Caos desde desastroso debate de Biden provoca grietas en una Casa Blanca conocida por su disciplina
Drama interno. Filtraciones. Cuestionamientos. La presión y el caos que se arremolinan desde el desastroso desempeño de Joe Biden en el debate presidencial provocan grietas en una Casa Blanca que hasta ahora había estado marcada por la disciplina y la lealtad.
Durante más de tres años, el gobierno de Biden ha sido mayoritariamente una operación moderada y seria, definida más por su insistencia en exhibir políticas y evitar las intrigas palaciegas. Los colaboradores generalmente mantenían cualquier crítica a su jefe o a su trabajo fuera de la mirada pública. Pero últimamente no es el caso.
La secretaria de Prensa de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, reflexionó el martes sobre el momento extraordinario para el presidente y su equipo, mientras las preguntas sobre la edad y la capacidad mental del hombre de 81 años amenazan con hundir sus sueños de reelección. “Ha sido un momento sin precedentes”, comentó sobre el escrutinio al presidente. “Estamos afrontando un nuevo momento que nunca antes había existido realmente”.
El inestable desempeño de Biden en el debate presidencial del 27 de junio contra su rival, el expresidente republicano Donald Trump, ha provocado un intercambio de culpas públicamente inusual, filtraciones de llamadas telefónicas privadas entre el presidente y los demócratas y preguntas sobre la presencia de su hijo Hunter Biden en la Casa Blanca. Ha dado pie a los funcionarios actuales de la Casa Blanca a expresar de forma anónima sus preocupaciones sobre la capacidad de Biden para realizar su trabajo e incluso provocó la salida de una periodista de radio después de que surgieron detalles de que la campaña de Biden le había dado preguntas para entrevistas a ella y a otro reportero.
Lo anterior sin mencionar todo el drama que se desarrolla en el Capitolio, donde un puñado de demócratas de la Cámara de Representantes ha pedido públicamente a Biden que se haga a un lado, y otros se debaten a puerta cerrada sobre si pronunciarse públicamente contra el presidente mientras los líderes del partido intentan mantener a los miembros bajo control.
Biden ha insistido en que no abandonará la contienda —y el coro de críticas puede estar amainando—, pero aún no está claro si el drama de la Casa Blanca ha sido un lapso momentáneo o continuará mientras la nación avanza hacia las elecciones de 2024.
Andrew Bates, subsecretario de prensa, manifestó que Biden había “devuelto la compasión, la honestidad y la competencia a la Oficina Oval” y construyó el gobierno más diverso de la historia.
“Mientras el presidente Biden ha luchado por —y conseguido— el historial más sólido de cualquier gobierno moderno, no ha habido una sola semana en la que Washington no dudara de él y de su equipo”, dijo Bates. “El personal está profundamente orgulloso de él y de ellos mismos, y saben que la clave es centrarse en el trabajo y el pueblo estadounidense, no en el ruido”.
El ambiente de moderación en la Casa Blanca bajo el mando de Biden ha sido intencional —quería que su gobierno fuera visto como un regreso a las operaciones de gobierno normales después de la permeable Casa Blanca de Trump, cuando políticas a medias terminaban en las portadas y detalles de reuniones privadas aparecían a veces en público mientras aún estaban en curso.
También reflejó la profunda lealtad del círculo íntimo de Biden, ya que muchos de los asesores de mayor rango han trabajado con el presidente durante décadas.
El desempeño de Biden en el debate provocó una sorprendente cantidad de críticas públicas por parte de algunos de sus mayores fanáticos, incluida Kate Bedingfield, exdirectora de comunicaciones de la Casa Blanca, quien estuvo en un panel de televisión por cable inmediatamente después del enfrentamiento.
“Fue un desempeño en el debate realmente decepcionante por parte de Joe Biden. No creo que haya otra forma de interpretarlo. Su tema más importante era demostrar al pueblo estadounidense que tiene la energía, el vigor, y no lo hizo”, dijo en la cadena CNN.
En privado, los asesores y colaboradores estaban discretamente conmocionados por cómo había actuado Biden en el debate, y se preguntaban si la campaña podía salvarse, sobre todo mientras las críticas negativas seguían llegando.
