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Los drusos de Siria temen por su futuro tras enfrentamientos sectarios

Kareem Chehayeb,Abdulrahman Shaheen
Viernes, 25 de julio de 2025 14:38 EDT

Antes del estallido de la violencia sectaria en el sur de Siria, Saber Abou Ras enseñaba ciencias médicas en una universidad de la ciudad de Sweida y albergaba cierta esperanza de un futuro mejor para su país luego que emergió de casi 14 años de guerra civil.

Ahora, como muchos otros en esta ciudad de mayoría drusa del sur de Siria, porta armas y se niega a entregarlas al gobierno. Ve pocas esperanzas para la Siria unida que recientemente creía que podía alcanzarse.

“Estamos a favor de la unidad nacional, pero no de la unidad de las bandas terroristas”, dijo Abou Ras, quien es druso, a The Associated Press en una llamada telefónica desde la devastada ciudad.

La semana pasada estallaron enfrentamientos provocados por secuestros entre clanes beduinos armados y combatientes de la minoría religiosa drusa. La violencia causó la muerte de cientos de personas y amenazó con derribar la frágil transición de posguerra de Siria. Las fuerzas del gobierno sirio intervinieron para poner fin a los combates, pero en realidad se aliaron con los clanes.

Pronto surgieron videos e informes inquietantes de civiles drusos humillados y ejecutados, a veces acompañados de insultos sectarios. Uno mostró a hombres armados y vestidos con uniforme militar preguntar a un hombre desarmado sobre su identidad. Cuando responde que es sirio, los hombres armados preguntan: “¿A qué te refieres con ‘sirio’? ¿Eres suní o druso?”. Cuando el hombre responde que es druso, los hombres abren fuego y lo matan.

Hossam Saraya, un sirio-estadounidense druso de Oklahoma, aparece en otro video arrodillado junto a su hermano, su padre y al menos otros tres familiares, antes que un grupo de hombres con uniforme militar los acribillen con armas automáticas y después celebren.

Una secta religiosa con raíces en el islam

La secta religiosa drusa es una rama del ismailismo —una rama del islam chií. A los forasteros no se les permite convertirse, y la mayoría de sus prácticas religiosas se llevan a cabo bajo un velo de secreto.

Hay aproximadamente un millón de drusos en todo el mundo y más de la mitad vive en Siria. Los demás residen en su mayoría en Líbano e Israel, incluidos los Altos del Golán —territorio que Israel capturó de Siria durante la Guerra de los Seis Días de 1967, y que anexó en 1981.

Aunque son una comunidad pequeña dentro de la población siria de más de 20 millones, los drusos de Sweida se enorgullecen de su participación en la liberación del país del dominio colonial otomano y después del francés, y en el establecimiento del actual Estado sirio.

Durante el levantamiento que se convirtió en guerra civil que comenzó en 2011, los líderes drusos alcanzaron un frágil acuerdo con el expresidente Bashar al-Assad que otorgó a Sweida una semiautonomía que dio al grupo minoritario la tarea de proteger su propio territorio en lugar de servir en el ejército sirio.

La mayoría de los drusos celebró la caída de Assad

Los drusos, en su mayoría, celebraron la caída de Assad en diciembre, en una ofensiva rebelde que puso fin a décadas de gobierno autocrático de la dinastía Assad.

Los drusos se mostraban mayoritariamente escépticos ante el trasfondo islamista de Ahmad al-Sharaa, el presidente interino sirio, especialmente porque alguna vez dirigió el Frente Nusra, vinculado a la red Al Qaeda. Pero muchos —incluidos clérigos influyentes— apoyaron un diálogo diplomático con los nuevos líderes.

Entre quienes se muestran más hostiles hacia al-Sharaa se encuentran Sheikh Hikmat al-Hijri —líder espiritual— y una facción de milicias drusas llamada Consejo Militar de Sweida. Hubo fuertes divisiones entre ellos y otros miembros de la comunidad drusa durante meses.

Los enfrentamientos previos entre grupos armados drusos y fuerzas gubernamentales se resolvieron antes que la violencia pudiera escalar. En mayo, se alcanzó un acuerdo de seguridad entre los drusos y Damasco que buscaba lograr una calma duradera.

No obstante, las hostilidades recientes y ataques sectarios en Sweida han alterado ese equilibrio, y muchos drusos parecen haber perdido la esperanza de alcanzar un acuerdo justo por la vía diplomática.

Violencia sectaria tras la caída de Assad

Muchos drusos consideran los ataques del gobierno como una extensión de la ola de violencia sectaria que estalló hace meses en la costa siria. Los enfrentamientos entre las fuerzas del nuevo gobierno y los leales a Assad se transformaron en asesinatos por venganza que tenían como objetivo a miembros de la minoría alauíta, a la cual Assad pertenecía.

Una investigación gubernamental sobre la violencia costera encontró que más de 1.400 personas fueron asesinadas, en su mayoría civiles, y que miembros de las fuerzas de seguridad estuvieron implicados en los ataques.

La diferencia en Sweida, como la ve Abou Ras, el profesor de ciencias médicas druso, es que los drusos contaban con sus propias facciones armadas que eran capaces de contraatacar.

“Ellos hablaban de respetar a las minorías y a los diferentes componentes de Siria”, dijo. “Pero lo que ocurrió en la costa fue una dura lección para los sirios, y aprendimos de ella”.

Presidente interino niega que se tenga a los drusos como blanco

Tras la violencia en Sweida, Al-Sharaa prometió que los responsables no quedarán impunes y reiteró sus promesas desde que tomó el poder de no excluir a los grupos minoritarios de Siria.

Él y otros funcionarios han insistido en que no tienen como objetivo a los drusos, sino a las facciones armadas que desafían la autoridad estatal, en concreto, las lideradas por Al-Hijri.

Al-Sharaa también acusó a Israel de intentar exacerbar las divisiones en el país al lanzar ataques aéreos contra las fuerzas del gobierno en la provincia —que Israel reportó que eran en defensa de los drusos—.

Las tensiones ya han creado nuevos desafíos para forjar la unidad nacional.

Otros grupos minoritarios —en particular las fuerzas kurdas que controlan el noreste de Siria, quienes están en negociaciones con Damasco para fusionarse con el nuevo ejército nacional— reconsideran la entrega de sus armas tras presenciar la violencia en Sweida.

Un druso sirio que vivió en el extranjero durante más de 20 años se encontraba en Siria cuando cayó Assad y lo celebró con amigos y familiares en las calles de Sweida. Renunció a su empleo para regresar y participar en la comunidad. Se unió a las personas que ondeaban la nueva bandera siria —que simboliza el levantamiento— y bailaron y pisotearon retratos rasgados de Assad.

Manifestó que deseaba que Al-Sharaa tuviera éxito, pero que ahora no ve un futuro pacífico para los diferentes grupos étnicos y religiosos de Siria con él al mando.

“En cada hogar (de Sweida), alguien ha muerto”, dijo a la AP.

The Associated Press no pudo confirmar eso de forma independiente, ya que no había una cifra oficial de muertos. No obstante, es un sentimiento compartido frecuentemente por los sirios de Sweida. Pidió que su nombre y otros datos de identificación se mantuvieran en reserva por temor a su seguridad y la de su familia.

“Creo que, después de las masacres que ocurrieron, no hay ni una sola persona en Sweida que quiera tener nada que ver con este gobierno, desafortunadamente”, agregó. “Este gobierno masacró gente y masacró cualquier posibilidad de (lograr la) reconciliación y armonizar el sur”.

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Chehayeb reportó desde Beirut.

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