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Empresas tecnológicas de EEUU facilitaron vigilancia y detención de cientos de miles en China

Dake Kang,Yael Grauer
Martes, 09 de septiembre de 2025 01:35 EDT
CHINA-JAULA DIGITAL-INVESTIGACIÓN
CHINA-JAULA DIGITAL-INVESTIGACIÓN (AP)

La cámara corporal colgaba de la parte superior del suero intravenoso y grababa hasta el más mínimo movimiento de Yang Guoliang mientras yacía ensangrentado y paralizado en una cama de hospital después de que la policía lo golpeara con ladrillos.

Para entonces, la vigilancia no era nada nuevo para la familia Yang en la China rural, atrapada en una intrincada red que se basa en tecnología estadounidense que los espía y predice lo que harán.

Sus boletos de tren, reservas de hotel, compras, mensajes de texto y llamadas telefónicas son reenvíadas al gobierno. Su casa está rodeada por más de una docena de cámaras. Han intentado ir a Beijing 20 veces en los últimos años, pero hombres enmascarados aparecen y los agarran, a menudo antes de que partan. Y el año pasado, la esposa y la hija menor de Yang fueron detenidas y ahora enfrentan un juicio por perturbar la labor del Estado chino —un delito que conlleva una pena de hasta 10 años de prisión.

No obstante, los Yang dicen que no son delincuentes. Son simplemente agricultores que intentan suplicar a Beijing que impida a las autoridades locales confiscar sus 6,070 metros cuadrados (1.5 acres) de tierra en la provincia oriental china de Jiangsu.

“Todo movimiento en mi propia casa está vigilado”, dijo Yang, sentado tras unas cortinas negras que impiden el paso de las luces de la policía dirigidas directamente a su casa. “Su vigilancia me hace sentir inseguro todo el tiempo, en todas partes”.

En toda China, decenas de miles de personas etiquetadas como alborotadoras como los Yang no pueden salir de su provincia y, a veces, incluso de sus hogares — están atrapadas en una jaula digital por parte del sistema de vigilancia digital más grande del mundo. Y la mayor parte de esta tecnología provino de empresas de un país que desde hace mucho tiempo asegura que respalda las libertades en todo el mundo: Estados Unidos.

Durante el último cuarto de siglo, empresas tecnológicas estadounidenses diseñaron y construyeron en gran medida el estado de vigilancia de China y desempeñaron un papel mucho mayor de lo que se sabía en la facilitación de abusos de derechos humanos, encontró una investigación de The Associated Press. Vendieron miles de millones de dólares en tecnología a la policía, al gobierno y a las empresas de vigilancia chinas, a pesar de las reiteradas advertencias del Congreso estadounidense y de reportajes en medios de comunicación de que dichas herramientas eran utilizadas para reprimir la disidencia, perseguir a las sectas religiosas y tener a las minorías en la mira.

De manera crucial, las tecnologías de vigilancia estadounidenses permitieron una brutal campaña de detenciones masivas en la región occidental de Xinjiang que se centró, rastreó y clasificó virtualmente a toda la población uigur para asimilarla y someterla por la fuerza.

Las empresas estadounidenses lograron esto al introducir la “vigilancia policial predictiva” en China: tecnología que recopila y analiza datos para prevenir delitos, protestas o ataques terroristas antes de que ocurran. Estos sistemas minan una amplia gama de información —mensajes de texto, llamadas, pagos, vuelos, vídeos, muestras de ADN, entregas de paquetes, internet, e incluso el consumo de agua y electricidad— para descubrir a individuos considerados sospechosos y predecir su comportamiento. Pero también permiten a la policía china amenazar a amigos y familiares y detener preventivamente a personas por delitos que ni siquiera han cometido.

Por ejemplo, la AP encontró que Huadi, un contratista de defensa chino, trabajó con IBM para diseñar el principal sistema policial conocido como “Escudo Dorado” para que Beijing censurara internet y reprimiera a presuntos terroristas, a la secta religiosa Falun Gong e incluso a aldeanos considerados problemáticos, según miles de páginas de proyectos y planes de acción gubernamentales clasificados extraídos de China por un informante, verificados por la AP y revelados aquí por primera vez. IBM y otras empresas que respondieron expresaron que cumplen plenamente con todas las leyes, sanciones y controles de exportación estadounidenses que rigen a las empresas en China, tanto pasadas como presentes.

En toda China, los sistemas de vigilancia rastrean a “personas clave” incluidas en una lista negra, cuyos movimientos son restringidos y monitoreados. En Xinjiang, los administradores clasificaban a las personas como de riesgo alto, medio o bajo, a menudo según puntuaciones de 100 puntos, con deducciones por factores como dejarse crecer la barba, tener entre 15 y 55 años o simplemente por ser uigur.

