la cantante brasileña Astrud Gilberto, que solo tenía 22 años cuando grabó el tema el 18 de marzo de 1963.
Sin embargo, lo que debería ser una historia edificante, que celebra a una cantante que dejó una marca extraordinaria en su primera participación profesional, se convirtió en una triste historia de cómo una tímida joven fue explotada, manipulada y destrozada por una industria musical dominada por hombres y, como ella dijo, de “lobos haciéndose pasar por ovejas”.
Gilberto, cuyo nombre verdadero fue Astrud Evangelina Weinert, nació en Salvador, Bahía, Brasil el 29 de marzo de 1940. Su debut en un álbum ocurrió completamente por casualidad. Ella estaba en los estudios A&R de Manhattan para acompañar a su esposo João Gilberto, el célebre guitarrista que ayudó a crear la bossa nova. Él estaba grabando el álbum Getz/Gilberto de Verve Records, junto al reconocido saxofonista de jazz Stan Getz y el pianista Antônio Carlos Jobim.
La canción “Garota de Ipanema” (“The girl from Ipanema”) fue compuesta en 1962 por Jobim y Vinícius de Moraes, dos hombres de mediana edad que se regocijaban en su deseo por Heloísa Pinheiro, la adolescente que pasaba por Veloso, un bar donde bebían cerca de la playa de Ipanema. La letra portuguesa, luego traducida al inglés por Norman Gimbel, incluía las memorables primeras líneas:
“Alta y bronceada y joven y encantadora,
La chica de Ipanema va caminando.
Y cuando ella pasa, los que la ven pasar dicen ‘ahhh’”.
Gimbel, quien luego escribió la letra del éxito “Killing Me Softly with His Song” y compuso el tema principal del exitoso programa de televisión Happy Days, estuvo presente cuando se planteó por primera vez que su traducción al inglés se utilizaría junto con la letra portuguesa original cantada por João Gilberto. El aclamado ingeniero de A&R Phil Ramone estaba supervisando la grabación en Nueva York y recordó claramente que fue Astrud Gilberto quien se ofreció a cantar a dúo. “Astrud estaba en la sala de control cuando Norm entró con la letra en inglés”, le comentó Ramone a JazzWax en 2010. “El productor Creed Taylor dijo que quería terminar la canción de inmediato y miró alrededor de la sala. Astrud se ofreció como voluntaria, diciendo que podía cantar en inglés. Creed dijo: ‘Genial’. Astrud no era una cantante profesional, pero era la única víctima sentada allí esa noche”.
Astrud Gilberto no era una completa novata. Creció inmersa en la música (su madre, Evangelina Neves Lobo Weinert, tocaba varios instrumentos) y con frecuencia cantaba con su esposo en Brasil, incluso lo hizo en un concierto en la Faculdade de Arquitetura, perteneciente a una de las mejores universidades de Río de Janeiro. Más tarde admitió que se puso “nerviosa” al mirar la hoja con la letra de “The girl from Ipanema”, porque “este era mi trabajo profesional”. Llegó a la conclusión de que era “un poco del destino”, y su voz seductora y susurrante marcó la diferencia en el atractivo de la canción, que ganó un premio Grammy por canción del año y una nominación a Mejor Interpretación Vocal de una mujer.
Tan pronto como los músicos escucharon la grabación, supieron que tenían algo especial en sus manos. Estaban tan complacidos con la contribución de Gilberto que le pidieron que cantara en otra canción de Jobim, “Corcovado” (“Quiet Nights of Quiet Stars”).
Casi de inmediato, Taylor y Getz, ambos más de una década mayores que Gilberto, comenzaron a afirmar que había sido idea de ellos pedirle a la joven que cantara en el disco. Taylor, quien contrató a John Coltrane para Impulse! Records, dijo que sabía que “The girl from Ipanema” iba a ser un éxito absoluto “desde el momento en que Astrud entró con su vocecita y cantó con ese acento”.
