¿Película de superhéroes hecha realidad? Compañías están desarrollando planes para bloquear la luz solar
Las empresas privadas están trabajando en lanzar partículas a la atmósfera para reducir el calentamiento global, lo que suscita el entusiasmo de los inversores y la preocupación de algunos científicos, según informa Josh Marcus
Un equipo secreto de científicos trabaja en un plan sin precedentes para llenar la atmósfera de diminutas partículas que imiten una erupción volcánica y bloqueen el sol. Podría salvar a la humanidad, o podría salirse de control. Miles de personas se oponen a este plan, pero es posible que siga adelante.
No se trata del argumento de la próxima película de Marvel: es la geoingeniería solar, una de las fronteras menos ficticias de la investigación climática.
En octubre, una empresa emergente llamada Stardust Solutions anunció que había recaudado 60 millones de dólares para desarrollar una tecnología que devolverá la luz del sol al espacio mediante partículas reflectantes suspendidas en el aire.
Según el medio digital Politico, se trata de la mayor inversión jamás realizada por una empresa que persigue una estrategia de este tipo para enfriar nuestro planeta, que se sobrecalienta a gran velocidad, y se suma a la anterior serie de financiación de $15 millones de la empresa.
Stardust Solutions forma parte de un pequeño grupo de empresas e investigadores que persiguen estas ideas con la esperanza de avanzar rápidamente en la lucha contra la crisis climática, mientras la acción internacional sigue siendo peligrosamente insuficiente.

La idea básica es limitar la cantidad de energía solar que llega a la superficie de la Tierra. Aunque esto no atajará la causa principal de la crisis climática —las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de combustibles fósiles, que siguen aumentando—, la “modificación de la radiación solar” podría reducir la temperatura global y ralentizar el deshielo de los casquetes polares, ganándonos a todos un tiempo muy necesario.
Aunque la idea existe desde mediados de los años 60, los experimentos a pequeña escala al aire libre no comenzaron hasta las dos últimas décadas; dos ejemplos son la siembra de nubes en Suiza y las pruebas de impacto de la niebla salina en las nubes de la Gran Barrera de Coral.
Por cada experimento en ciernes, otro proyecto ha sido cancelado debido a la oposición pública. El proyecto para 2024 de rociar aerosoles de sal marina desde un portaaviones fuera de servicio en Alameda, California, EE. UU., se canceló rápidamente debido a la indignación de los miembros de la comunidad, que afirmaron que no se les había consultado; asimismo, el pueblo indígena saami de Escandinavia fue uno de los que se opusieron al abortado proyecto SCoPEx para 2021 en Suecia, argumentando que el plan de rociar polvo de carbonato cálcico en la atmósfera violaba su filosofía con respecto a la Tierra, y que no sería una estrategia científica impactante para detener las causas profundas de la crisis climática.
A pesar de estas preocupaciones, la avalancha diaria de actualizaciones climáticas cada vez más nefastas —incluida la reciente noticia del probable declive irreversible de los corales oceánicos— ha dado un nuevo impulso a esta idea antaño marginal.
Un aerosol de partículas “seguro para el ser humano”

Stardust Solutions fue fundada en 2023 por Yanai Yedvab y Amyad Spector, físicos nucleares que se conocieron en un laboratorio nacional israelí, y el físico de partículas Eli Waxman, antiguo científico jefe de la Comisión de Energía Atómica de Israel. Alarmados porque el planeta ya se estaba calentando por encima de los límites de referencia del Acuerdo de París, los científicos decidieron intentar inventar una tecnología que pudiera tener un impacto inmediato.
Yedvab declaró a The Independent que se había inspirado en cómo el mundo se había unido para hacer frente al agujero de la capa de ozono en los años 80, y que el estado actual del planeta exigía explorar rápidamente todas las técnicas disponibles.
“Dada la escalada de la crisis, sería irresponsable no trabajar ahora para garantizar que los gobiernos y la comunidad internacional dispongan de todas las opciones para salvar vidas y prevenir nuevas catástrofes”, escribió en un correo electrónico.
“Lo último que desearía cualquiera que se tome en serio esta crisis es que dentro de una década los gobiernos se den cuenta de que necesitan desplegar la TRS (tecnología de reflexión de la luz solar) y que la investigación, la ingeniería y la eliminación de riesgos no se hayan completado”, añadió.

