Investigador reescribe la historia de uno de los naufragios más famosos del mundo, 110 años después
Considerado perdido en las gélidas profundidades, el barco fue hallado recién hace tres años
La tragedia del HMS Endurance dio origen a una de las historias de supervivencia más famosas del siglo XX. Ahora, más de un siglo después, esa historia vuelve a escribirse.
El explorador polar irlandés Sir Ernest Shackleton logró mantener con vida a los 27 miembros de su tripulación durante más de un año, tras quedar atrapados en el hielo frente a las costas de la Antártida, soportando vientos brutales y temperaturas extremas.
Entre enero y octubre de 1915, intentaron sin éxito liberar el Endurance, entonces considerado el barco polar más resistente jamás construido. Finalmente, el casco cedió ante la presión del hielo y el buque se hundió a más de 3.000 metros de profundidad en el mar de Weddell. Durante más de un siglo, sus restos permanecieron ocultos. Hasta ahora.
Ahora, a casi 110 años de haber quedado atrapado en el hielo, un investigador finlandés sostiene que nuestra comprensión del Endurance —y de por qué no resistió— está cambiando.
“El Endurance tenía varias debilidades estructurales en comparación con otros barcos antárticos de principios del siglo XX,” afirmó Jukka Tuhkuri, profesor de la Universidad Aalto, en un comunicado.
Tuhkuri, quien participó en la expedición que encontró los restos del barco hace tres años, identificó fallas clave: “Las vigas y los marcos del casco eran más débiles. El compartimento de la maquinaria era más largo de lo habitual, lo que debilitaba una zona crucial del casco. Y, además, faltaban vigas diagonales que ayudaran a reforzarlo”.
“Esto no solo cuestiona la visión idealizada de que fue el barco polar más resistente de su época, sino que también desmonta la idea simplista de que el timón fue su único punto débil”, afirmó Tuhkuri.

El Endurance fue construido en Noruega tres años antes del viaje y originalmente llevaba el nombre Polaris. Con 44 metros de eslora y un casco de madera reforzado, el barco fue vendido a Ernest Shackleton para su ambiciosa Expedición Imperial Transantártica, en 1914. Shackleton lo rebautizó como Endurance, en honor al lema familiar: “Por la resistencia conquistamos”.
La misión tenía dos objetivos: establecer una base en la Antártida y convertirse en la primera expedición en cruzar el continente de costa a costa, desde el mar de Weddell hasta el mar de Ross. Pero nada salió como estaba previsto y el barco quedó atrapado en el hielo y fue arrastrado sin rumbo por las corrientes antárticas.
Tras perder el barco, Shackleton y su tripulación lograron llegar a la isla Elefante. Desde allí, un pequeño grupo cruzó más de 1.200 kilómetros de océano en un bote abierto hasta alcanzar la costa de Georgia del Sur.
En una estación ballenera, encontraron ayuda y coordinaron el rescate de los hombres que habían quedado atrás. Durante años se creyó que el hielo había destruido el timón del Endurance y según los Museos Reales de Greenwich, el propio Shackleton escribió que el hielo “partió el timón y arrancó su eje”.
Pero un nuevo análisis de los diarios de Shackleton y de las comunicaciones de la tripulación sugiere otra cosa: el barco no estaba preparado para soportar la presión del hielo polar. Y Shackleton lo sabía. Era consciente de las debilidades estructurales del Endurance antes de zarpar.
Shackleton dejó constancia de las debilidades del Endurance en una carta dirigida a su esposa, Emily. También lo comentó durante una visita a un astillero en Noruega, donde recomendó agregar vigas diagonales a otro barco polar en construcción.
Ese segundo buque también quedó atrapado en el hielo, pero, a diferencia del Endurance, logró resistir.

“El peligro del movimiento del hielo y las cargas de compresión —y cómo diseñar un barco para resistir esas condiciones— era algo bien entendido antes de que el Endurance zarpara hacia el sur. Así que debemos preguntarnos por qué Shackleton eligió una embarcación que no estaba reforzada para soportar hielo de compresión,” señaló Jukka Tuhkuri.
Entonces, ¿qué implican estos hallazgos para la forma en que nosotros —y la historia— veremos a Shackleton?
Antes del Endurance y de la Expedición Imperial Transantártica, Shackleton ya era una figura reconocida.
Había participado en dos expediciones previas a la región antártica y lideró una de ellas.
Según Michael Smith, autor del libro Shackleton: By Endurance We Conquer, el explorador era conocido por tomar riesgos, además de enfrentar deudas financieras y un matrimonio en crisis, según declaró a The New York Times. Smith, sin embargo, no participó en la nueva investigación.

“La magnitud de esta expedición era abrumadora, pero necesitaba un desafío que lo motivara y quería alejarse de todo”, dijo en referencia a la Expedición Imperial Transantártica.
El explorador murió de un ataque al corazón apenas cinco años después, a los 47 años, mientras se encontraba a bordo del barco Quest durante su última misión, conocida como la Expedición Shackleton-Rowett.
Tuhkuri afirmó que sus hallazgos no deben restar mérito a los logros de Shackleton, aunque sí ofrecen una visión más completa de su vida.
“Podemos especular sobre presiones financieras o falta de tiempo, pero la verdad es que quizás nunca sepamos por qué Shackleton tomó las decisiones que tomó”, concluyó Tuhkuri.
Traducción de Leticia Zampedri