Crisis de Ucrania agita carrera electoral de Hungría y Orban enfrenta críticas por sus vínculos con Rusia
La relación de Viktor Orban con Vladimir Putin y el Kremlin está bajo un nuevo escrutinio después de la invasión y la coalición opositora húngara está aprovechando la oportunidad para atacar, informa Borzou Daragahi en Budapest
Hace treinta y dos años, un joven y franco activista húngaro utilizó un simple slogan para hacerse de fama y comenzar un ascenso inédito en la política nacional: “¡Rusos, váyanse a casa!”.
Durante la última semana, los oponentes políticos del primer ministro húngaro Viktor Orban usaron contra él su propio slogan, entonándolo en manifestaciones contra la guerra de Rusia contra Ucrania para resaltar sus estrechos vínculos con el Kremlin y Vladimir Putin, a un mes de las elecciones generales en el país.
“Es un perrito faldero de Putin”, aseveró el martes en la noche el líder opositor Peter Marki-Zay ante una multitud de miles de personas reunidas frente al polémico Banco Internacional de Inversiones, al que Orban invitó a tener su sede en la capital húngara. “Orban traicionó a su país, no solo por Rusia, sino por el Partido Comunista Chino”.
La multitud, con carteles que mostraban el rostro de Putin tachado, coreaba: “¡Rusos, váyanse a casa!”.
A un mes de las elecciones del 3 de abril, el tema generalmente terciario de la política exterior de Hungría, miembro de la Unión Europea y de la OTAN, pasó a primer plano en una elección que depende en gran medida de la vertiginosa inflación, los precios de los servicios públicos y un pobre sistema de salud que fracasó durante la pandemia.
La guerra “lo eclipsa todo”, comentó Marki-Zay en una amplia sesión informativa en línea con The Independent y media docena de medios de comunicación europeos. “Todos están preocupados por la guerra”.
Orban, criticado por sus formas autoritarias y el mal manejo de la crisis de covid-19, ya estaba teniendo problemas para obtener una ventaja decisiva en las encuestas, apenas superando por poco a la coalición unificada formada por sus enemigos, liderados por Marki-Zay, alcalde de un pequeño pueblo, aunque está preparado para ganar, gracias al electorado que favorece a su Partido Fidesz.
Pero el ataque de Moscú a Ucrania, una nación que limita con Hungría y es el hogar de cientos de miles de personas de etnia húngara, cambió repentinamente la dinámica de lo que había sido una contienda relativamente moderada.
“La oposición realmente no tenía un tema emblema en su campaña”, mencionó Andrea Virag, director de estrategia del Instituto Republikon, un think tank húngaro. “Ahora tenemos esta guerra, y a todos les interesa. Los políticos hablan de ella sin parar”.
Parece que la apuesta de años de Orban para reforzar su poder con el dinero y la influencia del Kremlin está llegando a su fin. Ha pasado los últimos 12 años diciéndoles a los húngaros que Rusia, la misma nación que ordenó a las tropas que doblegaran el levantamiento democrático del país en 1956, es ahora amiga de Hungría. Hoy, en fotos, Orban se avergüenza casi visiblemente.
Ante la creciente indignación pública e internacional, Orban ha condenado el ataque ruso contra Ucrania. Tras resistirse al principio, su gobierno anunció planes para cumplir con las duras sentencias de la UE sobre Rusia, que han significado una grave degradación de las relaciones económicas con las instituciones del Kremlin.
“Ahora la unidad de la UE es primordial”, declaró Orban en una entrevista, según fue citado por un sitio de noticias húngaro el jueves. “El inicio de la guerra creó una nueva situación en Hungría. Necesitamos ajustar los objetivos de Hungría y los intereses húngaros a esta nueva situación”.
Pero para Orban, de 58 años, un experto camaleón político que se ha reinventado a sí mismo varias veces a lo largo de su carrera, podría ser difícil desenredar los vínculos de su país y los suyos propios con Rusia. Y muchos siguen teniendo sospechas.
“Hungría siempre está entre los últimos, si no es que es el último país, en renunciar a la resistencia ante sanciones contra Rusia”, explicó Andras Biro-Nagy, politólogo y director del think tank Policy Solutions.
“Orban y el gobierno húngaro siempre tratan de jugar un juego en el que tratan de no hacer nada respecto a Rusia hasta que no tienen otra opción. Siempre son los últimos en ceder”.
Orban comenzó su carrera política como un joven activista del Partido Comunista que cambió de opinión contra la dominación rusa de su país justo cuando el régimen de Hungría respaldado por los soviéticos cayó a finales de la década de 1980, reinventándose como un liberal pro-occidental y proeuropeo.
Su siguiente giro abrupto respecto a Rusia ocurrió hace 12 años, durante una reunión con Putin en San Petersburgo. Los analistas especulan que algo sucedió en el encuentro. Luego de dos décadas de una retórica y una posición consistentemente antirrusas, surgió un hombre dirente, y no hubo más críticas hacia el Kremlin.
Orban comenzó a anunciar una serie de nuevos proyectos con Rusia. Entre estos, estaban compras importantes que ya estaban en curso de gas natural a ese país, y un préstamo multimillonario en 2014, equivalente al 10 por ciento del PIB de Hungría, para expandir una planta de energía nuclear en colaboración con Rosatom, la Corporación Estatal de Energía Atómica.
