Robos de cables en estaciones de carga suponen otro obstáculo para vehículos eléctricos en EEUU
Poco antes de las 2 de la madrugada de una fría noche de abril en Seattle, una camioneta Chevrolet Silverado se detuvo ante una estación de recarga de vehículos eléctricos situada al borde del estacionamiento de un centro comercial.
Dos hombres, uno de ellos con una linterna en la cabeza, bajaron del vehículo. Una cámara de seguridad los grabó sacando unos cortadores de pernos. Uno de ellos cortó varios cables de carga y el otro los cargó en el camión. En menos de dos minutos y medio habían desaparecido.
La escena de aquella noche se ha convertido en parte de un patrón preocupante en todo el país: Los ladrones atacan las estaciones de recarga de vehículos eléctricos con la intención de robarse los cables hechos con cobre. El precio del cobre está cerca de sus máximos históricos en los mercados mundiales, lo que significa que los delincuentes pueden ganar cada vez más dinero vendiendo este material.
El robo de cables a menudo inutiliza estaciones enteras, lo que obliga a los propietarios de vehículos eléctricos a buscar desesperadamente un cargador que funcione. Para los conductores, la situación puede ser desesperante y estresante.
Los cargadores averiados se han convertido en el último obstáculo para los fabricantes de automóviles eléctricos de Estados Unidos en su arduo esfuerzo por convertir a más conductores en el país al uso de vehículos eléctricos, que se suma a la ansiedad generalizada de la población por la escasez de estaciones de carga. Aproximadamente cuatro de cada 10 adultos estadounidenses creen que los vehículos eléctricos tardan demasiado en cargarse o no conocen ninguna estación de carga cercana.
Tomando en cuenta que encontrar una estación de carga no necesariamente significa encontrar cables que funcionen, el robo de cables se ha convertido en una razón más para que los compradores escépticos se queden con los vehículos tradicionales a gasolina o híbridos, al menos por ahora.
Los principales fabricantes de automóviles de Estados Unidos han hecho grandes apuestas financieras para que los compradores abandonen los motores de combustión y opten por los vehículos eléctricos, mientras el mundo enfrenta las consecuencias cada vez más graves del cambio climático.
Stellantis prevé que el 50% de sus vehículos de pasajeros sean eléctricos para finales de 2030. Ford se fijó el objetivo de producir 2 millones de vehículos eléctricos al año de aquí a 2026, es decir, el 45% de sus ventas mundiales. General Motors, el más ambicioso de los tres, se ha comprometido a vender únicamente vehículos de pasajeros eléctricos para finales de 2035.
Estas metas, por supuesto, dependen de que las empresas logren convencer a más compradores potenciales de que siempre habrá una carga disponible cuando viajen. Pero el aumento de los robos de cables no parece que vaya a reforzar los argumentos de los fabricantes.
Hace dos años, según Electrify America, empresa que gestiona la segunda mayor red de cargadores rápidos de corriente continua del país, se cortaba un cable cada seis meses en una de sus 968 estaciones de carga, con 4.400 enchufes en todo el país. Hasta mayo de este año, la cifra ascendía a 129, cuatro más que en todo 2023. En una estación de Seattle, los cables se cortaron seis veces el año pasado, dijo Anthony Lambkin, vicepresidente de operaciones de Electrify America.
“Estamos permitiendo a la gente ir a trabajar, llevar a sus hijos a la escuela, acudir a citas médicas”, dijo Lambkin. “Así que tener una estación entera fuera de servicio es bastante impactante para nuestros clientes”.
Otras dos empresas líderes en la recarga de vehículos eléctricos, Flo y EVgo, también han reportado un aumento de los robos. Las estaciones de carga de la zona de Seattle han sido un objetivo frecuente. También se han producido robos en Nevada, California, Arizona, Colorado, Illinois, Oregon, Tennessee, Texas y Pensilvania.
Las estaciones gestionadas por Tesla, que opera la mayor red de carga rápida del país, han sido afectadas en Seattle, Oakland y Houston.
Las empresas de recarga dicen que en realidad no hay mucho cobre en los cables, y que el que hay es difícil de extraer. Carson calcula que los delincuentes pueden obtener entre 15 y 20 dólares por cable en un desguace.
“No ganan mucho dinero”, afirma. “No van a juntar para comprar un yate".
Aun así, cuantos más cables puedan robar los ladrones, más dinero podrán sacar. A 20 dólares el cable, con 20 cables robados podrían obtener 400 dólares.
El problema para las empresas de recarga es que es mucho más costoso sustituir los cables. En Minneapolis, donde se han producido robos de cables en estaciones de recarga municipales, sustituir un solo cable cuesta unos 1.000 dólares, según Joe Laurin, director de proyectos del Departamento de Obras Públicas.