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Testigo: Muerte de adolescente palestino-estadounidense en Cisjordania ocupada no fue provocada

Julia Frankel
Jueves, 25 de enero de 2024 13:08 EST

La muerte a tiros de un adolescente palestino-estadounidense que conducía una camioneta pickup en la Cisjordania ocupada no fue provocado, dijo el único pasajero a The Associated Press, quien describió que el fuego aparentemente israelí alcanzó la parte trasera del vehículo antes de que este diera varias volteretas en un camino de tierra.

Al menos 10 balas alcanzaron la camioneta, a la que tuvo acceso Associated Press después de que la examinaran los investigadores israelíes. La mayoría impactó en el parabrisas trasero y en la caja del camión, lo que respalda el relato de Mohammed Salameh, de 16 años, sobre el incidente que mató a su amigo, Tawfic Abdel Jabbar, de 17 años, nativo de Luisiana.

En una declaración inicial, la policía israelí dijo que los disparos del viernes tuvieron como objetivo a personas “supuestamente involucradas en actividades de lanzamiento de piedras a lo largo de la autopista 60”, una vía principal de Cisjordania. La policía no identificó a los autores de los disparos, pero dijo que los participantes fueron “aparentemente... un agente de policía fuera de servicio, un soldado y un civil”.

Salameh negó las insinuaciones de que él y Abdel Jabbar hubieran arrojado piedras y dijo que no hubo ningún intento de arrestarlo.

Salameh —entrevistado el martes junto con Hafeth, padre de Abdel Jabbar, en Al-Mazra’a Ash-Sharquiya, la aldea ancestral de la familia— agregó que él y su amigo conducían por un camino de tierra a varios cientos de metros de la autopista 60. Sostuvo que de repente los disparos alcanzaron la parte trasera de la camioneta y alcanzaron a Abdel Jabbar.

Salameh refirió que la camioneta dio varias volteretas y que él logró salir y correr a la aldea en busca de ayuda.

Hafeth Abdel Jabbar dijo que cuando llegó, encontró el cuerpo sin vida de su hijo en la camioneta, entre vidrios rotos y manchas de sangre. Rechazó las afirmaciones de que su hijo había arrojado piedras y las llamó “una gran mentira”. Incluso si los adolescentes hubieran arrojado piedras, añadió, no representaban una amenaza inminente para la policía, los militares o los civiles al conducir entre la maleza.

Un funcionario de la policía israelí dijo a la AP el miércoles que el relato de los testigos y los agujeros de bala en la parte trasera de la camioneta representaban apenas una cara de la historia y que la investigación está en curso. Se negó a hacer más comentarios. Habló bajo condición de anonimato porque no estaba autorizado a discutir el caso con los medios de comunicación.

La Casa Blanca ha exigido una investigación transparente sobre la muerte, que se produjo después de repetidas advertencias estadounidenses de que Israel debe frenar la creciente violencia contra los palestinos en el territorio. La familia del adolescente dijo que funcionarios de la embajada de Estados Unidos visitaron la aldea, fotografiaron el vehículo y entrevistaron a familiares.

EN EL SITIO

Salameh reportó que los acontecimientos que condujeron al tiroteo comenzaron el viernes por la tarde, cuando él y Abdel Jabbar decidieron hacer un picnic en los campos de la familia, una actividad habitual en días soleados.

Se subieron a la camioneta pickup de la familia y salieron, dijo, pero se dieron cuenta de que habían olvidado el carbón. Abdel Jabbar dio media vuelta y se dirigió de regreso a la aldea por un camino de tierra perpendicular a la carretera, y fue entonces cuando los disparos comenzaron a impactar el parabrisas trasero, dijo Salameh.

Explicó que él se agachó cuando las balas golpearon el vehículo y que el cuarto proyectil alcanzó a Tawfic en la cabeza. La camioneta se salió del camino y dio varias vueltas antes de detenerse, agregó Salameh.

Hafeth Abdel Jabbar reportó que cuando él y otros familiares llegaron, los soldados israelíes les apuntaron con sus armas y obligaron a dos de ellos a quitarse la camisa para demostrar que no eran una amenaza.

Refirió que él ignoró a los soldados y corrió hacia el vehículo, que se había detenido en posición normal (vertical). Describió que el cuerpo de su hijo estaba recostado en el lado del pasajero, y que la sangre se había acumulado en el piso y extendido hasta el asiento trasero.

