Uganda: Prohibición de producir carbón afecta negocio que favorece la tala

La quema de carbón, una añeja práctica en muchas sociedades africanas, es ahora un negocio restringido en el norte de Uganda en medio de una ola de resentimiento de personas locales que han advertido que la tala incontrolada por parte de forasteros favorece el cambio climático

Rodney Muhumuza
Miércoles, 14 de junio de 2023 21:22 EDT
UGANDA-CARBÓN
UGANDA-CARBÓN (AP)

Los productores de carbón en las selvas del norte de Uganda huyeron hacia la sabana, abandonando temporalmente su preciada materia prima: varias pilas de madera por procesar.

Los trabajadores estaban desesperados por evitar que funcionarios locales los capturaran después de que una nueva ley prohibió la producción local de carbón. Se arriesgaban a ser arrestados y golpeados si eran sorprendidos haciéndolo.

Pero lo que realmente está en juego para los productores de carbón es su sustento.

“No vamos a detenernos”, dijo Deo Ssenyimba, un productor de carbón con el torso desnudo que lleva 12 años trabajando en esto en el norte de Uganda. “Nos detenemos, y luego ¿qué hacemos? ¿Vamos a robar?"

La quema de carbón, una añeja práctica en muchas sociedades africanas, es ahora un negocio restringido en el norte de Uganda en medio de una ola de resentimiento de personas locales que han advertido que la tala incontrolada por parte de forasteros favorece el cambio climático. En realidad no mucho ha cambiado, ya que los productores de carbón evaden las normas con el fin de mantener el suministro fluyendo y personas armadas hacen justicia por propia mano.

Gran parte del norte de Uganda sigue siendo frondoso, pero escasamente poblado y empobrecido, atractivo para inversionistas que desean la tierra principalmente por su potencial para mantener el negocio del carbón. Y la demanda está garantizada: el carbón representa hasta el 90% de las necesidades primarias de consumo de energía en África, según un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura emitido en 2018.

Antes de que se prohibiera producir carbón, activistas locales formaron grupos de vigilancia en distritos como el de Gulu, donde recientemente el exlegislador Odonga Otto encabezó un ataque a un camión al que se le quitaron 380 sacos de carbón. Aunque luego Otto fue acusado de robo con agravantes, el presidente de la Corte Suprema, Alfonse Owiny-Dollo, lo elogió como un héroe.

“No he oído de nadie que esté destruyendo nuestro ambiente al que se le hayan incoado cargos”, declaró Owiny-Dollo, que es del norte de Uganda. “Si le robas a un ladrón, ¿eres un ladrón?”

La semana posterior a que Owiny-Dollo hiciera esos comentarios, el presidente Yoweri Museveni emitió una orden ejecutiva con la que prohibía la producción comercial de carbón en el norte de Uganda, interrumpiendo un comercio nacional que desde hace mucho tiempo se ha visto influenciado por susceptibilidades culturales, al igual que por la aparente abundancia de tierras ociosas. En otras regiones se sigue permitiendo la producción comercial de carbón.

La prohibición sigue a una ley con respecto al cambio climático, promulgada en 2021, la cual faculta a las autoridades de todo el país a regular las actividades consideradas dañinas para el medio ambiente. Los árboles extraen del aire dióxido de carbono, un gas que favorece el calentamiento del planeta, pero la quema de carbón lo devuelve a la atmósfera

Días después de que Museveni emitiera la orden, un equipo de periodistas de The Associated Press ingresó caminando a un enclave en el que se quema carbón y que está ubicado en una parte remota de Gulu, a 335 kilómetros (208 millas) de la capital Kampala.

Un funcionario local, Patrick Komakech, presidente del subcondado Patiko, escuchó pisadas que se alejaban y se lanzó en su persecución. Una pequeña parcela de bambú dio paso a un claro casi sin vegetación en el que se estaban talando árboles, y en el que había tocones aún recientes aquí y allá.

Komakech estaba sumamente agitado y a punto de llorar.

En varios sitios había madera apliada como si fuera marfil de contrabando, y se elevaba humo gris de una pila que estaba siendo procesada. Junto a ella había sacos llenos de carbón. Sus productores dormían en pequeñas tiendas de campaña cubiertas de hojas secas.

“Estoy completamente perturbado (por) toda esta destrucción”, declaró Komakech, refiriéndose a productores de carbón que “de hecho son importados y colocados en esta comunidad, y que hacen esto sin la misericordia de dejar algo de vegetación”.

