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Ucrania borra el pasado ruso de sus espacios públicos

Una Ucrania en guerra está acelerando sus trabajos para borrar cualquier vestigio de la influencia soviética y rusa de sus espacios públicos, retirando monumentos y cambiando el nombre de cientos de calles para recordar a sus propios artistas, poetas, soldados y líderes independentistas

Jamey Keaten
Miércoles, 21 de diciembre de 2022 15:29 EST
UCRANIA-GUERRA-PASADO RUSO
UCRANIA-GUERRA-PASADO RUSO (AP)

En las calles de Kiev, está desapareciendo el nombre de Fiódor Dostoyevski, mientras que el de Andy Warhol está abriéndose camino.

Ucrania está acelerando sus trabajos para borrar cualquier vestigio de la influencia soviética y rusa de sus espacios públicos, retirando monumentos y cambiando el nombre de cientos de calles para recordar a sus propios artistas, poetas, soldados, líderes independentistas y otros, incluidos los héroes de su guerra de este año.

Luego de la invasión de las tropas del Kremlin el 24 de febrero, que inició una guerra que ha matado o herido a un número incalculable de civiles y soldados y ha destruido inmuebles e infraestructura, los líderes de Ucrania han modificado una campaña que alguna vez se centró en desmantelar su pasado comunista. Ahora es de “desrusificación”.

Los nombres de las calles ucranianas que alguna vez recordaron al líder revolucionario ruso Vladimir Lenin o a la revolución bolchevique ya casi han desaparecido. El enemigo ahora no es el legado soviético, es Rusia.

En parte es una respuesta ante los crímenes cometidos por Rusia y en parte la afirmación de una identidad nacional que honra a los notables ucranianos que en su mayoría han sido pasados por alto.

Muchos en Ucrania ven a Rusia, a través de la Unión Soviética, como la nación que ha marcado el dominio sobre su vecino más pequeño durante generaciones, relegando a sus artistas, poetas y héroes militares a una relativa oscuridad, en comparación con los rusos más famosos.

Si los vencedores escriben la historia, como dicen algunos, los ucranianos están reescribiéndola por su cuenta, incluso en momentos en que su destino pende de un hilo. Su identidad nacional está viviendo lo que puede ser un auge sin precedentes, en formas grandes y pequeñas.

El presidente Volodymyr Zelenskyy, por ejemplo, ha estado usando una camiseta negra con la leyenda: “Soy ucraniano”.

Es uno de los muchos ucranianos que nacieron hablando ruso como su primera lengua. Ahora, lo evitan, o al menos limitan su uso. Tradicionalmente, el ruso se ha hablado más en las partes del este y sur del país. El oeste de Ucrania, más lejos de Rusia, actuó más rápido para desprenderse de la iconografía rusa y soviética.

Ahora, otras partes del país lo están alcanzando. La ciudad oriental de Dnipro derribó el viernes un busto del escritor Alexander Pushkin, quien —como Dostoyevski— fue un gigante de la literatura rusa del siglo XIX. Sin contemplaciones, los ucranianos usaron una grúa para colocar una correa alrededor del cuello de la estatua antes de retirarla.

El alcalde de Kiev, Vitali Klitschko, anunció este mes que se renombrarán unas 30 calles más en la capital.

Volodymyr Prokopiv, subdirector del Ayuntamiento de Kiev, comentó que la política de “descomunización” de Ucrania que existe desde 2015 se ha aplicado de manera “suave” para no herir susceptibilidades entre la población del país de habla rusa o que incluso apoya a Moscú.

“Con la guerra, todo cambió. Ahora el cabildeo ruso es impotente. De hecho, ya no existe”, agregó Prokopiv en una entrevista con The Associated Press en su oficina con vista a la calle Khreschatik, la principal avenida de la capital. “Renombrar estas calles es como borrar la propaganda que la Unión Soviética le impuso a Ucrania”.

Durante la guerra, los rusos también han buscado estampar su cultura y dominio en las zonas ucranianas que han ocupado.

Andrew Wilson, profesor del University College London, advirtió sobre “los peligros de reescribir los períodos de la historia en los que ucranianos y rusos cooperaron y construyeron cosas juntos. Creo que el objetivo de desimperializar la cultura rusa debería ser especificar dónde habíamos estado ciegos anteriormente, a menudo sobre Occidente”.

Wilson apuntó que los ucranianos “están adoptando un enfoque demasiado amplio”.

Citó a Pushkin, el escritor ruso del siglo XIX, que comprensiblemente podría irritar a algunos ucranianos.

Para ellos, por ejemplo, los cosacos —un pueblo eslavo del este de Europa— “significan libertad, mientras que Pushkin los describió como crueles, bárbaros, anticuados y necesitados de la civilización rusa”, agregó Wilson, cuyo libro “Los ucranianos” publicó recientemente su quinta edición.

Para su campaña, Kiev realizó una encuesta en línea y recibió 280.000 sugerencias en un solo día, afirma Prokopiv. Luego, un grupo de expertos analizó las respuestas, y los funcionarios municipales y los residentes de ciertas calles dieron su aprobación final.

Bajo el programa de “descomunización”, se cambió el nombre de unas 200 calles en Kiev antes de este año. En lo que va de 2022, se cambió el nombre de esa misma cantidad de calles y está programado que pronto se cambie el nombre de otras 100, añade Prokopiv.

Una calle que lleva el nombre del filósofo Friedrich Engels recordará ahora al poeta vanguardista ucraniano Bohdan-Ihor Antonych. Un bulevar cuyo nombre se traduce como “Amistad de los pueblos”, una alusión a las diversas etnias bajo la Unión Soviética, rendirá homenaje a Mykola Mikhnovsky, uno de los primeros defensores de la independencia de Ucrania.

Otra calle reconoce ya a los “Héroes de Mariúpol”: los combatientes que resistieron durante meses frente a una devastadora ofensiva rusa contra esa ciudad portuaria del Mar de Azov que finalmente cayó. Una calle que llevaba el nombre de la ciudad rusa de Volgogrado ahora se llama Roman Ratushnyi, en honor a un activista cívico y ambiental de 24 años de edad que murió en la guerra.

Una pequeña calle en el norte de Kiev todavía lleva el nombre de Dostoyevski, pero pronto se llamará Warhol, el fallecido visionario del arte pop estadounidense cuyos padres tenían raíces familiares en Eslovaquia, al otro lado de la frontera occidental de Ucrania.

Valeriy Sholomitsky, quien ha vivido en la calle Dostoyevski desde hace casi 40 años, dijo que podría tomar cualquier partido.

“Tenemos menos de 20 casas aquí. Son muy pocas”, explica Sholomitsky mientras quita la nieve de la calle frente a un letrero descolorido con la dirección que llevaba el nombre del escritor ruso. Agrega que Warhol era “nuestro artista”, debido a sus antecesores en Europa del Este.

Ahora, “será aún mejor”, añade.

“Quizá esté bien que ahora cambiemos muchas calles, porque antes las llamábamos incorrectamente”, afirma.

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Las periodistas de The Associated Press Vasilisa Stepanenko y Hanna Arhirova en Kiev contribuyeron para este reportaje

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