Dijo que él y otros sacaron el cuerpo de su hijo y lo subieron a una ambulancia.

Tawfic Abdel Jabbar fue declarado muerto a su llegada a un hospital de Ramalá. El video proporcionado por su padre muestra el vehículo a unos 500 metros (yardas) de la carretera.

“Es una escena que espero que nunca vuelva a ocurrir”, dijo Hafeth el martes. “Tienes seis o siete soldados israelíes apuntándote con un arma. Diciéndote que no vayas a ver a tu hijo. Tu hijo de 17 años está dentro del auto, muerto por ellos, baleado por la espalda”.

EN EL PUEBLO

El asesinato conmocionó al pueblo, donde la mayoría de los habitantes tienen pasaportes estadounidenses y dividen su tiempo entre Cisjordania y Estados Unidos.

Las raíces de la familia Abdel Jabbar allí se remontan a casi 200 años. Los padres de Tawfic, Hafeth y Mona, crecieron en el pueblo. Se mudaron a Gretna, Luisiana, donde se casaron. La familia extendida es dueña de una cadena de zapaterías en Estados Unidos.

La familia regresaba con frecuencia a su hogar ancestral, un complejo de piedra ornamentada encaramado en la cima de una colina del pueblo. Durante los veranos, Tawfic y sus hermanos participaban en la vida tradicional del lugar.

Estaba en su último año de secundaria cuando lo mataron. Estudió de forma remota durante los últimos meses; esperaba terminar en febrero y eventualmente asistir a la universidad en Estados Unidos, refirió su padre.

Inmediatamente después del tiroteo, los funcionarios de salud palestinos identificaron al adolescente como Tawfiq Ajaq, pero sus padres dijeron que la familia se llama Abdel Jabbar y el nombre de su hijo es Tawfic, una manera inusual de escribirlo.

Después de que los investigadores israelíes examinaron el vehículo el sábado, la familia lo llevó de regreso a la aldea, donde permaneció bajo una lona. La AP vio la camioneta el martes. Los agujeros de bala estaban marcados con pegatinas en hebreo dejadas por un equipo forense de la policía. Más tarde el martes, los investigadores se llevaron la camioneta, refirió Abdel Jabbar.

Según cifras del comité de vigilancia israelí Yesh Din, los asesinatos de palestinos en Cisjordania rara vez resultan en investigaciones, y cuando eso sucede, las acusaciones son inusuales.

También el martes, dijo Abdel Jabbar, acompañó a Salameh para prestar testimonio ante los investigadores israelíes.

TRAS LA CONMOCIÓN, IRA

Cuatro días después del tiroteo, amigos y familiares se congregaron en la casa de la familia para presentar sus condolencias, llevaron humus y falafel que llenaron platones y se reunieron alrededor de fogatas con tazas de café árabe.

El tío de Tawfic, Rami, mencionó que, en Luisiana, Tawfic se había negado a trabajar en las zapaterías de la familia porque dedicaba su tiempo a estudiar. Abdel Jabbar dijo que su hijo quería ser ingeniero.

Su madre, Mona, de 36 años, declaró que quiere que quienes mataron a su hijo sean procesados y castigados en Israel, y añadió que está furiosa con el gobierno del presidente estadounidense Joe Biden.

“¿Cuántos niños tienen que morir para que Estados Unidos deje de apoyar a Israel?”, preguntó.

El gobierno de Biden ha brindado apoyo militar y diplomático a la guerra de Israel contra Hamás. Más de 25.000 palestinos, alrededor de dos tercios de ellos mujeres y niños, han muerto, según el Ministerio de Salud en la Gaza gobernada por Hamás. La guerra fue desencadenada por el ataque de Hamás del 7 de octubre en el sur de Israel, en el que los extremistas mataron a unas 1.200 personas y tomaron 250 rehenes.

El gobierno ha condenado la creciente violencia de los colonos israelíes contra los palestinos en Cisjordania. Desde el 7 de octubre, 370 palestinos han muerto por fuego israelí, según funcionarios de salud palestinos. La mayoría ha muerto en enfrentamientos durante incursiones nocturnas del ejército israelí dirigidas a presuntos extremistas.

“Mi hijo fue asesinado, no quiero decir que con balas estadounidenses, pero al menos con dinero estadounidense”, dijo Mona Abdel Jabbar. “Vivimos allí, trabajamos allí. Nuestro negocio está allí, pagamos impuestos allí. Así que mis impuestos pagaron la bala que mató a mi hijo”.

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