Le dio una patada a los troncos caídos, y dijo que eran del árbol de karité, una planta valorada por el pueblo acholi de la región por su fruta y por su aceite, utilizado frecuentemente en la fabricación de cosméticos.

A la larga los productores de carbón se acercaron a Komakech, que deseaba destruir las pilas de madera arrojándoles queroseno, y dijeron que simplemente estaban ganándose su sustento y respondiendo a la demanda.

La explosión demográfica en Uganda ha agudizado la necesidad de fuentes de energía barata a base de plantas, especialmente carbón. En este país de 45 millones de habitantes en el este de África, se prefiere el carbón en hogares de todo tipo de nivel de ingresos, pero principalmente en los de los pobres urbanos, considerado ideal para la preparación de ciertos platillos que requieren cocción lenta. Las familias de clase media tienen estufas de gas y de carbón.

“Incluso esos policías que vienen a golpearnos están cocinando con carbón”, dijo Peter Ejal. “No estamos aquí para estropear el medio ambiente. Estamos aquí por órdenes suyas, de esas personas que están vendiendo estos árboles".

Su colega, el harapiento productor de carbón Ssenyimba, dijo sin rodeos: “Cuando acabemos en este lugar vamos a ir a otro”.

Un productor señaló que el carbón del norte de Uganda probablemente se usa incluso en el Congreso. Otros alegaron que estaban talando árboles con la complicidad de terratenientes, que venden los derechos de producción de carbón por acre (0,4 hectáreas) a los distribuidores interesados.

El sector puede ser lucrativo para terratenientes e inversionistas.

En poblados cercanos un saco de carbón se vende en unos 14 dólares, pero el precio se incrementa a medida que la venta se realiza más cerca de Kampala. Ssenyimba dijo que le pagan unos 3 dólares por cada saco que produce.

Un acre de tierra con abundantes árboles alcanza un precio de unos 150 dólares en Gulu, aunque la cantidad puede ser mucho menor en haciendas remotas pero ricas en vegetación que son propiedad de las familias más pobres. Posteriormente los inversionistas envían a hombres equipados con machetes y motosierras, los cuales laboran en sitios específicos y se van cuando han derribado todos los árboles que fueron vendidos.

Los consejos distritales de la región recaudan ingresos a partir de la emisión de licencias y la recaudación fiscal, y miembros corruptos de las fuerzas armadas han estado protegiendo a los camioneros que transportan el carbón, según Museveni y Otto, el exlegislador que ahora encabeza a personas locales armadas que persiguen a los productores de carbón.

Otto ha ayudado a la incautación de varios camiones en semanas recientes, incluidos dos que fueron confiscados y que estaban estacionados afuera de un cuartel policial, donde una multitud se congregó con la esperanza de quedarse con el carbón.

Dijo que planea enviarles cartas de intención a cientos de funcionarios locales para inteponer demandas por cualquier omisión en la protección del medio ambiente. Otto le dijo a la AP que su objetivo es hacer que el resto de Uganda “pierda el apetito” de consumir carbón proveniente de su región.

“Vamos a los campos donde se encuentran los hornos de carbón y destruimos las bases”, señaló. “Logramos hacer que el negocio sea riesgoso. En este momento puedes conducir cien kilómetros y no encontrarás ni un solo camión que transporte carbón”.

Es casi seguro que la prohibición de la producción comercial en el norte de Uganda provoque un incremento en el precio del carbón al por menor. A Otto y a otros les preocupa que los comerciantes de carbón pudiesen evadir a las autoridades al transportarlo en cantidades pequeñas —en la parte trasera de motocicletas de pasajeros_, a poblados en los que la mercancía pudiese ser cargada furtivamente en camiones.

Alfred Odoch, activista ambiental en la región, dijo que respalda el trabajo de las personas locales armadas, y calificó la producción de carbón de ser “la mayor amenaza” desde que un grupo insurgente en la región depuso las armas hace dos décadas.

Las personas armadas que vigilan presionan a los que queman carbón y a los funcionarios locales a que reduzcan al mínimo “la tala masiva de árboles” en el norte de Uganda, dijo Odoch. La producción de carbón, señaló, sólo debería ser aceptable como un negocio pequeño por parte de familias que vendan “dos o tres sacos” en una semana aproximadamente.

“Mis colegas armados que están haciendo mucho trabajo para detener esto, yo los respaldo”, manifestó. “La lucha por la justicia ambiental no es sólo (para) una persona”.

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La cobertura climática y ambiental de The Associated Press recibe apoyo de varias fundaciones privadas. La AP es la única responsable de todo el contenido.

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