Crece tensión en Río de Janeiro antes de la final de la Copa Libertadores y tras pelea en Copacabana
La tensión seguía alta el viernes en Río de Janeiro previo a la final de la Copa Libertadores, después de l a pelea entre fanáticos de los equipos y una feroz respuesta de la policía en la playa de Copacabana un día antes.
El incidente empañó la emoción de cara al partido entre el Fluminense de Brasil y Boca Juniors de Argentina, a disputarse el sábado en el legendario estadio de Maracaná, en Río de Janeiro.
Una turba arrasó la playa de Copacabana, haciendo que cientos de personas huyeran de la conmoción, algunos con caipirinhas en las manos y ropa reunida apresuradamente.
La Conmebol, el organismo rector continental del fútbol en Sudamérica, se reunió el viernes con directivos de la Confederación Brasileña de Fútbol, la Asociación del Fútbol Argentino, Fluminense y Boca Juniors para discutir seguridad.
La reunión fue convocada después del pleito en Copacabana en el que hubo nueve personas arrestadas en la próspera zona sur de la ciudad, dijo la policía.
La policía de Brasil ha recibido críticas por su respuesta, ya que las imágenes publicadas en las redes sociales por el Diario Olé de Argentina mostraban a un oficial apuntando con su arma a los seguidores en la playa y a otros usando toletes contra los fanáticos de Boca.
No quedó claro de inmediato si hubo munición real involucrada, pero la policía no informó que ningún fanático hubiera disparado.
“Nada justifica una represión tan brutal como la vivida en Copacabana, donde había incluso niños”, dijo el jueves por la noche el embajador de Argentina en Brasil, Daniel Scioli, en X, antes conocido como Twitter.
“Nos maltrataste”, decía el titular portugués en la portada del Diario Olé de Argentina el viernes, pegado a lo que parecía ser una captura de pantalla del video que mostraba a policías con equipo militar, apuntando con sus armas.
Hinchas de Boca se reunieron en el bar porteño de Copacabana, bebiendo y cantando el jueves, dijo Facundo Barbero, un argentino de 39 años que vive en Río desde hace cinco años y que estaba entre los hinchas en el bar.