En una entrevista de 1964 que Getz le dio al escritor de jazz Les Tompkins, para la revista británica Jazz Professional, afirmó que sabía que la voz “inocente y recatada” de Gilberto sería una sensación, y agregó: “Ella era solo un ama de casa entonces, y la puse en ese disco porque quería que ‘The girl from Ipanema’ se cantara en inglés, cosa que João no pudo hacer. ‘Ipanema’ fue un éxito y eso fue un golpe de suerte para ella”.
El comentario fanfarrón y condescendiente de “una ama de casa” de Getz irritó a la cantante. “Lo curioso es que después de mi éxito abundan las historias de que Stan Getz o Creed Taylor me ‘descubrieron’, cuando en realidad no hay nada más alejado de la verdad”, dijo en 1982, según una cita en su sitio web. “Supongo que los hizo parecer importantes por haber sido los que tuvieron la ‘sabiduría’ para reconocer el potencial en mi canto. Supongo que debería sentirme halagada por la importancia que le dan a esto, pero no puedo evitar sentirme molesta porque recurrieron a la mentira”. Su versión está respaldada por su hijo Marcelo, quien comentó para The Independent en una entrevista por correo electrónico desde su casa en Estados Unidos: “Mi padre João solía ser inflexible sobre las mentiras que hablaban sobre su descubrimiento”.
Astrud Gilberto no mereció un solo crédito en el LP de vinilo original de Getz/Gilberto. Fue un éxito instantáneo después de que se lanzó en marzo de 1964, permaneció en las listas de álbumes de Billboard durante 96 semanas y alcanzó el puesto número 5. Luego ganó cuatro premios Grammy, incluido el de Álbum del año. La canción más popular fue fácilmente “The Girl from Ipanema”, que desde entonces se ha convertido en la segunda canción más grabada de la música popular, justo detrás de “Yesterday” de los Beatles, y ha aparecido en decenas de películas y programas de televisión, incluidos The Simpsons y The Sopranos.
Taylor, Getz y presumiblemente los ejecutivos de Verve se dieron cuenta del potencial de la pista. En mayo de 1964 lanzaron la canción como sencillo en un disco de siete pulgadas (eliminando las voces masculinas de la versión del álbum que duraba cinco minutos). Cuando JazzWax le preguntó a Taylor por qué se enfocaron en la voz de Astrud Gilberto para el sencillo, él respondió: “Adivina”. Cuando el entrevistador lo presionó y le dijo: “Porque se vendería más”, Taylor respondió: “Bueno, sí. Mira, si quieres que la gente gaste su dinero en algo, tienes que darles una razón para hacerlo”. En su libro de 2019 GETZ/GILBERTO, Bryan McCann, profesor de historia de Brasil en la Universidad de Georgetown, deja claro el valor de la contribución de Gilberto. “Fue Astrud Gilberto quien hizo del álbum un gran éxito”, escribió. “Astrud proporcionó el encanto inefable que hizo que el álbum fuera irresistible”.
Ella fue, para decirlo claramente, estafada de sus legítimas compensaciones financieras. Esto se debió en parte a la crueldad de Getz, de quien incluso Taylor admitió que era “un tipo desagradable”. Getz cumplió condena en una cárcel de Los Ángeles en 1954 por posesión de heroína, luego de su intento de asaltar una farmacia de Seattle, comportamiento que llevó al juez a llamarlo “una mala excusa de hombre”. Dentro del mundo del jazz, Getz tenía fama de bully, acostumbrado a pisotear a sus colegas. El dueño del London club, Ronnie Scott, solía contar innumerables anécdotas divertidas sobre el carácter agrio de Getz. El músico Bob Brookmeyer, que trabajó en estrecha colaboración con Getz, respondió una vez al rumor de que Getz se había sometido a una cirugía de corazón con la broma: “¿Le pusieron uno?”.