Algunas empresas tecnológicas incluso abordaron específicamente el tema racial en su mercadotecnia. En 2019, Dell y una empresa china de vigilancia promocionaron una computadora portátil de “grado militar” impulsada con inteligencia artificial (IA) e “identificación de todas las razas” en la cuenta oficial de Dell en WeChat — una app de mensajes de texto, red social, pagos en línea y otros servicios. Y hasta que la AP se puso en contacto con ellos en agosto, el sitio web del gigante biotecnológico Thermo Fisher Scientific ofrecía a la policía china kits de ADN “diseñados” para la población china, incluidas las “minorías étnicas como los uigures y los tibetanos”.

Si bien el flujo de tecnología estadounidense se desaceleró considerablemente a partir de 2019 tras la indignación y las sanciones por las atrocidades en Xinjiang, sentó las bases del aparato de vigilancia chino que las empresas de ese país han desarrollado desde entonces y, en algunos casos, reemplazado. Hasta el día de hoy, persisten las preocupaciones sobre la utilización de la tecnología vendida a China.

Por ejemplo, 20 exfuncionarios estadounidenses y expertos en seguridad nacional escribieron una carta a finales de julio en la que critican un acuerdo para que NVIDIA venda chips H2O —utilizados en inteligencia artificial— a China, con el 15% de los ingresos destinados al gobierno estadounidense. Manifestaron que, independientemente de a quién se venda el chip, caerá en manos de los servicios militares y de inteligencia chinos.

NVIDIA dijo que no fabrica sistemas ni software de vigilancia, que no colabora con la policía en China y que no diseñó el H2O para la vigilancia policial. NVIDIA publicó en su cuenta de WeChat en 2022 que Watrix y GEOAI, empresas chinas de vigilancia, utilizaron sus chips para entrenar drones de patrullaje y sistemas de IA para identificar personas por su forma de caminar, pero declararon a la AP que esas relaciones ya no continúan. La Casa Blanca y el Departamento de Comercio no respondieron a las solicitudes de comentarios.

Thermo Fisher y Seagate, fabricante de discos duros, promocionaron sus productos a la policía china en conferencias y ferias comerciales este año, según publicaciones en línea. Agentes pasean por las calles de Beijing con walkie-talkies Motorola. Los chips de NVIDIA e Intel todavía son fundamentales para los sistemas de vigilancia policial chinos, según muestran las adquisiciones. Y los contratos para el mantenimiento del software y los equipos existentes de IBM, Dell, HP, Cisco, Oracle y Microsoft todavía son omnipresentes, a menudo mediante terceros.

Lo que comenzó en China hace más de una década podría considerarse una advertencia para otros países en un momento en que el uso de las tecnologías de vigilancia aumenta drásticamente en todo el mundo, incluso en Estados Unidos. Envalentonadas por el gobierno de Donald Trump, las empresas tecnológicas estadounidenses son más poderosas que nunca, y Trump ha revocado una orden ejecutiva de la era Biden destinada a proteger los derechos civiles de las nuevas tecnologías de vigilancia.

A medida que ha crecido la capacidad y la sofisticación de estas tecnologías, también lo ha hecho su alcance. Las tecnologías de vigilancia incluyen ahora sistemas de inteligencia artificial que ayudan a rastrear y detener a migrantes en Estados Unidos e identificar a personas para matar en la guerra entre Israel y Hamás. China, por su parte, ha utilizado lo que aprendió de Estados Unidos para convertirse en una superpotencia de la vigilancia y vende tecnologías a países como Irán y Rusia.

La investigación de la AP se basó en decenas de miles de correos electrónicos y bases de datos filtrados de una empresa china de vigilancia; decenas de miles de páginas de documentos corporativos y gubernamentales confidenciales; material de mercadotecnia público en chino; y miles de órdenes de adquisiciones, muchas de ellas proporcionadas por ChinaFile, una revista digital publicada por la organización sin fines de lucro Asia Society. La AP también se basó en docenas de solicitudes de acceso a registros públicos abiertos y entrevistas con más de 100 ingenieros, ejecutivos, expertos, funcionarios, oficiales, administradores y policías chinos y estadounidenses, actuales y anteriores.

Aunque las empresas a menudo afirman no ser responsables por el uso que se da a sus productos, algunas directamente presentaron su tecnología como herramientas para que la policía china controle a los ciudadanos, como lo demuestra material de mercadotecnia de IBM, Dell, Cisco y Seagate. Sus argumentos de venta —realizados tanto de forma pública como privada—, citaron lemas del Partido Comunista para reprimir las protestas, como “mantenimiento de la estabilidad”, “personas clave” y “reuniones anormales”, y nombraron programas que reprimen la disidencia, como “Policía de Internet”, “Ojos Afilados” y “Escudo Dorado”.

Otras empresas, como Intel, NVIDIA, Oracle, Thermo Fisher, Motorola, Amazon Web Services, Microsoft, Western Digital —creadora del software de mapeo ArcGIS Esri—, y la entonces Hewlett Packard (HP), también vendieron tecnología o servicios a sabiendas a la policía o a empresas de vigilancia chinas. Cuatro abogados en ejercicio dijeron que ventas como las descubiertas por la AP podrían ir en contra, si no textualmente, al menos en espíritu, de las leyes de exportación estadounidenses vigentes en ese momento sobre herramientas de huellas dactilares, cifrado y el ejército chino, lo cual las empresas negaron.

