María José Cuevas comparte su experiencia en el archivo de “Juan Gabriel: Debo, puedo y quiero”

Juan Gabriel se adelantó a su tiempo documentando su carrera y vida privada a lo largo de décadas.
El contenido de su enorme archivo es compartido por primera vez en la serie documental “Juan Gabriel: Debo, puedo y quiero” de María José Cuevas en el que El Divo de Juárez relata su historia en sus propias palabras.
El documental, actualmente disponible en Netflix, es producido por Laura Woldenberg, quien tras años buscando plasmar la historia de Juan Gabriel, logró la aprobación de su familia para adentrarse en este acervo. Una vez aseguradas estas imágenes y sonidos inéditos, Woldenberg convocó a Cuevas, directora de “Bellas de noche” y “La Dama del Silencio. El caso Mataviejitas”.
“Es completamente alucinante que Juan Gabriel haya sido tan consciente de su biografía”, señaló Cuevas en una entrevista por videollamada desde la Ciudad de México.
La misma familia de Juan Gabriel, cuyo nombre verdadero era Alberto Aguilera Valadez, no se había adentrado al contenido de su archivo. El equipo encabezado por Cuevas se dio a la tarea de digitalizar cientos de horas de grabaciones análogas.
“Era fascinante, era meter un casete y encontrarte la vida cotidiana de Alberto Aguilera”, recordó. “De pronto poner otro casete y saltar y meterte a un concierto de Juan Gabriel de 1982 en El Patio… la experiencia como de estar espiando, como de estar sumergido en el universo Juan Gabriel a partir de este diálogo entre lo privado y lo público”.
La serie documental incluye todo, desde su periodo en la prisión, el abandono de su madre, su coqueteo con la política mexicana, sus escándalos y la profunda admiración de sus fans.
Cuenta con entrevistados como la hija de la exmanager de Juan Gabriel, María de la Paz Alcaraz, la vedette Olga Breeskin, la cantante Daniela Romo y la periodista Pati Chapoy. Pero no las muestra hablando a la cámara, sino que tiene imágenes de ellas con Juan Gabriel en los años que recuerdan.
Cuevas contrastó la peculiaridad de que Juan Gabriel lo grabara todo, en una época en la que tener una cámara casera y grabadoras de audio era un lujo. Muchas imágenes eran grabadas por él mismo y otras, a medida que su carrera iba en aumento, fueron grabadas por camarógrafos.
“Logras ver lo que le gustaba filmar o su cotidianidad a partir de sus ojos”, señaló.
Además de los videos, el equipo de producción recibió medio millón de archivos de audio en casetes.
“Lo oías tarareando una melodía, o incluso una canción completa, cantada en un idioma que no identificamos … eso era súper mágico”, dijo. “Y de pronto escuchar estos tarareos que se convirtieron en estas canciones que hoy todavía cantamos”.
Otro de los audios es una llamada telefónica con María Félix previo a su famoso concierto de Bellas Artes en 1990, el cual había llegado en medio de la polémica por el rechazo que generaba al ser el primer artista popular en presentarse en el teatro de ópera más importante de México. Juan Gabriel le llama a Félix para pedir su respaldo.
El concierto de Bellas Artes en 1990, que en realidad fueron cuatro fechas, marcó la cúspide de la carrera de Juan Gabriel. Pero Cuevas, quien dijo que ella misma fue al concierto, quería ir más allá.
“Yo siempre me había preguntado cómo te despiertas al día siguiente”, dijo.
La respuesta la encontró en uno de los casetes de video fechado el 13 de mayo de 1990, el día después del último concierto.
“Es este video de Alberto Aguilera, completamente casero de él en shorts amarillos jugando con sus hijos de almohadazos. Eso fue brutal”, dijo.
Pero al haber estado sin manipularse por años, no todos los videos del archivo estaban en óptimas condiciones.
“Muchos de estos casetes o VHS tenían hongos por el paso del tiempo y eso quería decir que eran unos casetes que desde los años 80 estaban ahí guardados”, dijo Cuevas. “40 años después tuvimos oportunidad de mandarlos restaurar”.
Alberto Aguilera Valadez, y no sólo Juan Gabriel, dejó en la cineasta una profunda huella.
“Conocer de dónde viene, de dónde venían sus soledades, de dónde venía su abandono. Al final del día, Alberto es el compositor y Juan Gabriel es el intérprete”, señaló. “Al conocer a Alberto todavía entendí más la grandeza de Juan Gabriel… me arrodillo ante este genio”.