Getz a menudo se jactaba de que “había hecho famosa a Astrud”, pero parece que hizo todo lo posible para asegurarse de que ella nunca recibiera su parte justa de las regalías. Gene Lees, el editor de la revista DownBeat, quien tradujo “Corcovado” al inglés, luego alegó que Getz intervino tan pronto como estuvo claro que “The girl from Ipanema” iba a ser un éxito lucrativo. “A Astrud no le habían pagado ni un centavo por la sesión y, en cuestión de días, el disco estaba en las listas”, escribió en Singers and the Song II. “Fue en ese momento cuando Getz llamó a la oficina de Creed. Betsy, la secretaria de Creed, atendió la llamada. Creed estaba fuera de la oficina. Cuando regresó y ella le dijo que Stan estaba ansioso por hablar con él, Creed pensó que Stan debía estar llamando para ver si Astrud se quedaba con una parte de las regalías. Por el contrario, estaba llamando para asegurarse de que ella no recibiera nada”.
El alcance de la injusticia financiera también queda claro en el libro de 2003 de Ruy Castro Bossa Nova: la historia de la música brasileña que sedujo al mundo. Castro detalla que João Gilberto recibió US$23.000 por su trabajo en el disco. Getz obtuvo la mayor parte del dinero por el álbum, estimada por algunos en casi un millón de dólares. Getz ganó tanto con su éxito que inmediatamente compró “una mansión estilo Gone With the Wind” de 23 habitaciones en Irvington, Nueva York.
En cuanto a la pobre Astrud Gilberto, se le pagó una miseria relativa por iniciar el gusto de millones de personas por el jazz y los ritmos de Brasil. La mujer “responsable del éxito internacional del disco” (en palabras de Castro) ganó únicamente lo que el sindicato de músicos norteamericanos pagaba por una noche de sesión de trabajo: US$120.
Sin embargo, su popularidad fue instantánea y la convenció de intentar triunfar como cantante por derecho propio, a pesar de que esto ocurrió durante un periodo de confusión personal. En una gira por Europa en 1963, su matrimonio con João se vino abajo. Aunque la prensa en Brasil la culpó por la ruptura del matrimonio, fue João quien cometió una infidelidad, tras tener un romance con la brasileña Heloísa Maria Buarque De Hollanda, una estudiante de historia del arte que luego se convirtió en una cantante conocida como Miúcha.
João y Astrud se divorciaron en 1964, año en que el cantante accedió a regañadientes a hacer una gira por Estados Unidos como parte de la banda de Getz. Fue una decisión tomada desde la necesidad, de la que más tarde se arrepintió. “Fueron tiempos muy difíciles”, escribió en 2002. “Además de estar en medio de una separación y lidiar con las responsabilidades de ser madre soltera y de una carrera nueva y exigente, también estaba lidiando con estar sola por la primera vez en mi vida, en un país extranjero, viajando con un niño, pasando por dificultades económicas… y, por supuesto, tristemente, totalmente ingenua”.
Es difícil no sentir simpatía por una joven de 24 años que, según ella misma admite, “no sabía mucho del mundo del espectáculo” y carecía de orientación. “Estaba en una etapa muy difícil del divorcio”, agregó. “Era más o menos un trabajo, una cuestión de supervivencia simplemente cantar para ganar dinero. Mi amor y respeto por la música fue un plus. Tenía miedo de estar en el escenario y miedo de toda la escena”.
Getz siguió tratándola mal, como hizo con muchas mujeres en su vida. En ese momento estaba casado con su segunda esposa, la sueca Monica Silfverskiöld, y el maltrato físico al que la sometió fue documentado en la biografía de Donald L Maggin, Stan Getz, a Life in Jazz. Más tarde, Monica trabajó para una organización benéfica contra la violencia familiar. Getz también era un conocido mujeriego. En sus memorias de 2000 Cybill Disobedience, la actriz y cantante Cybill Shepherd, que tuvo su primer gran éxito como Jacy en la película de Peter Bogdanovich de 1971 The Last Picture Show, recordó su horrible comportamiento cuando colaboraron en un álbum a mediados de la década de 1970 llamado Mad About the Boy. “Getz me coqueteó, y cuando me negué, gruñó: ‘Es tu culpa si vuelvo a ser un drogadicto y un alcohólico’, y luego me ignoró por el resto de la sesión”.