La tecnología estadounidense constituía casi todos los componentes del aparato de vigilancia chino, según descubrió la AP:

MILITAR Y POLICÍA: En 2009, el contratista de defensa chino Huadi trabajó ​​con IBM para desarrollar sistemas nacionales de inteligencia, incluida una base de datos antiterrorista, utilizados por el ejército chino y el Ministerio de Seguridad del Estado —la policía secreta de China. Agentes chinos vendieron el software de análisis de vigilancia policial i2 de IBM al mismo ministerio y a la policía china, incluso en Xinjiang, durante la década de 2010, como muestran los correos electrónicos filtrados y las publicaciones de mercadotecnia. IBM dijo que no tiene registros de que su software i2 se haya vendido alguna vez a la Oficina de Seguridad Pública en Xinjiang.

VIGILANCIA: NVIDIA e Intel se asociaron con las tres mayores empresas de vigilancia de China para incorporar funciones de IA a las cámaras utilizadas para la videovigilancia en toda China, incluidos Xinjiang y Tíbet, hasta que se impusieron sanciones. NVIDIA dijo en una publicación que data de al menos 2013 que colaboró ​​con un instituto de investigación policial chino en el desarrollo de tecnología de vigilancia.

REPRESIÓN ÉTNICA: IBM, Oracle, HP y Esri, desarrollador de ArcGIS, vendieron a la policía china —por cientos de miles de dólares— software geográfico y cartográfico que permite a los oficiales detectar cuándo uigures, tibetanos o disidentes que se encuentran en la lista negra salen de sus provincias o aldeas. Incluso en 2019, con las detenciones en Xinjiang ya muy en marcha, Dell organizó una cumbre del sector en su capital. Dell y su entonces filial, VMWare, vendieron software en la nube y dispositivos de almacenamiento a la policía y a entidades que proporcionaban datos a la policía en Tíbet y Xinjiang, incluso en 2022, después de que los abusos en esos lugares se hicieran ampliamente conocidos.

IDENTIFICACIÓN: Huadi colaboró ​​con IBM para crear la base de datos nacional de huellas dactilares de China; IBM dijo a la AP que nunca vendió “productos o tecnología específicos para la toma de huellas dactilares” al gobierno chino “en violación de la ley estadounidense”. HP y VMWare vendieron tecnología utilizada por la policía china para la comparación de huellas dactilares, mientras que Intel se asoció con una empresa china de toma de huellas dactilares para incrementar la eficacia de sus dispositivos. IBM, Dell y VMware también promovieron el reconocimiento facial entre la policía china. La policía de China y los laboratorios policiacos de ADN compraron software y equipos de IBM, Dell y Microsoft para guardar datos genéticos en bases de datos policiales.

CENSURA Y CONTROL: En 2016, Dell se jactó en su cuenta de WeChat de que sus servicios habían ayudado a la policía de internet china a “tomar medidas enérgicas contra quienes difunden rumores”. Seagate escribió en WeChat, en 2022, que vende en China discos duros “hechos a la medida” para sistemas de video con IA para que la policía los utilice y les ayude a “controlar a personas clave”, a pesar de enfrentar críticas por vender discos duros en Xinjiang.

“Todo se basó en tecnología estadounidense”, expuso Valentin Weber, investigador del “German Council on Foreign Relations”, quien estudió el uso de tecnología estadounidense por parte de la policía china. “La capacidad de China era prácticamente de cero”.

IBM, Dell, Cisco, Intel, Thermo Fisher y Amazon Web Services dijeron que se adhieren a las políticas de control de exportaciones. Seagate y Western Digital respondieron que acatan todas las leyes y regulaciones pertinentes donde operan.

Oracle, Hewlett Packard Enterprise y el conglomerado tecnológico Broadcom, que adquirió VMWare y la empresa de nube Pivotal en 2023, no hicieron comentarios oficiales; HP, Motorola y Huadi no respondieron, y Esri negó su participación, pero no respondió a los ejemplos. Microsoft dijo a la AP que no encontró pruebas de que había “vendido tecnología al ejército o la policía a sabiendas” como parte de la actualización del “Escudo Dorado”.

Algunas empresas estadounidenses rescindieron contratos en China por preocupaciones sobre los derechos y tras las sanciones. Por ejemplo, IBM dijo que prohibió las ventas a la policía de Tíbet y Xinjiang desde 2015, y que suspendió sus relaciones comerciales con el contratista de defensa Huadi en 2019.

No obstante, los expertos en sanciones señalaron que las leyes tienen importantes lagunas legales y a menudo van a la zaga de los nuevos avances. Por ejemplo, una prohibición a la exportación de equipo militar y policial a China tras la masacre de Tiananmén de 1989 no toma en cuenta las tecnologías más nuevas ni los productos de uso general que pueden aplicarse en la vigilancia policial.

