La detención de una flotilla humanitaria rumbo a Gaza enciende manifestaciones globales
Más de 400 voluntarios fueron trasladados a la prisión de Ketziot, en el desierto del Néguev, tras la captura de la flotilla
Protestas internacionales estallaron después de que el ejército israelí interceptara una flotilla con ayuda humanitaria para Gaza a varios kilómetros de la costa del enclave.
La Flotilla Global Sumud transportaba a casi 500 voluntarios y activistas de 47 países, cuyo objetivo era romper el bloqueo y entregar suministros esenciales a la población palestina tras semanas de navegación.
Sin embargo, el jueves, las fuerzas israelíes interceptaron a los barcos y trasladaron a los tripulantes a la prisión de Ketziot, en el desierto del Néguev, conocida por albergar a prisioneros políticos palestinos.

El gobierno de Chipre confirmó que uno de los barcos vinculados a la flotilla atracó en la isla, mientras que la Marinette, la última embarcación en ruta hacia Gaza, fue interceptada a 42 millas náuticas de la costa.
La noticia encendió protestas en distintas partes del mundo. En Londres, la tensión se trasladó hasta Downing Street, donde manifestantes y policías se enfrentaron durante la noche del jueves. El saldo: 40 personas detenidas, seis de ellas por agredir a agentes.
Sindicatos italianos convocaron este viernes una jornada de huelga general en todo el país, en protesta por la detención de 20 ciudadanos italianos que viajaban en la flotilla humanitaria.
Israel confirmó que cuatro de ellos ya fueron deportados.
En ciudades como Milán, Bolonia y Roma, decenas de miles de personas participaron en las manifestaciones. La primera ministra Giorgia Meloni, sin embargo, sugirió que algunos manifestantes podrían haber utilizado la convocatoria como excusa para extender el fin de semana.

Las protestas por la captura de la flotilla se extendieron a múltiples ciudades del mundo. En Europa, Berlín, París, Atenas, Madrid, Barcelona y Ginebra registraron una amplia participación en apoyo a la misión humanitaria.
En Estados Unidos, hubo movilizaciones en Los Ángeles y Nueva York, donde destacó la presencia de Chris Smalls, organizador sindical de Amazon y uno de los tripulantes de la flotilla.
En Kuala Lumpur, miles de personas marcharon bajo la lluvia tras confirmarse la detención de 12 ciudadanos malasios.
También se reportaron grandes manifestaciones en Río de Janeiro, Buenos Aires, Estambul y Ciudad Juárez.
Desde Jerusalén, el gobierno israelí desestimó la misión y la tachó de “farsa” y “espectáculo publicitario”. El Ministerio de Asuntos Exteriores aseguró que los activistas serán deportados “lo antes posible”.
En un gesto polémico, difundió fotografías de Greta Thunberg, una de las figuras más reconocidas de la flotilla, junto a otros participantes. “Adjuntamos imágenes de Greta Thunberg y otros miembros de esta provocación a su llegada a Israel”, se leía en la publicación oficial.

Tras la interceptación, Israel intentó suavizar tensiones al afirmar que “todos están a salvo y en buen estado de salud”. Sin embargo, el discurso se endureció al insistir en que la flotilla “no fue más que una provocación” y que cualquier ayuda “podría haberse entregado pacíficamente”.
El ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben-Gvir, fue visto burlándose de los voluntarios, a quienes llamó “terroristas” y acusó de dejar un “desorden” en las embarcaciones. Más tarde difundió un video desde la prisión de Ketziot, donde se encuentran los activistas detenidos.
“Estamos en Ketziot y, como prometí, estos simpatizantes del terrorismo están aquí en una cárcel de seguridad”, declaró en el clip emitido por Channel 14. “El juego se acabó: reciben condiciones como terroristas en todos los sentidos. Sudaderas de terroristas, condiciones de terroristas”.

El presidente de Colombia, Gustavo Petro, calificó la interceptación de la flotilla como un “crimen internacional” y anunció la expulsión de diplomáticos israelíes a comienzos de esta semana.
Turquía se sumó a las críticas al describir la operación en aguas internacionales como un “acto de terrorismo”, mientras que Malasia y Pakistán también emitieron comunicados en los que condenaron el bloqueo y denunciaron el trato dado a los voluntarios.
Por su parte, Amnistía Internacional denunció la acción como un “acto calculado de intimidación”.
La secretaria general de la organización, Agnès Callamard, declaró: “Se trata de un ataque descarado contra activistas solidarios que llevaban a cabo una misión humanitaria completamente pacífica”.
Agregó además: “Esta incautación se produce tras semanas de amenazas e incitación por parte de funcionarios israelíes contra la flotilla y sus participantes, y después de varios intentos de sabotear algunas de sus embarcaciones”.

La directora de Amnistía Internacional exigió la liberación inmediata e incondicional de todos los activistas de la flotilla.
“El simple hecho de que hayan tenido que zarpar en primer lugar es una acusación al fracaso persistente de la comunidad internacional para detener el genocidio en curso por parte de Israel y garantizar el acceso de ayuda humanitaria a Gaza”, afirmó.
De acuerdo con el Ministerio de Salud de Gaza, más de 66.000 personas han muerto y cerca de 170.000 han resultado heridas desde el inicio de la ofensiva.
Expertos han advertido sobre la urgencia de una intervención internacional ante la magnitud de la crisis.
Tras una investigación de dos años, la ONU concluyó que Israel comete un genocidio, acusación que el gobierno israelí rechaza como “falsa” y “distorsionada”.
Por su parte, Israel insiste en que su objetivo es destruir a Hamás tras los ataques del 7 de octubre, que dejaron 1.200 muertos y 250 rehenes.
En paralelo, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dio a Hamás plazo hasta el domingo para aceptar su plan de alto el fuego. “De no lograrse un acuerdo, se desatará el infierno”, advirtió.
La ofensiva israelí sobre Gaza dejó al menos 53 muertos el jueves, en medio de una advertencia oficial: todo residente que permanezca en la ciudad será tratado como “terrorista”.
Los bombardeos alcanzaron también la localidad de al-Masawi, en el sur, designada antes como “zona segura”. En un almacén de alimentos impactado por las bombas murieron nueve personas de una misma familia: un abuelo, cuatro de sus hijos y un nieto.
Traducción de Leticia Zampedri