La prensa brasileña reportó alegremente los rumores de que Getz tenía una aventura con Gilberto durante una gira que ella describió como “tortuosa”. Él afirmaba que la manejó siempre de una manera que le permitía “salir con buen aspecto y recibir un buen aplauso”, aunque ella pensó que su docilidad se debía a una cultura en la que “la liberación de la mujer todavía no era una forma de vida”. También fue cosificada por la prensa: una reseña dijo que ella “evocaba el sueño de todo hombre heterosexual de una mujer exótica y sumisa en bikini”.
Marcelo Gilberto, quien luego se convirtió en bajista de su banda y fungió como su road manager, técnico de sonido y asistente personal durante los 15 años que pasaron juntos de gira, tiene vívidos recuerdos de estar junto a ella cuando por primera vez tuvo que emitir un dossier de prensa en Nueva York. “Fui a la que probablemente fue la primera conferencia de prensa que ella tuvo en los Estados Unidos, en Nueva York, y realmente había una atmósfera similar a la de Mad Men, en la que era esencialmente una sala entera llena de hombres”, relató. “Yo era un niño pequeño en ese momento y, en algún punto, le hablé y le dije ‘mamá’, y recuerdo claramente el murmullo que estalló en la habitación. Había hecho añicos una ilusión. El símbolo sexual era una mamá. Supe que había descorrido la cortina y me sentía fatal. La llamé ‘Astrud’ a partir de entonces”.
Su hijo, quien junto con su medio hermano Gregory luego grabó con su madre, dijo que había filas de personas que daban vuelta a la calle para ver a su madre cantar como la “vocalista invitada especial” en el Café Au Go Go en Greenwich Village con Getz y con el guitarrista Kenny Burrell. “Stan Getz le estaba pagando cacahuates y eso siempre la molestó mucho”, agregó Marcelo. Afortunadamente, su estrella estaba en ascenso y comenzaron a aparecer otras ofertas, incluida una participación en la película de MGM de diciembre de 1964 Get Yourself a College Girl, junto a The Animals, The Dave Clark Five y el gran órgano de jazz Jimmy Smith.
Después de dejar la banda de Getz, tuvo la oportunidad de trabajar en sus propios álbumes para Verve Records. De 1965 a 1971, hizo ocho álbumes en solitario: The Astrud Gilberto Album (que le valió otra nominación al premio Grammy por la mejor interpretación vocal femenina), The Shadow of Your Smile, Look to the Rainbow, Beach Samba, A Certain Smile, a Certain Sadness, Windy, September 17 1968 y I Haven’t Got Anything Better To Do. De esta manera tuvo la oportunidad de trabajar con luminarias como Gil Evans y Walter Wanderley (y con Quincy Jones, en “Who Needs Forever”, el tema musical de una película de suspenso de Sidney Lumet llamada The Deadly Affair).
Ella siempre sostuvo que no recibió crédito ni compensación por su trabajo de producción. Además, a menudo encontraba que su música había sido relanzada y vendida en nuevas compilaciones; cuando participó en el programa de radio Fresh Air en 1978, el presentador Terry Gross le mostró uno de esos álbumes Best Of y Gilberto dijo: “¿Qué es eso? Nunca había visto eso antes”.
Volvió a cometer el error de grabar sin contrato cuando se reunió con Taylor para su propio sello, CTI Records, donde ella hacía la mayor parte del trabajo de producción. “No tenía experiencia y no me di cuenta de que se supone que debes insistir en los créditos”, confesó. Su familia también afirma que no recibió los pagos completos por su álbum Now de 1972 ni por su álbum That Girl from Ipanema de 1977. “Ella volvió a grabar una versión disco de ‘The girl from Ipanema’ en el último álbum, que fue la segunda vez que grabó la canción sin que nunca le pagaran por ello”, alega Marcelo. “Ella creía en la gente y confiaba”, agregó. “Se aprovecharon de su buen carácter, confianza y ganas de hacer música”.
