El estado brasileño de Río Grande do Sul enfrenta problemas económicos tras inundaciones

Elonore Hughes
Jueves, 23 de mayo de 2024 19:10 EDT
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BRASIL-INUNDACIONES-ECONOMÍA (AP)

Las inundaciones en el estado brasileño de Río Grande do Sul devastaron casi todo lo que se necesita para la actividad económica, desde tiendas locales hasta fábricas, granjas y fincas rurales.

La catástrofe ambiental —sin precedentes en la historia del estado— afectó gravemente el transporte, incluido el aeropuerto en la capital Porto Alegre, que se prevé permanezca cerrado durante meses. Algunos segmentos de autopistas están cerrados debido a deslaves, caminos arrasados y puentes caídos. Los apagones siguen asolando al estado. El gobernador Eduardo Leite dijo que Río Grande do Sul necesitará “una especie de ‘plan Marshall’ para su reconstrucción”, aunque aún falta determinar una estrategia exacta para hacerlo de una forma que reduzca futuros desastres climáticos.

La magnitud de la devastación podría compararse con la del huracán Katrina, que arrasó Nueva Orleans en 2005, dijo Sergio Vale, economista en jefe de MB Associates. Ha provocado el caos en los servicios, la producción y las ventas, y es probable que muchas personas pierdan su empleo, señaló. La economía de Río Grande do Sul —que es casi del tamaño de la de Uruguay y Paraguay combinadas— había venido creciendo a una tasa de 3,5% este año hasta abril, pero podría concluir 2024 con una caída de 2%, según sus pronósticos. Esto significaría una afectación de 0,4% en el producto interno bruto de la nación, que actualmente se pronostica en 2%. El banco Bradesco prevé una caída de 4%, lo que significaría un crecimiento nulo este año.

La mayoría de los 497 municipios del estado han resultado afectados, y las pérdidas financieras ya alcanzan los 10.000 millones de reales brasileños (1.900 millones de dólares), calculó este mes la Confederación Nacional de Municipios. Aproximadamente 94% de la actividad económica del estado se ha visto afectada de alguna forma, de acuerdo con un cálculo realizado la semana pasada por la Federación de Industrias del estado de Rio Grande do Sul.

“Las instalaciones de un número infinito de empresas se han visto completamente afectadas. Además de las enormes pérdidas financieras, es probable que los problemas logísticos tengan un efecto significativo en toda la actividad económica del estado”, señaló en un estudio preliminar del 13 de mayo.

Entre las regiones más afectadas están Porto Alegre y la región de Serra, en el noreste del estado, la cual alberga fábricas de vehículos, maquinaria y mobiliario. Las fuertes lluvias también azotaron los valles de Río Pardo y Taquiri, conocidos por su industria cárnica. Río Grande do Sul aporta 12,6% del PIB agrícola de la nación, de acuerdo con Bradesco. Casi 70% del arroz y 13% de los productos lácteos de Brasil provienen de ese estado, según un informe de la corporación estadounidense S&P Global divulgado el 13 de mayo.

“Generalmente se requieren 10 años para que un municipio inundado vuelva a su nivel anterior de actividad económica”, dijo Gustavo Pinheiro, asociado sénior del centro de estudios climáticos E3G.

El costo humano de las lluvias es de al menos 163 vidas pérdidas hasta ahora, mientras que otras 72 personas siguen sin ser localizadas. Más de 640.000 personas se han visto obligadas a dejar sus casas, incluidas 65.000 que están refugiadas en escuelas y gimnasios.

El gobierno federal de Brasil anunció un paquete de 50.900 millones de reales (10.000 millones de dólares) para empleados, personas que dependen de la asistencia pública, el estado y sus municipios, empresas y productores rurales. Sin embargo, a medida que pasa el tiempo y los niveles del agua siguen siendo altos, la cantidad necesaria para reconstruir continúa aumentando, dijo Vale. Calcula que dicha cantidad podría alcanzar los 120.000 millones de reales (29.000 millones de dólares).

