Muerte de Berlusconi pone en duda la supervivencia de su partido y la alianza gobernante italiana
El peso de Silvio Berlusconi sobre la vida política italiana a lo largo de tres décadas había disminuido enormemente en los últimos años, pero el partido político que está fusionado con su imagen, incluso después de su muerte, es crucial para la salud del gobierno de derecha encabezado por la premier Giorgia Meloni
El peso de Silvio Berlusconi sobre la vida política italiana a lo largo de tres décadas había disminuido enormemente en los últimos años, pero el partido político que está fusionado con su imagen, incluso después de su muerte, es crucial para la salud del gobierno de derecha encabezado por la premier Giorgia Meloni.
La supervivencia o no del partido Forza Italia de Berlusconi es motivo de discusiones discretas en las páginas interiores de los periódicos y los pasillos del Parlamento, mientras Italia se prepara para una jornada nacional de duelo y un funeral de Estado a realizarse el miércoles en el majestuoso Duomo, la catedral gótica de Milán.
El número dos de Berlusconi, el canciller Antonio Tajani, declaró el lunes: “Tenemos el deber, como Forza Italia, de seguir adelante, y lo haremos”.
A pesar de esas palabras reconfortantes, la suerte de Forza Italia dista de estar asegurada. La dominación personal de Berlusconi en el partido lo vuelve vulnerable después de su muerte. Y el partido es clave para sostener el gobierno de coalición de Meloni tras ocho meses en el poder.
“Si el Partido sigue en pie, el gobierno está bien. Pero si el partido empieza a desintegrarse, hay que ver a dónde irá esta gente”, dijo Roberto D’Alimonte, experto en ciencias políticas que escribe en Il Sole 24 Ore. “Meloni necesita estos votos en el Senado y en la cámara. Meloni no puede prescindir de ese 8%”.
Berlusconi fundó Forza Italia en 1994 para entrar en política cuando la corrupción generó un vacío de poder. Durante un tiempo el partido se llamó Pueblo de Libertad.
Forza Italia ganó la mayor cantidad de votos ese año, el 21%, para darle a Berlusconi su primer período como primer ministro. Ganó nuevamente en 2001 con el 29,4% de los votos y en 2008 con el 37,4%.
Su último gobierno cayó en 2011, cuando la crisis de deuda lo obligó a renunciar y lo sucedió un gobierno de tecnócratas.
Para las elecciones del año pasado, que llevaron a Meloni al poder, Forza Italia se había reducido al 8% de los votos, debilitada por la ausencia forzosa de Berlusconi de la política debido a una condena por fraude fiscal en 2012 y el ascenso del partido de Meloni, Hermanos de Italia, en la extrema derecha.
La fuerza del Partido siempre fue la imagen especular de Berlusconi, cuyo poder y empatía eran reconocidos incluso por detractores y opositores. Contaba con la férrea lealtad de un grupo estrecho de colaboradores políticos y empresariales, pero también de su base. Muchos colocaron carteles con palabras afectuosas en su finca cerca de Milán, donde amigos y familiares lo velaron el martes.
Pero nunca confió en alguien lo suficiente para nombrarlo su heredero político, a pesar de algunos amagues recelosos, lo que dio lugar a luchas por la conducción y divisiones después de su muerte.
“No es en gran medida un partido personal. Es totalmente un partido personal”, dijo Giovanni Orsina, especialista en ciencias políticas y autor de una biografía de Berlusconi.