“Así vincularía a Hungría con la esfera de influencia rusa durante mucho tiempo”, señaló Biro-Nagy.
Las relaciones amistosas implicaron sólidos lazos financieros, como la llegada en 2019 del Banco Internacional de Inversiones, cuya sede se ubicaba antes en Moscú, y que ha sido acusado de ser un símbolo de la influencia e inteligencia rusa; y la expansión hacia Hungría en 2013 del Sberbank, un importante banco ruso que fue obligado a declararse en bancarrota en el país esta semana tras ser sancionado.
Mientras tanto, los oligarcas adinerados comenzaron a comprar permisos de residencia en Hungría a través de un esquema de visas doradas.
El año pasado, Putin reconoció al ministro de Relaciones Exteriores de Orban, Peter Szijjarto, con la prestigiosa Orden Rusa de la Amistad por su “gran contribución al desarrollo de las relaciones bilaterales y la cooperación industrial y de inversión”.
Tenemos que mantener a Hungría como parte de Occidente
Durante la última década, Orban ha sostenido más reuniones bilaterales con Putin que casi cualquier otro líder Europeo; la última reunión tuvo lugar apenas unos días antes de que iniciara la guerra, y el líder húngaro declaró que su “amigo” había dicho que no tenía intención de atacar Ucrania.
Es más, Orban, el gobierno y los medios progubernamentales empezaron a seguir cada vez más los puntos de conversación del Kremlin sobre temas candentes, como la UE, la OTAN y la migración.
Él y sus aliados del Partido Fidesz comenzaron a ganar el control de los principales medios de comunicación y apuntaron a los grupos de la sociedad civil, describiéndolos frecuentemente como instrumentos de los “globalistas”, como el filántropo estadounidense nacido en Hungría George Soros.
Orban se renombró a sí mismo como un populista conservador y comenzó a asociarse con figuras parecidas. Es amigo del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, y el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, y recibió el apoyo del expresidente estadounidense Donald Trump previo a las elecciones.
“Orban dice que es populista, comenzó su carrera como comunista, luego fue liberal, y en mi opinión, es facista”, comentó Marki-Zay. “Es el máximo pragmático. No tiene ideología”.
En la UE y la OTAN, Hungría se resistió frecuentemente a decisiones que se habrían opuesto a Putin, votando muchas veces contra medidas como acelerar el ascenso de Ucrania a las alianzas económicas y militares occidentales.
La UE y la OTAN no confían en nosotros como socios porque Orban está del lado de Putin
Ha habido numerosos reportes de que los servicios de inteligencia europeos han dejado de compartir información con los servicios húngaros, el TEK, preocupados de que el Kremlin se haya infiltrado en la arquitectura de seguridad del país.
“Mucha gente habla sobre la cooperación y la dependencia de Hungría con los servicios secretos de Rusia”, mencionó Virag. “Los servicios secretos occidentales desconfían de compartir [información] con el TEK porque temen que se filtre a Rusia”.
Inmediatamente después de la guerra de Ucrania, los opositores de Orban abordaron la conexión con Rusia, y temen que pueda poner en peligro a Hungría.
“La UE o la OTAN no pueden confiar en nosotros”, indicó Benci Tondai, miembro del parlamento, a los partidarios de la oposición en la manifestación del martes. “No confían en nosotros como socios. Eso es porque Orban está del lado de Putin y no de Europa”.
Orban también ha tratado de poner la guerra a su favor, alimentándose de las preocupaciones pesistentes sobre la traición de los húngaros por parte de occidente durante su levantamiento contra la Unión Soviética en 1956. Acusó a la oposición de ser “belicistas” que quieren arrastrar a Hungría a la guerra enviando personal militar húngaro y armas.
Ni siquiera los ucranianos han pedido tropas extranjeras. Y el mismo Orbam permitió tardíamente la entrada de armas y materiales de guerra de la OTAN a Ucrania. Pero entre los partidarios de Fidesz y otros húngaros sigue existiendo una persistente hostilidad hacia las intenciones de occidente.
“Lo que Orban ha estado haciendo durante los últimos 12 años es argumentar que no se puede confiar en occidente, que debemos depender no solo de los aliados”, continuó Virag.
Con el mismo argumento, Orban también firmó acuerdos con China que han sido criticados, sobre todo un proyecto ferroviario de alta velocidad de miles de millones de dólares entre Budapest y la capital de Serbia, otro cliente de Rusia.
“Orban está convencido de que occidente está en declive y que el oriente está emergiendo, y que tenemos que tener las mejores relaciones posibles con China y Rusia”, precisó Biro-Nagy.
Pero si la perspectiva de una Hungría soberana capaz de hallar un lugar entre oriente y occidente impulsó la narrativa de Orban, la imagen de él consintiendo a un dictador y supuesto criminal de guerra en lugar de sus antiguos aliados y socios occidentales subraya el mensaje de la oposición: que ha involucrado a Hungría en los planes de Putin tanto que solo alguien externo puede sacar al país de allí.
“Tenemos que mantener a Hungría como parte de occidente”, aseguró Marki-Zay a los periodistas. “Y no es aceptable tener un traidor como primer ministro de Hungría”.