También puntualizaron que la legislación sobre los controles de exportación es compleja. Raj Bhala, experto en derecho mercantil internacional de la Universidad de Kansas, dijo que los problemas descritos por la AP caían en “la clase de zona gris que incluimos en los exámenes”.

“Generaría preocupación por posibles inconsistencias, posibles violaciones”, agregó Bhala, quien enfatizó que hablaba en general y no de alguna empresa en particular. “Pero realmente insisto en que es posible. Necesitamos conocer más datos”.

Si bien empresas alemanas, japonesas y coreanas también desempeñaron un papel, las empresas tecnológicas estadounidenses fueron, por mucho, las principales proveedoras.

El gobierno de Xinjiang señaló en un comunicado que utiliza tecnologías de vigilancia para “prevenir y combatir la actividad terrorista y delictiva”, que respeta la privacidad y los derechos legales de los ciudadanos, y que no tiene como objetivo a ninguna etnia en particular. El comunicado añadió que los países occidentales también utilizan dicha tecnología y calificó a Estados Unidos de “un verdadero estado de vigilancia”. Otras agencias gubernamentales —incluida la policía china y las autoridades de la provincia de los Yang— no respondieron a la solicitud de comentarios.

Esta tecnología aún alimenta la base de datos policial que controla a los Yang y a otras personas ordinarias. Una estimación con base en estadísticas del gobierno chino encontró que cuando menos entre 55.000 y 110.000 personas fueron sometidas a vigilancia residencial en la última década, y un gran número tiene restringido viajar en Xinjiang y Tíbet. Las ciudades, carreteras y pueblos de China tienen más cámaras que el resto del mundo en conjunto, según los analistas —una por cada dos personas.

“Debido a esta tecnología ... no tenemos ninguna libertad”, dijo Yang Caiying, la hija mayor de Yang Guoliang, ahora exiliada en Japón. “En este momento, somos nosotros, los chinos, quienes sufrimos las consecuencias, pero tarde o temprano, los estadounidenses y otros también perderán sus libertades”.

Vender superpoderes de vigilancia

Cuando China emergió de la caótica violencia de la Gran Revolución Cultural en 1976, tres de cada cuatro chinos eran agricultores, incluidos los Yang. Ellos vivían en una casa de tres habitaciones de adobe y tejas enclavada entre los exuberantes y húmedos campos del delta del río Yangtsé.

Tras la muerte del presidente Mao Zedong ese año, los nuevos líderes de Beijing abrieron China al mundo y empresas tecnológicas estadounidenses como HP e IBM se apresuraron a entrar. Pero existían límites estrictos a la cantidad de cambios que el gobierno aceptaría. En 1989, las protestas prodemocráticas de Tiananmén conmocionaron a Beijing, que envió tanques y tropas para disparar a los estudiantes.

Poco después, Beijing comenzó a planificar el desarrollo del “Escudo Dorado”, cuyo objetivo era digitalizar la fuerza policial china.

En 2001, los atentados de Al Qaeda del 11 de septiembre imprimieron máxima velocidad al interés en las tecnologías de vigilancia. Un investigador afirmó que las autoridades podrían haber frustrado el ataque si hubieran descubierto las conexiones entre quienes secuestraron los aviones a través de información pública en bases de datos.

Las empresas estadounidenses ganaron al vender a Estados Unidos miles de millones de dólares en tecnologías de vigilancia que dijeron que podrían prevenir delitos y ataques terroristas.

Detectaron la misma oportunidad de venta en China. Los investigadores advirtieron que las tecnologías de vigilancia serían “instrumentos de represión” en manos de estados autoritarios. No obstante, IBM, Cisco, Oracle y otras empresas estadounidenses consiguieron pedidos como proveedores del “Escudo Dorado” de Beijing.

“China no contaba con este tipo de cosas antes”, dijo Wang, exoficial de la policía china en Xinjiang, quien pidió ser identificado sólo por su apellido por temor a represalias. “Todos estos conceptos provinieron de Occidente”.

Pronto surgieron historias inquietantes. La policía china bloqueó noticias sensibles y señaló a los disidentes con una precisión desconcertante. Acosaron a los seguidores de la secta Falun Gong, prohibida por las autoridades. El Congreso de Estados Unidos exigió explicaciones a las empresas tecnológicas.

En 2008, documentos filtrados a la prensa mostraron que Cisco consideró que el “Escudo Dorado” era una oportunidad de ventas, y citó a un funcionario chino que calificaba a Falun Gong de “secta diabólica”. Una presentación de Cisco revisada por la AP ese mismo año decía que sus productos podían identificar más del 90% del material de Falun Gong en internet. Sus seguidores demandaron a Cisco, que ahora solicita a la Corte Suprema de Estados Unidos que anule el fallo de un tribunal inferior que admitió la demanda.