Aunque aún no se conoce cuál es el total requerido, el costo para el presupuesto federal llega en un momento en que la deuda pública, como porcentaje del PIB, ha estado aumentando, lo que podría hacer que Brasil se vuelva menos atractivo para los inversionistas.

Carla Beni, economista de la Fundación Getulio Vargas, un centro de investigación y universidad, dijo que eso no debería usarse en contra de la región inundada.

“El gobierno federal no puede abstenerse de apoyar a un estado que resultó completamente devastado sólo porque el mercado financiero piensa que existe un riesgo fiscal”, dijo Beni.

Las fuertes lluvias que provocaron las inundaciones pueden achacarse principalmente al cambio climático provocado por los seres humanos, de acuerdo con una evaluación publicada el 10 de mayo por ClimaMeter, un equipo científico de modelamiento climático de la Universidad París-Saclay en Francia.

La inundación de este mes fue la cuarta que Río Grande do Sul ha sufrido en un año, tras las inundaciones de julio, septiembre y noviembre de 2023, que provocaron la muerte de 75 personas en total. Desde 2000, los desastres relacionados con inundaciones en todo el planeta se han incrementado 134% en comparación con las dos décadas previas, de acuerdo con un informe publicado por la Organización Meteorológica Mundial en 2021. Los países han invertido en grandes proyectos de infraestructura para evitar los daños provocados por las inundaciones.

Tras el huracán Katrina, el gobierno federal de Estados Unidos gastó 14.500 millones de dólares en bombas, diques y muros para proteger a Nueva Orleans, lo que derivó en una reducción significativa en los daños causados por el huracán Ida en 2021. Las autoridades de Tokio gastaron miles de millones de dólares en un canal de drenaje subterráneo en el área metropolitana. Otros países promueven el concepto de “ciudades esponja”, cuyo objetivo es transformar áreas urbanas en parques naturales que mejoren el drenado y reduzcan los riesgos de inundación.

El viernes, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva aprobó una ley que suspende el pago de la deuda por parte de Río Grande do Sul durante tres años. Los fondos que se habrían usado para pagar la deuda al gobierno federal se deberán utilizar para combatir y reducir el daño causado por las inundaciones. El ministro de Finanzas, Fernando Haddad, dijo que su ministerio apoyará a las grandes empresas del estado para que se recuperen.

Sin embargo, el éxito a largo plazo dependerá de decisiones globales, especialmente la quema de carbón, petróleo y gas, que provoca el cambio climático. Científicos y expertos en energía han propuesto desde hace tiempo vías y soluciones para reducir los efectos de los gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono y el metano, que calientan al planeta y hacen que los desastres climáticos sean más frecuentes. Y hay esperanzas para el futuro, dijo la Agencia Internacional de Energía en su Perspectiva Energética Mundial de 2023.

Al mismo tiempo, el estado tendrá que reconstruirse en una forma que reduzca su vulnerabilidad. Río Grande do Sul construyó diques después de la gran inundación de 1941, pero resultaron insuficientes este año debido a falta de mantenimiento. Un grupo de expertos ya exhortó a que haya un control de inundaciones más robusto. Podría surgir la necesidad de reubicar casas y negocios lejos de la costa y las riberas.

Políticos de Río Grande do Sul y del gobierno federal también están enfrentados con respecto a la respuesta a la crisis y la reconstrucción. Mientras que el gobierno izquierdista en el poder estudia un posible canal para acelerar el flujo del agua de la laguna de Patos hacia el mar, Leite, de centroderecha, ha dicho que el proyecto sería “muy difícil de realizar”, informó el diario O Globo.

El estado debe aprobar leyes que protejan el medio ambiente estatal, dijo Beni, la economista de FGV.

“Las políticas negacionistas del cambio climático que favorecen el desmantelamiento de las leyes ambientales conllevan un precio muy alto”, dijo. Si no se hace nada, señaló, “Río Grande do Sul experimentara estas tragedias cada dos o tres años. No habrá tiempo para reconstruir antes de que se inunde de nuevo”.

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La cobertura climática y ambiental de The Associated Press recibe apoyo de varias fundaciones privadas. La AP es la única responsable de todo el contenido.

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