Una avalancha de retiros de depósitos bancarios evoca imágenes de la cinta de 1946 “It’s a Wonderful Life” (“Qué bello es vivir”), con clientes angustiados, hacinados hombro con hombro, suplicando desesperadamente a un agobiado George Bailey —protagonizado por James Stewart— que les devuelva su dinero.
El cierre por insolvencia del Silicon Valley Bank la semana pasada mostró un pánico similar, pero muy pocas otras similitudes. En cambio, la angustia se vivió en Twitter, foros de mensajes, teléfonos móviles y sitios web bancarios.
Lo que hizo que el colapso del Silicon Valley Bank fuera único en comparación con cierres por insolvencia anteriores de bancos grandes fue la rapidez con la que colapsó.
L miércoles pasado por la tarde, el banco anunció un plan para obtener capital fresco, pero el viernes por la mañana, el banco de 200.000 millones de dólares era insolvente y estaba bajo control gubernamental.
Los reguladores, los legisladores y los banqueros analizan el papel que los mensajes de texto y las redes sociales pueden haber jugado en el colapso, y si los bancos han entrado en una era en la que el comportamiento psicológico detrás de una estampida de depositantes bancarios —retiros masivos por el miedo de los depositantes a perder sus ahorros— puede amplificarse y volverse viral más rápido de lo que los funcionarios bancarios y los reguladores pueden manejar apropiadamente.
“Más que una corrida bancaria fue un sprint bancario y las redes sociales jugaron un papel central en eso”, expresa Michael Imerman, profesor de la Paul Merage School of Business (Escuela de Negocios Paul Merage) de la Universidad de California en Irvine.
La Corporación Federal de Seguros de Depósitos (FDIC, por sus siglas en inglés) calcula que los clientes retiraron 40.000 millones de dólares —una quinta parte de los depósitos del Silicon Valley Bank—, en unas pocas horas, lo que incitó a la agencia a cerrar el banco antes de las 12 p.m. hora del Este, en lugar de esperar hasta el cierre de operaciones, que es el procedimiento operativo típico de los reguladores cuando un banco se queda sin dinero.
Algunos otros colapsos bancarios —o cierres por insolvencia— conocidos, como el de IndyMac o de Washington Mutual, en 2008, o el de Continental Illinois en la década de 1980, ocurrieron después de días o semanas de informes que indicaban que esos bancos enfrentaban dificultades financieras profundas. Luego se produjo una estampida bancaria y los reguladores intervinieron.
El pánico de depositantes relacionado con el Silicon Valley Bank fue, en muchos sentidos, el primero de la era digital. Pocos depositantes hicieron fila en una sucursal. En cambio, usaron aplicaciones bancarias y llamadas telefónicas para acceder a su dinero en minutos. Los capitalistas de riesgo y los dueños de negocios describieron que las primeras etapas de la corrida del Silicon Valley Bank estaban dirigidas por foros de mensajes privados o canales de Slack, donde se alentaba a los empresarios a retirar sus fondos.
Silicon Valley Bank también fue único porque estaba expuesto casi por completo a una sola comunidad: la de la industria tecnológica, el capital de riesgo y las startups. Cuando esta comunidad muy unida de depositantes habló entre sí —por medio de canales digitales para hacerlo rápidamente—, el banco probablemente se volvió más vulnerable a los rumores y a una estampida de depositantes. Este fue un riesgo que surgió por el crecimiento de las redes sociales, afirman los expertos del sector.
Sam Altman, director general de Open AI, tuiteó: “La velocidad del mundo ha cambiado. Las cosas pueden desarrollarse rápidamente. La gente habla rápido. La gente mueve el dinero rápido”.
Aunque los retiros pueden haber ocurrido inicialmente de forma ordenada, se volvieron una corrida bancaria total la noche del jueves, después de que se difundiera la noticia en Twitter de que Peter Thiel, multimillonario inversionista de capital de riesgo, había aconsejado a las compañías donde había invertido que cerraran sus cuentas en Silicon Valley Bank.
“Si no estás asesorando a tus empresas para que retiren el efectivo, entonces no estás haciendo tu trabajo como miembro del Consejo o como accionista. La vida diaria en las startups ya es bastante arriesgada, no juegues con tu salvavidas...”, tuiteó ese viernes por la mañana Mark Tluszcz, director general de Mangrove, una firma de capital de riesgo con sede en Europa.
Para David Murray, la advertencia de la primera estampida bancaria de la era de las redes sociales llegó en un correo electrónico de una sola oración.