En una conferencia sobre derechos humanos celebrada en febrero, Katie Shay, la entonces abogada de Cisco, dijo que las empresas tenían la responsabilidad de comprender cómo los clientes podrían hacer un mal uso de su tecnología para “vigilancia y censura”.

“Mucha gente ha sufrido a manos de su gobierno, y quiero reconocer ese dolor”, declaró Shay, quien dejó Cisco en junio. “También diré que Cisco refuta las acusaciones del involucramiento de Cisco”.

Cisco dijo a la AP que está comprometida con los derechos humanos, pero que las acusaciones judiciales podrían “abrir las compuertas a demandas contra empresas estadounidenses simplemente por la exportación legal de bienes y servicios estándar ya disponibles en el mercado”.

Mientras Cisco era citada a comparecer ante el Congreso, IBM se asoció con un contratista de defensa chino en la Fase Dos del “Escudo Dorado” de China.

Proyectos gubernamentales secretos obtenidos por la AP muestran que, en 2009, IBM colaboró ​​con Huadi, la filial estatal del mayor contratista militar de misiles de China —escindida del Ministerio de Defensa chino— para desarrollar un sistema de vigilancia policial predictivo.

“Consolidar el gobierno del Partido Comunista”, decía el plan de acción de Huadi, que mostraba que las bases de datos rastrearían a cientos de miles de personas en línea.

En respuesta a las preguntas de la AP, IBM se refirió a cualquier posible relación que pudiera haber tenido con agencias gubernamentales chinas como “interacciones viejas y obsoletas”:

“... Si hoy se abusa de sistemas antiguos —e IBM no tiene conocimiento de que así sea—, el uso indebido está totalmente fuera del control de IBM, no fue contemplado por IBM hace décadas, y de ninguna manera representa a la IBM de hoy”.

Pero en 2009, Beijing necesitaba la tecnología con urgencia para reprimir a los críticos que creaban lazos en línea. Entre ellos se encontraban los Yang.

En abril de ese año, las autoridades locales ordenaron a los Yang y a más de 300 familias de su aldea que abandonaran sus tierras. Los promotores inmobiliarios codiciaban su privilegiada propiedad frente al lago para construir apartamentos y villas “de estilo occidental”, con fuentes, campos de fútbol y centros comerciales.

Los Yang no tenían idea de que la policía instalaba sistemas que podían tener en la mira a familias como la suya. Sólo sabían que sus terrenos les eran confiscados a cambio de apenas un apartamento en un edificio de cinco plantas sin ascensor —demasiados escalones para que la madre anciana pudiera subir.

Los Yang y otros agricultores de toda China presentaron denuncias.

“Descubrí que la forma en que el gobierno se apropió de nuestra tierra fue ilegal”, dijo Yang Caiying. “Nos engañaron”.

Predecir y prevenir

En julio de 2009, tres meses después de que confiscaron el terreno de los Yang, estallaron disturbios al otro lado del país, en Xinjiang. Imágenes sangrientas de un uigur linchado en una fábrica de juguetes se difundieron en línea, los uigures enfurecidos salieron a las calles y cientos fueron asesinados.

Una vez más, empresas estadounidenses presentaron sus tecnologías como la solución.

El gobierno envió tropas y cortó las conexiones telefónicas y de internet de Xinjiang. En reuniones secretas, los funcionarios concluyeron que la policía había fallado en detectar las señales de peligro porque no pudo identificar a los uigures considerados separatistas, terroristas o extremistas religiosos, dijeron a la AP tres ingenieros que trabajaban entonces para el gobierno de Xinjiang.

En ese momento, la policía y los sistemas de datos de Xinjiang ya utilizaban tecnología estadounidense, incluida de IBM, Cisco, Oracle y Microsoft, reportaron los ingenieros, lo cual la AP verificó mediante la revisión de contratos gubernamentales. No obstante, las bases de datos no estaban conectadas.

Así que Xinjiang lanzó una ambiciosa iniciativa para fusionar datos de todas las fuentes disponibles, incluidos bancos, ferrocarriles y compañías telefónicas, en una base de datos central. Los funcionarios exigieron información absoluta sobre todas las personas sospechosas y sus familiares hasta tres generaciones atrás, según los ingenieros, quienes describieron reuniones específicas en las que ellos participaron. Dos de los ingenieros pidieron permanecer en el anonimato ya que temen por su familia en China; el tercero, Nureli Abliz, se encuentra ahora en Alemania.

Pronto, se licitaron contratos lucrativos. Entre las empresas que buscaban obtener ganancias se encontraba IBM.

“Prevenir los problemas antes de que ocurran”, prometió IBM a las autoridades chinas. En un panfleto de agosto de 2009, IBM citó los disturbios de Xinjiang y dijo que su tecnología podría ayudar al gobierno a “garantizar la seguridad y la estabilidad urbanas”.

