Migrar dentro de las fronteras, los otros desplazados por la falta de oportunidades en México
Hablar de migración casi siempre lleva a pensar en los que cruzan la frontera hacia Estados Unidos pero, ¿qué hay de quienes dejan todo para empezar de cero en un lugar desconocido dentro del país? Esta es la historia de Esmeralda, parte de la migración interna en México que habló para The Independent en Español con Soledad Villa
Esmeralda Cervantes tiene 31 años, nació en Xalapa. Veracruz, en donde pensaba que viviría todos sus años, pero hoy radica en Cancún, Quintana Roo. Como ella, en los últimos 5 años 21 millones de personas han cambiado de residencia.
“Yo siempre pensé que me iba a hacer viejita en Xalapa, porque yo amaba con todo mi corazón mi ciudad. Todo lo tenía cerca. Mi familia, mis amigos, todo estaba ahí. Sin embargo, el trabajo y el ingreso económico estaban por los suelos. Eso sin mencionar ciertas personas del crimen (mal) organizado entraron a la ciudad y arruinaron todo”, cuenta.
La inseguridad y la violencia en los estados de la República expulsó a más de 262 mil personas, según detalla el estudio Desplazamiento forzado interno en México: del reconocimiento a los desafíos, que publicó la Secretaría de Gobernación.
Según la Cámara de Diputados, en el año 2000, 17,9 millones de personas residían en una entidad federativa distinta a la que nacieron, lo que equivale al 18,5 por ciento de la población nacional. Esta tasa era de 17,2, en 1990; y de 14,5 por ciento, en 1970.
La migración interna suele perderse de vista, sin embargo, “son más de 21 millones de personas las que en los últimos cinco años se han movido de residencia por razones como la familia, el trabajo, la educación y la inseguridad en cuarto lugar”, dijo Enrique Quintana, director editorial de El Financiero.
El estado que recibe más personas de otras entidades es Baja California Sur, Quintana Roo en segundo lugar, Baja California en tercero; Querétaro en cuarto y en quinto lugar Aguascalientes. Por su parte, los estados que más personas expulsan son en el primer puesto Guerrero, seguido por la Ciudad de México, que por décadas fue una de las principales receptoras; Chiapas en el tercer puesto; y Veracruz y Sinaloa en cuarto y quinto lugar respectivamente.
La sombra de la migración estuvo sobre Esmeralda toda su vida
Esmeralda nació cuando su madre tenía 19 años, y dio a luz a cuatrillizas en la Clínica 11 de la Ciudad de Xalapa, el 1 de mayo de 1991. Cuando tenían apenas 3 años, su padre decidió salir del país para probar suerte en Estados Unidos por lo que la madre con cuatro niñas quedó sola para criarlas y sacarlas adelante. No volvieron a saber de él.
Cuando cumplieron 6 años y, a pesar de contar con todo el apoyo de su familia, la madre de Esmeralda tuvo que irse también a Estados Unidos a buscar la forma de ganar mayores ingresos para mantenerlas.
“Una de las cosas más difíciles fue crecer desde los 6 años a los 15 años sin mamá”, recuerda Esmeralda, quien reconoce que siempre tuvo el amor de su abuela materna y de sus tías, aunque nada sustituye la ausencia de su madre.
El deporte fue un soporte y una gran ayuda para Esmeralda y sus hermanas, un refugio para paliar la soledad y la tristeza de no contar con sus padres.
“Viajé a varios lugares representando a Veracruz en hockey de salón”, dice recordando que tuvo una buena infancia y adolescencia, a pesar de las carencias.
Cuando cumplieron 15 años, la madre de Esmeralda volvió de Estados Unidos para pasar tiempo con sus hijas, sin embargo, fue cuando buscó comenzar a valerse por sí misma.
“Yo lo que quería era independencia, quería dejar de ser una carga para mamá. Empecé a trabajar, con su permiso, claro”, recuerda.
Esmeralda consiguió entrar después a la carrera de psicopedagogía en la Universidad Autónoma de Veracruz, en formato abierto pues trabajaba de lunes a sábado, y el domingo lo dedicaba a la universidad. Pero las dificultades económicas y la falta de empleos bien pagados en la ciudad veracruzana, le impidieron terminar sus estudios, a pesar de que llegó al séptimo cuatrimestre.
Cuando se vio desempleada, se encontró con opciones que pagaban alrededor de 800 pesos semanales, alrededor de 40 dólares. Tras un mes sin trabajo, la desesperación la obligó a salir de su estado con ayuda de una de sus hermanas que al momento laboraba como policía en uno de los destinos turísticos de México.
“Tienes un mes para generar un poco de dinero y no llegar con las manos vacías aquí a Cancún”, le dijo su hermana cuando le comunicó que ya le había comprado su boleto de avión.
En menos de un mes Esmeralda cuenta que consiguió empleo en uno de los mejores hoteles de Cancún, aunque hoy también trabaja manejando un taxi de aplicación cuando sale de su turno.
“Migrar fue una de las cosas más difíciles porque yo tenía todo ahí, mi casa, mis cosas, mi carrera, mis amigos, mi familia principalmente. Tener que dejarlo todo y empezar de cero en un lugar que no conocía fue de los golpes más difíciles, una sacudida que jamás pensé experimentar”
Esmeralda reconoce que Cancún es una ciudad noble para los que van a trabajar, en donde las oportunidades no faltan y le permitieron comenzar de nuevo y demostrarse a sí misma que podía superar todos los obstáculos.
Hoy dice estar en una zona de total tranquilidad, tras trabajar los últimos 5 años en la misma empresa, hace algo que le gusta y tiene la posibilidad de conocer gente nueva todos los días de diferentes partes del país y del mundo.
“Cuando llega gente de Veracruz mi corazón se estremece”, dice con emoción asegurando que es su familia y sus tradiciones lo que la mantiene unida a su lugar de origen.
Con metas y ambiciones en mente, Esmeralda tiene claro que lo importante es vivir el hoy, ayudar cuando se pueda. En sus planes está tener familia tras lograr sus metas personales, aunque lo que suceda lo deja al destino.