“Sabían que iban a morir”: demandan a OceanGate por la implosión del submarino Titán
Según la denuncia, la causa directa de la catástrofe fue la actitud negligente de la empresa
La familia de un tripulante francés que murió a causa de la implosión del sumergible Titán ha presentado una demanda por homicidio culposo contra la empresa OceanGate por un valor de USD 50.000.000. Alegaron que la tripulación sufrió un estado de “terror y angustia” antes de que se produjera el desastre.
Los familiares de Paul Henri-Nargeolet piden más de USD 50.000.000 por daños y perjuicios, acusando a la empresa propietaria y operadora del defectuoso sumergible Titán, y a su fundador, de homicidio culposo, negligencia grave, dolor, angustia y sufrimiento previos a la muerte entre otros cargos. Los familiares presentaron la denuncia ante un tribunal del estado de Washington el 6 de agosto.
Nargeolet, conocido como “Sr. Titanic” por haber participado en 37 inmersiones hacia el lugar donde se encuentran los restos del Titanic, partió el 18 de junio de 2023 con otras cinco personas para explorar la zona.
Sin embargo, la expedición tuvo un final estremecedor cuando el navío perdió el contacto a las dos horas de viaje. Más tarde, el mundo entero fue testigo de las incansables operaciones de búsqueda y rescate, cuyos participantes se apresuraban a encontrar a la tripulación antes de que se agotaran las 96 horas de suministro de oxígeno del sumergible.
Según se afirma en la demanda, las muertes provocadas por la “catastrófica implosión” se debieron “directamente” al “descuido, imprudencia y negligencia persistentes” de los demandados.
Acusan a OceanGate y a su fundador, Stockton Rush (61) de haber “diseñado, construido y operado” el sumergible sin respetar las normas de la industria y la comunidad de buceo. Aparentemente, dicho incumplimiento fue impulsado por la obsesión que tenía Rush por ser recordado como un innovador dentro del mercado y ubicarse a la altura de magnates de tecnología como Steve Jobs y Elon Musk.
Se detalla que Rush omitió las normas convencionales, ignoró las advertencias de los expertos y utilizó materiales atípicos para la fabricación del sumergible. En lugar de eso, le dio prioridad a promocionar su reputación como “innovador revolucionario” de la industria.
Por ejemplo, aunque el titanio suele utilizarse para la fabricación de los sumergibles que realizan viajes de exploración en aguas profundas, Rush creía que el titanio era muy pesado y optó por que el casco del Titán fuera de fibra de carbono, un material que es mucho más débil y se daña con la presión del agua. Sin embargo, el empresario reconoció el “fallo catastrófico que se produce cuando hay desperfectos en la estructura [de fibra de carbono]”, por lo que instaló un sistema acústico de seguridad para detectar problemas.
El Titán solo viajó al lugar del naufragio unas pocas veces antes de la misión en cuestión; no obstante, tales expediciones habrían debilitado el “casco de fibra de carbono de la nave y las conexiones entre los diferentes materiales que componen la estructura”, se describe en la demanda.
Como parte de un informe detallado, el jefe de operaciones marítimas de OceanGate, quien era la persona encargada de supervisar los protocolos de seguridad, solicitó que se llevara a cabo un escaneado del casco de fibra de carbono, lo que provocó que Rush “[se] enfureciera”. El fundador no solo se negó, sino que, tras analizar el informe, despidió al jefe de seguridad.
Además de la opinión de este experto, Rush recibió otras recomendaciones y advertencias, incluso la Sociedad de Tecnología Marina le envió una carta en 2018 en la que afirmaron que “el enfoque ‘experimental’” adoptado por OceanGate podría dar lugar a resultados negativos (que varían entre menores y catastróficos)”. A pesar de ello, en la demanda se asegura que no hicieron caso a ninguna de las advertencias.
El submarino tampoco contaba con la certificación emitida por la empresa de gestión de riesgos DNV. Rush se negó a solicitarla porque pensó que sería difícil convencer a los expertos de la compañía de las ventajas del diseño innovador del Titán. Cabe destacar que DNV es una empresa mundialmente reconocida que certifica la seguridad de las estructuras marítimas.
En la demanda también se afirma que les exigieron a los miembros de la tripulación que firmaran un documento de exención de responsabilidad, en el cual no se especificaron factores de riesgo clave en relación con el diseño y el funcionamiento del submarino ni los materiales utilizados para su construcción.
A pesar de sus amplios conocimientos del fondo oceánico donde se encuentran los restos del Titanic, Nargeolet (77), nunca fue plenamente informado sobre la seguridad del submarino. “Ni Rush ni OceanGate revelaron nunca de forma completa o precisa todos los detalles relativos al diseño y construcción del Titan. Por el contrario, Rush y OceanGate promovieron activamente falsa información, tanto a Nargeolet como a otros, sobre la seguridad y navegabilidad de la embarcación”, se dice en la demanda al respecto.
Entonces, ocurrió lo peor. Cuando sonó la alarma del sistema acústico de seguridad, que indicaba que el casco “[se estaba] agrietando” debido a la presión del agua, el piloto tuvo que soltar lastre e intentar abortar la expedición.
La tripulación no tenía manera de comunicarse y probablemente tampoco tenían electricidad. “El sentido común indica que [los miembros de la tripulación] sabían que iban a morir”, se asegura en el expediente.
“Es muy probable que la tripulación escuchara cómo el crujido de la fibra de carbono se intensificaba a medida que el peso del agua ejercía mayor presión sobre el casco del Titán”, se afirma. Y luego, se detalla: “Según estimaciones de expertos, habrían continuado descendiendo, conscientes de los fallos irreversibles del submarino, lo cual habría provocado un estado de terror y angustia entre la tripulación antes de que la estructura finalmente implosionara”.
Asimismo, se explica que, aparte del Titán, ningún sumergible tripulado comercial ha sufrido una implosión.
Tanto Rush como Nargeolet murieron durante el accidente, junto con el explorador británico Hamish Harding (58), el empresario paquistaní radicado en el Reino Unido Shahzada Dawood (48), y su hijo Suleman (19).
Por su parte, Tony Buzbee, uno de los abogados de la familia, expresó en un comunicado: “Tenemos la esperanza de que, a través de esta demanda, podamos obtener respuestas para los familiares sobre cómo ocurrió la tragedia, quiénes estaban involucrados y cómo pudieron permitir que esto ocurriera”.
La Guardia Costera estadounidense sigue investigando la catástrofe. Está previsto que el organismo lleve a cabo una audiencia en septiembre.
Traducción de María Luz Avila