Los ejecutivos de IBM se desplegaron por todo el país para cortejar a los funcionarios chinos. En diciembre de 2009, crearon un nuevo “IBM Institute for Electronic Governance Innovation” (Instituto IBM para la Innovación en Gobernanza Electrónica) en Beijing. En 2011, IBM adquirió i2, un programa de software diseñado para prevenir “amenazas terroristas”. IBM promocionó la capacidad de i2 para analizar las redes sociales chinas y concedió una licencia a Landasoft —una empresa con sede en Shanghái— para venderlo a la policía china, según muestran los registros corporativos.

La policía china compró productos con valor de decenas de millones de dólares a empresas como IBM, Cisco, Oracle y Microsoft para actualizar los sistemas de vigilancia policial “Escudo Dorado”, como muestra un libro de contabilidad filtrado que la AP obtuvo de un informante.

En la confrontación entre el estado chino y sus críticos, la tecnología estadounidense inclinó la balanza del poder.

En 2011, ladrones saquearon la casa de los Yang en busca de su escritura de propiedad. No la encontraron.

Dos años después, hombres rapados con tatuajes y cadenas de oro derribaron la puerta, rompieron ventanas y volcaron muebles para obligarlos a abandonar su casa de todos modos. La madre de Yang cayó al suelo aterrorizada. Los médicos diagnosticaron un infarto, pero los Yang no tenían dinero para un marcapasos.

Furiosos, los Yang demandaron a la policía local. En junio de 2015, un juez dictaminó que su terreno había sido confiscado ilegalmente. Los Yang lo celebraron.

Pero apenas unas semanas después del fallo, oficiales identificaron a abogados de derechos humanos mediante la tecnología “Escudo Dorado”, esposaron a cientos de ellos y los metieron a la fuerza en furgonetas policiales en toda China. Un abogado recordó más tarde cómo la policía monitoreó sus mensajes sobre derechos humanos en WeChat antes de detenerlo, encadenarlo a una silla y torturarlo.

De la noche a la mañana, el incipiente movimiento de defensa de los derechos humanos en China recibió un golpe fatal —y con él, el caso de los Yang. Los Yang fueron citados y se les comunicó secamente que la sentencia era anulada y su demanda desestimada sin juicio.

“Realmente tuvimos demasiada fe en la ley, ¿sabes?”, expresó Yang Guoliang, con los puños apretados. “Resultó ser inútil”.

Tecnologías de terror

Mientras tanto, Beijing transformaba Xinjiang en el lugar más vigilado del planeta y confinó a cerca de un millón de personas en campos y prisiones.

Cuando bombas estallaron en una estación de tren de la capital de Xinjiang horas después de la visita del líder Xi Jinping en 2014, Xi exigió mano dura.

“Estaba superenojado”, dijo Abliz, uno de los ingenieros del gobierno de Xinjiang. “Concluyeron que ellos no vigilaban a los uigures con la atención suficiente”.

Al año siguiente, en abril de 2015, Abliz asistió a una exposición a puerta cerrada en Xinjiang. Un estand de Landasoft, exsocio de IBM, llamó su atención.

Tras años como un proveedor del software de análisis de vigilancia policial i2 de IBM para la policía de Xinjiang, Landasoft se había lanzado por su cuenta y promocionaba un software similar al i2 que afirmaba que podía detener a los extremistas antes de que causaran problemas. La similitud no era casualidad: el software de Landasoft fue copiado de i2, según correos electrónicos y registros filtrados.

“La plataforma se desarrolla con base en el i2”, escribió un gerente de proyecto de Landasoft en un correo electrónico.

Utilizaba un sistema de visualización de datos patentado desarrollado por i2. El software impulsaba la llamada "Integrated Joint Operations Platform" (IJOP o Plataforma Integrada de Operaciones Conjuntas, en español), con la autoridad para iniciar arrestos.

Abliz estaba atónito.

“Pensé entonces que era el fin de la humanidad”, expresó.

Landasoft no respondió a las reiteradas solicitudes de comentarios. IBM dijo que cortó sus lazos con Landasoft en 2014 y no tiene conocimiento de ninguna interacción entre Landasoft y la Oficina de Seguridad Pública de Xinjiang.

En otoño de 2015, meses después de la exposición de Xinjiang, Landasoft firmó contratos con la policía de Xinjiang, según muestran correos electrónicos. Los trabajadores instalaron millones de cámaras y cablearon más de 7.000 puestos policiales, a menudo construidos a sólo cientos de metros de distancia. Se reclutaron casi 100.000 oficiales para tocar puertas y recopilar nombres, direcciones, huellas dactilares y escaneos faciales.

Aunque se favorecía el hardware chino, el software extranjero era irremplazable por su rendimiento y compatibilidad con los sistemas chinos fabricados en Estados Unidos, explicaron los ingenieros a la AP. Eso incluía software para servidores y bases de datos de Oracle y Microsoft, y software en la nube de VMWare, que Dell adquirió en 2016.