Algún día, Stardust Solutions planea desplegar partículas en la estratosfera, la capa atmosférica que comienza a unos 6 km de altura y se extiende hasta unos 50 km por encima de la superficie terrestre.
Algunos proyectos de geoingeniería han propuesto el uso de partículas sulfurosas como las liberadas por los volcanes —se cree que los penachos de la erupción del Monte Pinatubo en Filipinas en 1991, por ejemplo, bloquearon la luz lo suficiente como para reducir temporalmente la temperatura global en unos 0,5 °C—, pero Stardust planea algo diferente. Solo que no dirán qué exactamente, al menos de momento.
Stardust ha guardado silencio sobre la naturaleza de sus planes propuestos, pero Yedvab dijo que la partícula por patentar estaría libre de sulfato, porque tales materiales “[eran] tóxicos para los seres humanos y la biosfera y [conllevaban] una larga lista de efectos secundarios y consecuencias imprevistas”, como agotar la capa de ozono y provocar lluvia ácida.
Hasta ahora, Stardust ha realizado pruebas en un laboratorio bajo techo, pero la start-up espera llevar a cabo “experimentos contenidos al aire libre” y publicar estudios revisados por pares de sus hallazgos a partir del año que viene.
Según Yedvab, cualquier uso de la tecnología de Stardust se haría bajo la estrecha supervisión de los gobiernos asociados y con estrictos controles.
“Nuestros clientes solo serían los gobiernos”, declaró a The Independent. , y continuó: “Cualquier proceso de toma de decisiones sobre el despliegue corresponde exclusivamente a los gobiernos, incluidas las decisiones sobre si desplegar o no, cuándo y cómo hacerlo”.
Una casa rodante llena de globos de helio
No existen normas ni tratados internacionales que prohíban la geoingeniería solar, aunque el tema es candente en los círculos jurídicos, y algunos estados de EE. UU. están desarrollando planes para regularla.
En al menos 19 estados se han presentado proyectos de ley para prohibir diversas formas de geoingeniería. Tennessee, Luisiana y Florida ya han prohibido la modificación del clima, en parte influidos por las persistentes teorías conspirativas sobre gobiernos y empresas privadas que utilizan nefastamente “estelas químicas” en el cielo para esparcir toxinas por todo el mundo.

En general, sin embargo, la regulación de este campo sigue siendo incipiente, y una empresa, Make Sunsets, ya está realizando despliegues en exteriores.
La start-up, fundada en 2022, ha hecho flotar en la estratosfera globos meteorológicos llenos de partículas de dióxido de azufre, una sustancia química que puede aparecer de forma natural o como subproducto industrial. Los globos estallan y las partículas que contienen pueden permanecer en la atmósfera hasta tres años, según la empresa.
Detrás de la compañía están Luke Iseman, ex director de hardware de la famosa incubadora de start-ups Y Combinator de San Francisco (que ayudó a impulsar empresas como DoorDash y Airbnb), y Andrew Song, exejecutivo del sitio de financiamiento colectivo Indiegogo.
Sus esfuerzos son escasos. La empresa suele lanzar sus globos desde una autocaravana Winnebago en las colinas del norte de California, y al parecer ha recaudado poco más de $1 millón de sus inversores, una cantidad insignificante comparada con la financiación que ha recibido Stardust.
Make Sunsets espera compensar estos esfuerzos más modestos con una solución de gran impacto. La empresa afirma que cada gramo de dióxido de azufre liberado contrarrestará los efectos de calentamiento de una tonelada de dióxido de carbono, el gas de efecto invernadero más abundante, durante un año (la huella de carbono del estadounidense medio es de poco menos de 18 toneladas al año).

La empresa vende “créditos de enfriamiento” a los clientes, a un precio de entre $1 y $5 por gramo de dióxido de azufre, y supervisa sus emisiones con GPS, cámaras y sensores instalados en sus globos.
La empresa californiana dice que ha lanzado 213 globos hasta ahora, y entregado 207.007 créditos de enfriamiento.
Los efectos del dióxido de azufre en la atmósfera están bien estudiados, aunque algunos ven con escepticismo los esfuerzos de la empresa. Los principales asesores científicos de la Comisión Europea han recomendado que no se concedan créditos de enfriamiento vinculados a la geoingeniería solar.
En 2023, México acusó a la empresa de llevar a cabo lanzamientos sin el permiso o la consulta de las comunidades locales o el Gobierno, lo que llevó al país a prometer que prohibiría la práctica por completo.
Iseman declaró entonces a Reuters que desconocía lo que había ocurrido finalmente con esos globos.
“Por lo que sé, se cumplieron todas las normas pertinentes”, declaró a The Independent en un correo electrónico. Agregó: “No he recibido multas ni otras reprensiones por mis actividades con globos en México ni en ningún otro lugar”.

La EPA (Agencia de Protección Ambiental de EE. UU.) exigió a Make Sunsets más información sobre sus actividades a principios de este año.
“La idea de que unos individuos, apoyados por inversores de capital riesgo, estén contaminando el aire para vender créditos de 'enfriamiento' demuestra que el extremismo climático ha superado al sentido común”, declaró entonces Lee Zeldin, administrador de la EPA.
La empresa afirma en su sitio web que sus actividades se rigen por la Ley de Modificación Meteorológica de 1976 y que cumple toda la normativa aplicable, entre otras cosas informando anualmente de sus actividades a la NOAA (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EE. UU.) y manteniéndose en contacto con los organismos gubernamentales pertinentes, como la FAA (Administración Federal de Aviación), el FBI y la CIA.
(En una respuesta a la EPA, Make Sunsets hizo un guiño al eslogan de campaña MAGA de Trump y dijo que quiere poner de su parte para “Hacer a la Tierra Fresca Otra Vez”. Iseman dice que la agencia reguladura no ha enviado más comunicaciones).
The Independent se ha puesto en contacto con la EPA para recabar sus comentarios.
Un plan para espesar el hielo marino, cortesía del Gobierno británico
Los gobiernos y el mundo académico también han entrado en la competencia. En abril, la ARIA (Agencia de Investigación e Invención Avanzadas del Reino Unido), , patrocinada por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Tecnología británico, puso en marcha su propio programa de geoingeniería.
Respaldado por unos $75 millones de fondos públicos, el programa apoyará una serie de proyectos académicos, así como lo que ARIA denomina “experimentos controlados a pequeña escala en exteriores” con tecnologías que van desde el uso de agua de mar congelada para espesar el hielo ártico, hasta posibles planes para rociar agua de mar en nubes marinas de baja altitud sobre la Gran Barrera de Coral australiana, mejorando su capacidad de reflejar la luz solar al espacio.