Él es cofundador de Confirm.com, una empresa de gestión de desempeño de empleados en San Francisco que tenía millones de dólares en cuentas en Silicon Valley Bank.
Murray recibió un correo electrónico conciso el jueves por la mañana que decía que había una corrida bancaria en marcha allí y recomendaba a todos que retiraran su dinero de inmediato. El correo electrónico provino de un inversionista de quien Murray sabe algo con tan poca frecuencia que su cofundador se preguntó si se trataba de un intento de phishing o alguna otra estafa.
Después de verificar el correo electrónico y ver la fuerte caída en el precio de las acciones de la empresa matriz del banco —SVB Financial—, Murray y sus colegas se apresuraron a retirar el dinero de la empresa. En lugar de dirigirse a una sucursal, abrieron rápidamente una página web e iniciaron sesión. Les tomó algunos intentos, pero finalmente movieron cada centavo a una cuenta en un banco diferente en media hora.
Murray presenció en tiempo real cómo aumentaba el miedo entre otras startups.
“Tenemos una red confiable de fundadores” de startups que se comunican entre sí a través de Slack, explica Murray. “Normalmente, estos grupos de chat están muertos. Pero ese día, todos los grupos de Slack estaban encendidos”.
Como se muestra en el ficticio Building and Loan en la película “It’s a Wonderful Life”, las corridas bancarias a menudo comienzan como un rumor y pueden convertirse rápidamente en un miedo colectivo de tipo tribal que hace que los depositantes exijan la devolución de su dinero incluso cuando no hay ningún problema. Debido a que una corrida bancaria puede ocurrir al azar y es difícil de detener una vez que inicia, el gobierno de Estados Unidos creó la FDIC para detener futuras corridas bancarias bajo la premisa de que los fondos de los depositantes estarían asegurados.
Durante la Gran Depresión, entre 1930 y 1933, alrededor de 9.000 bancos quebraron. Desde la creación de la FDIC en 1933, las corridas bancarias se han vuelto mucho menos comunes. Según la FDIC, hubo 562 colapsos bancarios entre 2001 y 2023, y la gran mayoría de ellos ocurrieron durante la recesión de 2007-2009.
Toda la banca lidia ahora con el hecho de que podría ser el próximo objetivo de una estampida bancaria impulsada por las redes sociales. El comportamiento de colmena es similar a lo que sucedió durante el auge de los “meme stocks” (“acciones de memes”) de 2021, cuando algunas empresas se convirtieron en el objetivo de grupos de inversores en su mayoría minoristas, aunque en ese caso los grupos de inversores usaban las redes sociales para impulsar sus acciones al alza.
El cierre por insolvencia del Silicon Valley Bank dominó las plataformas de redes sociales durante días. Varios inversionistas prominentes emitieron predicciones grandilocuentes sobre que, si el gobierno federal no intervenía para que todos los depositantes del Silicon Valley Bank recibieran la totalidad de sus fondos —tanto asegurados como no asegurados—, habría más corridas bancarias el lunes.
Al final, Washington capituló. Según el plan anunciado por los reguladores estadounidenses el domingo, los depositantes del Silicon Valley Bank pudieron acceder a todo su dinero. Un nuevo programa de la Reserva Federal permitirá a los bancos ofrecer ciertos valores de alta calidad como garantía para pedir prestado de un fondo de emergencia del gobierno. Tanto los funcionarios del Tesoro como los de la Reserva Federal dijeron a los periodistas durante el fin de semana que los programas se crearon en parte debido a la preocupación de que pudieran ocurrir más corridas bancarias impulsadas por las redes sociales.
“Los últimos días representan un incidente único alimentado por información errónea en las redes sociales y no son indicativos de la salud de nuestra industria”, afirmó en un comunicado Lindsey Johnson, presidenta de la Consumer Bankers Association (Asociación de Banqueros Minoristas).
Para los legisladores, no parece haber una solución inmediata. Una posibilidad que ha existido durante décadas —también representada en “It’s a Wonderful Life”— es la idea de un feriado bancario en el que los reguladores cierran un banco durante algunos días para permitir que prevalezca la cabeza fría.
El lunes, después de que el gobierno intervino para respaldar el sistema bancario, parecía que una parte de la comunidad tecnológica se había dado cuenta de su capacidad para causar pánico masivo en las finanzas y de que debería tener más cuidado al publicar opiniones sobre la salud potencial de los bancos.
“En la era de las redes sociales, si tienes una plataforma lo suficientemente grande y gritas lo suficientemente fuerte sobre una corrida bancaria, al final podrías tener razón. Eso no significa que esté bien”, escribió Logan Bartlett de Redpoint Ventures.