A finales de 2016, la represión comenzó. Documentos internos, una copia filtrada del software de Landasoft y entrevistas con 16 expolicías, funcionarios e ingenieros de Xinjiang revelan cómo funcionaba el sistema.

El software de Landasoft combinaba datos introducidos en una base de datos policial central para compilar un expediente sobre amplios sectores de la población de Xinjiang, y los etiquetaba con categorías como “fue a una peregrinción” o “estudió en el extranjero”. Los administradores los interrogaron después, calcularon sus puntuaciones de riesgo y decidieron a quién detener.

Cientos de miles de personas fueron etiquetadas como “no confiables”, según muestran los mensajes filtrados. Documentos filtrados revelan que la plataforma IJOP marcó a 24.412 personas como “sospechosas” en apenas una semana, en 2017, lo que resultó en la detención de la mayoría de ellos.

“Pensaron que era mejor detener a miles de inocentes que dejar que un solo delincuente siguiera libre”, dijo Abliz.

La tecnología era rudimentaria y defectuosa. Los correos electrónicos de Landasoft muestran que los ingenieros corregían frenéticamente un error de software para liberar a cientos de personas catalogadas como de alto riesgo. Y las cámaras de vigilancia a menudo identificaban erróneamente a las personas, como descubrió un expolicía de Xinjiang cuando revisó sus documentos de identidad.

No obstante, a los oficiales se les dijo que “las computadoras no mienten” y que quienes habían sido enlistados como objetivos por la IJOP eran “absolutamente correctos”, agregó Abliz. Las órdenes del software a menudo se obedecían con temor y sin cuestionamientos.

“Las empresas tecnológicas le dijeron al gobierno que su software era perfecto”, reportó Abliz. “Todo eso es un mito”.

Sentencia previa

La vigilancia exhaustiva exigía un cumplimiento absoluto: los oficiales arrestaban a sus colegas y los vecinos se delataban entre sí.

En mayo de 2017, Kalbinur Sidik, una profesora que ahora reside en Holanda, fue citada a la oficina de gobierno de su distrito en un edificio de apartamentos de ladrillo amarillo en la capital de Xinjiang. Una joven uigur, recién salida de la universidad, se levantó y se presentó como funcionaria local. Sidik, explicó la mujer, iba a ser nombrada jefa de su edificio, responsable de recopilar información sobre sus vecinos.

“¿Para qué se utilizarán esos datos?”, preguntó Sidik.

La mujer miró una computadora con un programa de Landasoft en ejecución y listas de nombres con etiquetas: “Sale de noche”, “Teléfono en el extranjero”, “Desempleado”. Un botón sobresalía: “Notificación”.

La mujer hizo clic en él y la pantalla se llenó de nombres. Estas personas, explicó la joven, serían detenidas e interrogadas por presuntos vínculos con terrorismo. Los ojos de Sidik no daban crédito.

“La odié por lo que hacía”, dijo Sidik. “Sabía que esa gente desaparecería”.

Las autoridades de Xinjiang emitieron cuotas de arrestos, informaron Sidik y otros cinco exoficiales y administradores. Sidik observó con horror cómo el número de asistentes a la ceremonia semanal obligatoria de izamiento de la bandera en su complejo se redujo de 400 a poco más de 100, a medida que arrestaban a los residentes.

En la oficina del distrito miró los logotipos que aparecían en las pantallas: Oracle, Microsoft, Intel. La AP encontró evidencia de productos de las tres empresas utilizados en los sistemas de vigilancia policial y de datos de Xinjiang durante la represión, al igual que de Esri, Seagate, Western Digital, Nvidia, Thermo Fisher y VMWare —entonces propiedad de Dell—, que anunciaba su cooperación con las autoridades de Xinjiang en su sitio web.

Sidik le preguntó al funcionario de su vecindario de dónde provenía todo aquello.

“Hemos gastado mucho dinero en importar tecnología extranjera”, recuerda que le respondió el funcionario.

Entre quienes fueron atrapados en la redada digital se encontraba Parida Qabylqai, una farmacéutica de etnia kazaja que trabajaba en un hospital militar de Xinjiang.

En febrero de 2018, Qabylqai fue denunciada por la plataforma IJOP por visitar a sus padres en Kazajistán. Al principio, su jefe pensó que era un error.

“Eres una buena persona: no deberías estar en la lista”, recuerda que le dijo. Entonces él revisó la IJOP y encontró el nombre de ella.

“¡Es verdaderamente serio! Vas a terminar en los campos”, expresó conmocionado.

Un oficial le puso una confesión en las manos.

“¿Qué hice mal?”, preguntó Qabylqai.

“¡Solo firma!”, gritó el oficial.

Qabylqai fue esposada, encapuchada y llevada rápidamente a un campo, donde las cámaras la vigilaban día y noche e incluso observaban su cuerpo desnudo en el baño.

Los guardias, a gritos por los altavoces, le ordenaban que no hablara o siquiera se moviera.