Una propuesta del año pasado de Yoram Rozen, profesor de física del Technion, o Instituto Tecnológico de Israel, sugería atar un espejo gigante a un asteroide y utilizarlo para bloquear el sol.
Su equipo de investigación dijo estar listo para montar un prototipo de 30 m2 con un coste de entre $10 y $20 millones para demostrar el concepto.
¿A la vanguardia o una “mentira descarada”?
A pesar de este nuevo impulso, gran parte de la comunidad científica y activista sigue dudando de la geoingeniería solar, criticando estos proyectos como distracciones frente a soluciones mejores o como intervenciones que abren la puerta a acciones deshonestas y consecuencias imprevistas.
La aplicación selectiva de la geoingeniería, sin un marco global coordinado, podría tener repercusiones climáticas adversas, como el aumento de la ferocidad de los huracanes, la exacerbación de los patrones de sequía en África o la generación de un “shock de terminación” global si estos proyectos terminan de repente y las temperaturas aumentan con rapidez, según señaló la Real Sociedad de Londres para el Avance de la Ciencia Natural en un informe a principios de este año.
Según un equipo internacional de 42 científicos que analizó las propuestas de geoingeniería, estos esfuerzos también podrían restar tiempo y recursos a soluciones más eficaces, como la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.
“No abordan las causas subyacentes de la crisis climática, pero pueden causar graves daños y son extremadamente costosos”, afirmó Regine Hock, del Instituto Geofísico de la Universidad de Alaska Fairbanks y la Universidad de Oslo, en un comunicado de prensa de septiembre.

“La única forma eficaz de reducir aún más el calentamiento global es la rápida descarbonización”, agregó Hock.
Las empresas privadas son especialmente inadecuadas para llevar a cabo la geoingeniería, según los críticos, porque se guiarán por motivos de lucro además de por cuestiones de seguridad, y podrían ser menos responsables que los proyectos gestionados públicamente.
“La única forma de que estas empresas emergentes ganen dinero es que alguien pague por sus servicios, por lo que existe un temor razonable a que las presiones financieras lleven a las empresas a presionar a los gobiernos u otras partes para que utilicen estas herramientas”, escribió el mes pasado David Keith, director fundador de la iniciativa de Ingeniería de Sistemas Climáticos de la Universidad de Chicago, en la revista MIT Technology Review.
“Una decisión que debería basarse en un análisis objetivo de riesgos y beneficios se vería en cambio fuertemente influida por intereses financieros y conexiones políticas”, expresó.
Keith también ha declarado al periódico The Washington Post que las afirmaciones de Stardust de haber identificado y estudiado una partícula totalmente neutra en cuestión de pocos años suenan a “mentira descarada” y a “broma”.

Por su parte, Yedvab declaró a The Independent: “La humanidad dispone de protocolos bien establecidos para probar y validar nuevos tipos de partículas y materiales en cuestión de años, no de décadas. Estos protocolos se utilizan todo el tiempo en industrias como la alimentaria junto con el desarrollo de validaciones específicas necesarias para este esfuerzo específico. Al igual que no se confiaría en que una empresa que desarrolla un medicamento contra el cáncer testificara sobre la seguridad de sus propios productos, aquí también nuestros productos serán probados por reguladores y autoridades de validación independientes mucho antes de que se produzca cualquier despliegue operativo”.
Iseman, de Make Sunsets, dijo a The Independent que comprendía el escepticismo, pero creía que lo que estaba en juego en la crisis climática era demasiado importante como para ignorar el potencial de la geoingeniería.
“Me encantaría ver laboratorios universitarios bien financiados tratando el cambio climático como la emergencia que es: un Proyecto Manhattan moderno para declarar la guerra al calentamiento global y sustituir los combustibles fósiles por nucleares y solares”, continuó.
“Las empresas privadas tienen mucho más margen de maniobra del que me gustaría que tuvieran en la sociedad en general. Lo único peor que una empresa privada haga geoingeniería solar es que nadie la haga. Todos hemos estado realizando geoingeniería negativa con nuestras emisiones de carbono, y es hora de que todos hagamos geoingeniería solar para compensarlo”, concluyó.
Traducción de Sara Pignatiello







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