Gilberto no volvió a grabar durante 10 años, hasta el álbum de 1987 Astrud Gilberto Plus James Last Orchestra. Aunque el líder de la banda le pareció de trato difícil, el disco impresionó a George Michael, a quien le encantaba su forma de cantar. La superestrella de Wham! finalmente le pidió que participara en un disco de recaudación de fondos para la investigación del sida. En 1996, la pareja grabó una hermosa versión de “Desafinado”, para su álbum Red Hot + Rio. Marcelo, que la acompañó en el viaje a Londres, recuerda que Michael era “enigmático” y tenía un sentido del humor seco, y que ambos quedaron satisfechos con el resultado. “Ella cantó en la nota de él, toda la música estaba hecha así”, dice. “Era una nota demasiado alta para ella, pero lo resistió, nunca dijo nada. Lo logró en menos de tres tomas y se fue”.
Gilberto tuvo otras colaboraciones de alto perfil, incluso con el cantante francés Étienne Daho, pero la que más disfrutó fue con Chet Baker. Gilberto creció amando el jazz del saxofonista Gerry Mulligan, del guitarrista Barney Kessel y del trompetista Baker, y tuvo la oportunidad de trabajar con su ídolo en 1977 cuando colaboraron en una versión de la canción “Far Away”, para la cual ella escribió la melodía. Llamó a la experiencia “una emoción, un sueño hecho realidad, el punto culminante de mi carrera”.
Gilberto, hija de un profesor de idiomas llamado Fritz Wilhelm Weinert, hablaba con fluidez francés, italiano, español, portugués, inglés y japonés. Fue muy popular en Asia e incluso lanzó álbumes en japonés. En su natal Brasil, sin embargo, había fuerzas que se oponían a la bossa nova y nunca se le otorgó el debido reconocimiento, aunque claramente merecía ser aclamada como una pionera cultural. “Muchos músicos brasileños establecidos nunca aceptaron el éxito de Astrud. La retrataron como afortunada en lugar de talentosa, como si solo hubiera estado en el lugar correcto en el momento correcto”, aseveró el profesor McCann. Marcelo lo expresa de manera más simple: “Brasil le dio la espalda. Alcanzó la fama en el extranjero en un momento en que esto era considerado una traición por la prensa”, señaló.
Más tarde confesó que estaba “muy dolida” por las “duras críticas y el sarcasmo injustificado” que recibió de parte de los reporteros brasileños. Después de un concierto en 1965, nunca volvió a cantar en Brasil y no estuvo presente cuando se interpretó “The girl from Ipanema” en la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Río 2016, cuando la supermodelo Gisele Bündchen subió al escenario.
En 2002, año en que fue admitida al Salón de la Fama de la Música Latina Internacional, Gilberto anunció que se tomaría un “tiempo libre indefinido” de las presentaciones públicas después de cuatro décadas de tocar en clubes y festivales. Su segundo matrimonio, con Nicholas LaSorsa, terminó hace más de cuatro décadas y ella se quedó en Filadelfia, en una vida alejada del ámbito público. Al jubilarse, se interesó por la filosofía, la pintura y las campañas contra la crueldad hacia los animales, y siempre ha insistido en que no extraña el “miedo escénico” ni los malos tratos por parte de las discográficas.
Sin embargo, los últimos años han sido extremadamente difíciles para Gilberto, quien cumplirá 82 años en marzo de 2022. Sus experiencias en el negocio de la música la han afectado profundamente y han dañado su confianza en las personas. Ahora vive aislada, en su apartamento con vista al río, con la compañía de un gato y las visitas y llamadas de sus hijos. Aparentemente, su voz todavía está intacta, aunque su espíritu está roto.
Terminar aislada y desconocida es un destino desgarrador para una intérprete tan exuberante, a quien su hijo Marcelo describe acertadamente como “alguna vez la cara y la voz de la bossa nova para la mayoría del planeta”. Ella merece ser honrada como una cantante que trajo alegría al mundo con una canción que, en sus propias palabras, les dio a todos “romance y una distracción de ensueño”.