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Escuelas están destruidas en Gaza y cientos de miles de niños no pueden regresar a clases

Wafaa Shurafa,Kareem Chehayeb
Lunes, 17 de noviembre de 2025 11:41 EST
GAZA ESCUELAS
GAZA ESCUELAS (AP)

Bissan Younis lucía abatida mientras se encontraba fuera de un grupo de carpas rodeadas de escombros y desechos, un paisaje desolado que es una vista común en la Franja de Gaza. El pequeño campamento era otra escuela improvisada que no tiene espacio para su hijo adolescente Kareem.

“La mayoría de las escuelas están destruidas", le dijo a The Associated Press. "Cada escuela a la que voy me dice que no hay espacio”.

Más de 600.000 niños palestinos en Gaza han perdido los últimos dos años de escuela debido a la guerra entre Israel y el grupo armado Hamás. En lugar de estudiar y socializar, han sido desplazados repetidamente, han huido de ataques aéreos y bombardeos y a menudo han pasado sus días buscando agua y comida para sus familias.

Con un alto al fuego alcanzado el mes pasado, los funcionarios humanitarios están trabajando frenéticamente para reabrir docenas de escuelas improvisadas.

John Crickx, portavoz de UNICEF, la agencia de la ONU a cargo de la niñez, declaró que es crucial que los niños regresen a clases lo antes posible, no solo por la educación básica sino también por su salud mental.

“En las próximas semanas, si no ofrecemos educación”, dijo, podría haber “terribles consecuencias para toda una generación”.

La UNICEF estima que más de 630.000 niños palestinos se quedaron sin escuela durante la guerra. Crickx dice que hasta ahora, solo unos 100.000 niños han podido regresar.

Por separado, UNRWA, la agencia de la ONU para los refugiados palestinos, está proporcionando algo de educación a través de sus maestros contratados para unos 40.000 estudiantes. La mayoría de las escuelas administradas por UNRWA, que atendían a la mitad de los niños de Gaza antes de la guerra, se han convertido en refugios para personas desplazadas.

Falta de espacio

La falta de espacio es un obstáculo clave: docenas de escuelas fueron gravemente dañadas o completamente destruidas. Muchas todavía se utilizan como refugios para palestinos que han sido desplazados repetidamente durante el intenso bombardeo del enclave.

“Básicamente son carpas dentro de tiendas de campaña más grandes para las personas desplazadas o son algunas unidades prefabricadas o refugios”, indicó Crickx. “Es el aprendizaje más básico”.

En una escuela, un grupo de tiendas con el logo de UNICEF erigidas en un terreno en medio de edificios bombardeados en la ciudad sureña de Jan Yunis, los niños se apiñaban en un aula, escuchando con entusiasmo a su maestro.

Crickx señaló que encontrar un lugar para instalar las tiendas ha sido complicado. Otro desafío es conseguir suministros en Gaza, ya sea concreto para reparar escuelas dañadas o simples lápices, borradores y otros suministros básicos.

Desde el inicio de la guerra el 7 de octubre de 2023 con el ataque liderado por Hamás en el sur de Israel, estos artículos no han sido permitidos en Gaza. Israel, que controla el flujo de bienes hacia el territorio, los considera “no críticos, no salvavidas”, sostuvo Crickx.

COGAT, el cuerpo militar israelí que coordina la ayuda a Gaza, no tuvo comentarios sobre permitir el ingreso de suministros escolares a Gaza.

Incluso los niños que regresan a las escuelas improvisadas y logran inscribirse llevan las cargas psicológicas que vienen con la guerra y el desplazamiento.

“El nivel de trauma entre la gente de Gaza, incluidos los niños, es horrible”, aseguró la directora de comunicaciones de UNRWA, Juliette Touma.

Las agencias de la ONU dicen que están luchando para evaluar los daños y calcular los costos; con el alto al fuego aún en sus primeras etapas, la reconstrucción de Gaza aún no ha comenzado y los expertos de la ONU dicen que el proceso podría llevar años y costar unos 70.000 millones de dólares.

Escuelas convertidas en refugios

Las familias desplazadas continúan viviendo en las ruinas de las escuelas dañadas. Touma de UNRWA dice que unas 75.000 personas todavía se refugian en las escuelas de la agencia.

Una de las desplazadas, Tahreer al-Oweini, aseveró que se siente culpable pero que no tiene otra opción.

“Vivo en un aula que debería estar en sesión con un maestro, estudiantes y una pizarra”, dijo al-Oweini. A su alrededor, las paredes y techos dañados están cubiertos con lonas.

Al-Oweini afirmó que está luchando para asegurar lugares para sus tres hijas y un hijo que están en la escuela primaria y secundaria. Incluso le dijo a un director de escuela que buscaría una silla y un escritorio para su hija, pero aún así fue rechazada.

“Los niños olvidaron todo lo que aprendieron", expresó. "Su vida en los últimos dos años ha sido conseguir agua, correr tras vehículos de ayuda, guerra, Hamás, bombardeos, destrucción”.

“Han vivido con miedo o terror”, agregó.

Incluso durante los combates más intensos, ha habido algunos esfuerzos en los campamentos de desplazados y comunidades para evitar que los niños se queden atrás en la escuela, incluso cuando todos sufrían bombardeos, cortes de energía y escasez de alimentos, agua y medicinas.

Pero las lecciones fueron esporádicas, y algunas familias dicen que mantuvieron a sus hijos cerca y no podían arriesgarse a dejarlos asistir a clases, temiendo por sus vidas.

Es una carrera contra el tiempo y Touma de UNRWA advierte sobre una “generación perdida”: cuanto más tiempo los niños permanezcan fuera de la escuela, más difícil será algún día ponerse al día con sus compañeros en otros lugares.

Touma está preocupada de que si los niños se quedan sin educación, es más probable que caigan "presa de la explotación, incluido el matrimonio infantil, el trabajo infantil y el reclutamiento en grupos armados”.

Al-Oweini, como otras familias desesperadas por que sus hijos regresen a la escuela, aún tiene esperanza.

“Quiero que mis hijos sean como su padre, que terminó la universidad", manifestó, agregando que sus hijas quieren convertirse en doctoras o ingenieras.

“Tienen ambición”, dijo. “Pero si no van a la escuela, no tendrán futuro”.

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Chehayeb reportó desde Beirut. Contribuyeron a esta nota los corresponsales Mohammed Jahjouh y Abdel Kareem Hanna en Jan Yunis, Franja de Gaza, y Julia Frankel en Jerusalén.

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Esta historia fue traducida del inglés por un editor de AP con ayuda de una herramienta de inteligencia artificial generativa.

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