“Nos hicieron cosas que ningún ser humano debería tener que experimentar”, reportó. “Pero dijeron que mi nombre figuraba en la lista de la IJOP, así que no tenían que dar ninguna explicación”.

Ni siquiera los agentes del sistema se salvaron.

En 2018, Liu Yuliang, funcionario de Xinjiang, fue convocado a la casa de un joven policía en su aldea. Él y decenas de personas más permanecieron en silencio mientras el oficial abrazaba a su esposa embarazada, quien sollozaba.

El agente había enviado a muchas personas a los campos. Y entonces, él mismo fue señalado para su detención.

Demasiado temeroso para resistirse, Liu accedió a arrestarlo, tal como lo había hecho el joven agente antes que él.

El software de Landasoft alertaba a la policía cuando las personas señaladas hacían algo etiquetado como sospechoso, como salir de noche o conectarse a internet repetidamente. Liu fue enviado a tocar puertas e interrogar a los residentes en cuyos “ojos les veías el miedo”.

Mientras la policía peinaba Xinjiang, Landasoft compró software de Pivotal, una plataforma de alojamiento y servicios en la nube que posteriormente fue adquirida por Broadcom, según muestran los correos electrónicos. Además, Landasoft registró cuentas tanto en Amazon Web Services como en Microsoft Azure en 2018, con el objetivo de ampliar las ofertas en la nube a clientes policiacos, como muestran los correos electrónicos.

AWS dijo que Landasoft “consumió servicios de nube muy limitados durante un período breve” y no para software en la represión de Xinjiang. Microsoft refirió que Landasoft utilizó los servicios de Azure a través de un portal de autoservicio retirado en 2021, y que todos los datos de Landasoft fueron eliminados.

El gobierno de Xinjiang declaró a la AP: “No existen en absoluto las ‘violaciones de derechos humanos a gran escala’”.

Liu finalmente dimitió y regresó a su ciudad natal en el este de China e intentó olvidar lo que había visto y hecho. Pero observó con inquietud las nuevas cámaras y puestos de control que eran instalados alrededor de su casa.

Cuatro días después, la seguridad estatal lo llamó y lo citó para interrogarlo. El aparato de vigilancia omnisciente lo había seguido hasta su casa.

“El modelo de Xinjiang se está copiando en todas partes, en todas las ciudades de China”, dijo Liu.

En 2024, Liu abandonó China e ignoró a un funcionario del aeropuerto que le advirtió que a dondequiera que fuera, sería vigilado.

“Esta tecnología no tiene emociones”, expresó Liu. “Pero en manos de un gobierno que no respeta la ley, se convierte en una herramienta para el mal”.

Autocracia automatizada

Los Yang siguen atrapados por la tecnología estadounidense. Servidores, conmutadores y unidades de IBM, Dell, HP, Cisco y Seagate impulsan los sistemas policiales que los tienen en la mira, según demuestran contratos de mantenimiento que datan de este año. Los chips de Intel y NVIDIA procesan datos. El software de Oracle y VMware ejecuta la base de datos.

Pero cuanto más presionan los Yang, más fuerte responde el sistema.

En febrero de 2023, acudieron a la Administración Nacional de Quejas Públicas en Beijing con una carta. Dos días después, la policía los detuvo en su hotel y los condujo a su casa.

Los Yang persistieron, en un intento por defender su caso ante Beijing. En los meses siguientes, fueron detenidos en estaciones de autobús y tren, golpeados en un hospital y secuestrados en ambulancia.

En julio pasado, la madre de Yang lo intentó de nuevo. Llevaba una carta para el líder chino Xi Jinping:

“Están usando la violencia y el secuestro para impedirme solicitar y buscar tratamiento médico ... Le rogamos, Secretario General, que nos salve”.

A las afueras del complejo de la cúpula de Beijing, hombres corpulentos vestidos de negro tiraron al suelo a la madre de Yang. Fue encarcelada durante más de un mes, interrogada, desnudada para registrarla, alimentada a la fuerza con medicamentos y privada de comida y agua. En octubre, ella y la hermana de Yang desaparecieron.

La casa de los Yang es ahora la última que queda en pie. El padre vive solo.

Sus familiares han cortado el contacto, perturbados por la multitud de policías que lo siguen. Miles de páginas de documentos guardados en cajones, metidos en valijas y apilados en cajas en una bañera narran cada paso de sus 16 años de búsqueda de justicia.

En abril, a Yang le enviaron la cuenta de cargos penales que mostraba cuánto había gastado la policía para detener la “petición anormal” de la familia.

El costo: aproximadamente 37.000 dólares.

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Yael Grauer es periodista independiente de investigación tecnológica. Los periodistas de AP Garance Burke en San Francisco, Larry Fenn en Nueva York y Byron Tau, en Washington, contribuyeron con este reporte, junto con Myf Ma, periodista de investigación independiente, investigador y programador en Nueva York que cubre China.

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Contacta con el equipo de investigación global de AP en Investigative@ap.org o https://www.ap.org/tips/

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