El fin de semana posterior al debate, en Camp David, la familia de Biden —en particular Hunter Biden y la primera dama Jill Biden—, alentaron al presidente a permanecer en la contienda y cuestionaron si su personal lo había preparado adecuadamente. (Biden, por su parte, ha dicho firmemente que el desastre del debate no fue “culpa de nadie más que mía”).
No mucho después, la presencia de Hunter Biden —quien está en espera de sentencia tras ser declarado culpable de tres delitos graves en un caso de posesión de armas—, en la Casa Blanca resultó inquietante para algunos, a quienes preocupaba su influencia sobre su padre, según dos demócratas cercanos a la Casa Blanca quienes hablaron con The Associated Press bajo condición de anonimato para discutir el delicado tema.
Y ha habido cuestionamientos sobre la estrategia a largo plazo de limitar las interacciones públicas de Biden, especialmente con periodistas, bajo un mandato encabezado por asesores de alto nivel. Biden ha concedido menos entrevistas que sus predecesores modernos y ha realizado menos conferencias de prensa que cualquier presidente desde Ronald Reagan.
Bates dijo que la estrategia “es y ha sido que el pueblo estadounidense escuche directamente a Joe Biden”. Señaló que Biden concedió una entrevista el lunes al programa “Morning Joe”, de MSNBC, ha respondido preguntas de los periodistas más de 580 veces y viaja por el país para hablar directamente con la gente.
Funcionarios de la Casa Blanca expresaron recientemente sus preocupaciones sobre el presidente y sus habilidades en historias difundidas en la prensa nacional. Un funcionario que activó las alarmas en el periódico The New York Times sonó un poco como “Anonymous” (“Anónimo”), el miembro del equipo de Trump que señaló su descontento por la presidencia de Trump en un artículo de opinión en el New York Times y luego hizo públicos sus reclamos.
“Este no es como el gobierno anterior, donde intentamos descubrir quién habla o filtra, eso no es algo que hagamos aquí”, dijo Jean-Pierre cuando se le preguntó sobre los comentarios del funcionario. “Todos tienen su opinión”.
Agregó que no había oído a nadie expresar críticas como las que aparecen en las publicaciones.
En un esfuerzo por elevar la moral del personal, Jeff Zients, jefe de despacho de la Casa Blanca, instó a los asistentes durante una reunión de todo el personal la semana pasada a desconectarse del “ruido” y concentrarse en la tarea de gobernar.
También ha habido errores públicos. Jean-Pierre dijo a los periodistas que Biden no había sido examinado por su médico desde su examen físico, pero el presidente dijo más tarde a miembros de su equipo de campaña en una llamada privada que había sido atendido por su médico después de sentirse enfermo al regresar de agotadores viajes consecutivos al extranjero.
Los asistentes se negaron durante días a explicar las repetidas visitas de un neurólogo a la Casa Blanca que habían provocado especulaciones de que Biden estaba en tratamiento, y Jean-Pierre se equivocó al hablar del tema el martes.
El domingo, una locutora de radio tuvo que dejar su trabajo después de que se supo que ella y otro entrevistador de una estación diferente habían hecho preguntas a Biden que les había dado el equipo de campaña.
Se suponía que las entrevistas fueran parte de un esfuerzo para restaurar la fe en la capacidad de Biden no sólo para gobernar durante los próximos cuatro años, sino también para llevar a cabo una campaña exitosa, pero la revelación sólo aumentó las críticas de que no puede enfrentar preguntas espontáneas.
Después de que se supo que la Casa Blanca había entregado preguntas preliminares a los periodistas, Michael LaRosa, exfuncionario de comunicaciones de la Casa Blanca, publicó críticas fulminantes: “Justo cuando pensabas que los equipos de comunicaciones del presidente habían perdido toda su credibilidad... caen a lo más bajo decididos a seguir humillando al presidente y a la primera familia con prácticas equivocadas y malas de relaciones con los medios que erosionan su posición día a día”.
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Los periodistas de The Associated Press Aamer Madhani y Zeke Miller contribuyeron a este despacho.