Panameños van a las urnas tras despejarse incertidumbre sobre sustituto de Martinelli
Los panameños van a las urnas el domingo para escoger al nuevo presidente de los próximos cinco años, con la sombra del exmandatario Ricardo Martinelli sobrevolando la candidatura puntera —que estuvo a punto de quedarse fuera de la pugna electoral— y con los dos grandes desafíos de la migración y las dificultades económicas en el horizonte nacional.
Después de que el viernes en la madrugada, apenas dos días antes de las elecciones, se despejara la incertidumbre de si el candidato que lidera las encuestas, José Raúl Mulino, podía finalmente postularse, tres millones de ciudadanos están convocados a unos comicios en los que también se renovará el Legislativo unicameral, alcaldías y cientos de cargos locales.
Mulino, quien reemplazó como candidato de Realizando Metas y Alianza al expresidente Ricardo Martinelli por su inhabilitación debido a una condena por blanqueo de capitales, estará en la papeleta y, a juzgar por las encuestas de intención de voto, podrá contar con el respaldo que aún concede una parte de la población al exmandatario.
Mulino está 20 puntos arriba sobre los tres aspirantes que se disputan el segundo lugar en preferencias.
Con 64 años, el exministro de Seguridad en el gobierno de Martinelli, aventaja así al expresidente Martín Torrijos del Partido Popular, a Ricardo Lombana del Movimiento Otro Camino y a Rómulo Roux del partido Cambio Democrático.
Estos dos últimos fueron tercero y segundo en las elecciones de 2019. Los otros cuatro aspirantes, incluido el oficialista José Gabriel Carrizo y la única candidata de izquierda, Maribel Gordón, están más rezagados.
Pero la participación de Mulino estuvo en duda casi hasta el último momento por una demanda que pedía anular por inconstitucional su postulación, pese a que había sido autorizada por el Tribunal Electoral, el mismo ente que inhabilitó a Martinelli en marzo.
La Corte Suprema finalmente desechó la demanda y dijo que, con su decisión, buscó preservar la institucionalidad, la paz social y el derecho “a elegir y ser elegido”.
El proceso electoral, uno de los más inciertos, tiene lugar además en momentos en que el país de más de cuatro millones de habitantes entrará en un periodo de desaceleración debido al cierre de la mina de cobre de la canadiense First Quantum Minerals tras protestas multitudinarias y a la sequía generada por el fenómeno de El Niño que redujo por primera vez el tránsito de barcos por el Canal de Panamá.
Esa mina generaba 7.000 empleos directos y 40.000 indirectos, según datos de la empresa. En tanto, las autoridades calculan que con las restricciones en el canal se dejarían de recaudar entre 500 y 700 millones de dólares en el actual año fiscal.
Panamá creció el año pasado un 7,3% —la expansión más grande de Latinoamérica— pero se prevé que el Producto Interno Bruto (PIB) apenas crezca 2,5% en 2024, según el Fondo Monetario Internacional. A esto se suman crecientes problemas fiscales, de inseguridad y el descontento social por sospechas de corrupción, expuso la agencia de calificación de riesgo Moody’s Investors Service en un informe.
La creciente migración por la jungla del Darién, en la frontera con Colombia, se suma a los desafíos. Más de medio millón de personas cruzaron el año pasado.
Quien quiera que gane "se verá obligado a enfrentarse a profundos y urgentes retos económicos que se reflejan en el cierre de la mina Cobre Panamá, la disparada deuda externa y la crisis de liquidez del sistema de seguridad social”, dijo a The Associated Press Michael Shifter, profesor adjunto de la universidad Georgetown en Washington. “Los retrasos en la navegación por el Canal de Panamá debido a la escasez de agua no han hecho sino agravar la situación”.
Mulino promete reactivar la economía, el empleo y poner más dinero en el bolsillo de la gente, como lo hizo Martinelli en su gobierno (2009-2014). Panamá fue el país de más rápido crecimiento regional en ese periodo gracias a la construcción de grandes obras como la expansión del canal y la primera línea del metro capitalino, aunque su gestión se vio empañada por denuncias de corrupción.
Los expertos dicen que el país que recibirá el próximo líder no es el boyante de hace una década, pero Mulino y Martinelli —quien respalda a su reemplazo desde la embajada de Nicaragua— insisten en que sí hay dinero y ofrecen construir un tren hasta la provincia panameña que colinda con Costa Rica.
Torrijos, de 60 años e hijo del general y caudillo Omar Torrijos, se presenta como el candidato de la experiencia y pregona que al final de su gestión, que antecedió a la de Martinelli, dejó en marcha la expansión del canal y un país con superávit.
Torrijos, Lombana y Roux atacan a Mulino y dicen que su triunfo marcaría el regreso de la corrupción y la impunidad. “Dicen que hicieron. Sí, pero lo hicieron robando”, señaló Torrijos. El exmandatario se apartó del Partido Revolucionario Democrático, en el poder, y corre por el Partido Popular.
Lombana, un abogado de 50 años, emergió con fuerza en las elecciones de 2019 y terminó en tercer puesto como independiente. Fundó el Movimiento Otro Camino y recurrió en campaña a una frase del presidente salvadoreño, Nayib Bukele: “La plata alcanza cuando no se la roban”.
Torrijos, Lombana y Roux —un excanciller del gobierno de Martinelli de 59 años— prometen cambiar la Constitución para desmantelar las estructuras que facilitan la corrupción. Los dos últimos planean reducir el tamaño de la Asamblea Nacional, el órgano más cuestionado.
En la calle, se percibe hartazgo por los políticos y los escándalos. “La corrupción hoy en día está mal. La inseguridad, la luz está muy cara, la comida”, dijo Kelly Duarte, vendedora de batidos de frutas de 30 años y madre de tres hijos.
La mujer afirmó que votará por Mulino. “Tiene buenas propuestas. Si Martinelli está allí con él, puede que hayan cambios como cuando él estaba en el poder”.