Los mamuts lanudos están por regresar, ¿deberíamos comerlos?
Una empresa de Texas está utilizando la ingeniería genética para revivir al más emblemático de los animales extintos; pero el posible regreso del mamut lanudo suscita una serie de cuestiones éticas, dice Tom Ough; a saber: ¿qué supermercado será el primero en abastecerse de su carne?
¿Qué bestia peluda, llegada por fin su hora, se desliza hacia un laboratorio para nacer?
Hace unos 3.900 años, en Siberia continental, el último mamut lanudo conocido expiró su último aliento. Desde entonces, el ser humano solo ha conocido a los mamuts a través de sus restos: huesos dispersos y un pequeño número de cadáveres congelados, con todo y los andrajosos restos de su pelaje. Estos restos han provocado durante siglos nuestra curiosidad, una curiosidad que podría ser saciada algún día. Colossal Biosciences, una empresa emergente con sede en Texas, está utilizando la ingeniería genética en su intento de devolver la vida a la especie.
“El mamut lanudo era el guardián de un planeta más saludable”, dice la empresa. Con el ADN recuperado del mamut, Colossal modificará genéticamente a los elefantes asiáticos, el primo más cercano de la especie. Si sus planes tienen éxito, producirá un mamut lanudo (o una réplica lo más parecida posible) dentro de seis años. Este año, la empresa ha conseguido US$75 millones de parte de los inversores.
De esta manera, unos 3.906 años después de que creyera habernos dejado atrás, el mamut lanudo podría reencontrarse con el ser humano, una especie que nunca ha visto un gran mamífero sin gustar de la idea de comérselo. Su extinción no fue únicamente responsabilidad nuestra, pues el fin de la era glacial redujo en gran medida el tamaño de su hábitat potencial, pero, como sostienen algunos paleontólogos, la prehistoria está plagada de cadáveres de megafauna que nos hemos comido hasta la extinción. Perezosos gigantes, armadillos gigantes, lobos gigantes... quienquiera que hubiera podido protagonizar la serie Planet Earth en aquella época habría tenido que estar alerta.
Dados los aparentes avances en el campo de la reconstitución del mamut, podríamos responder a la pregunta obvia: ¿deberíamos comerlos? Colossal no ha hecho ninguna mención a esta cuestión, sino que se ha centrado en los beneficios medioambientales de la restauración del mamut: el pesado andar del animal engrosa el permafrost, o la capa permanentemente congelada de suelo, grava y arena bajo la superficie de la Tierra, evitando que se derrita y libere gases de efecto invernadero. “Si el ecosistema de la estepa del mamut pudiera revivir”, argumenta la empresa, “podría ayudar a invertir el rápido calentamiento del clima y, lo que es más urgente, proteger el permafrost del Ártico, uno de los mayores depósitos de carbono del mundo”.
Aun así, uno se pregunta si la gente se sentirá tentada a probarlo, como hicieron sus antepasados. Tendremos que decidir en algún momento si nosotros también queremos comer mamuts lanudos, y de hecho cualquier otra especie que decidamos resucitar. ¿Comerías esa carne?
Holly Whitelaw, directora de Regenerative Food and Farming, dice que estaría dispuesta a hacerlo. “Comería cualquier animal que fuera pastoreado de forma holística”, dice Whitelaw. Los animales itinerantes, dice, son saludables para el suelo; distribuyen las semillas y los microbios mientras deambulan. Cuanto más sano sea el suelo del Ártico, más pastizales soportará y más carbono se eliminará de la atmósfera. “Es como traer de vuelta a los lobos”, dice Whitelaw. “Consigues que todo ese nivel del sistema vuelva a funcionar mejor”.
Victoria Herridge, paleontóloga del Museo de Historia Natural y experta en mamuts lanudos, ha pedido tener precaución. Al llevar a cabo este tipo de proyectos medioambientales, la doctora Herridge declaró para The Telegraph que “se está llevando a cabo un experimento de bioingeniería que, si se cumple el objetivo, creará un cambio a escala global. Se convierte en una cuestión de: ¿quién puede manipular el sistema climático del planeta?”.
En declaraciones para The Independent, Herridge expresó su preocupación por la procedencia de estos mamuts. “Tengo un problema con todo lo que tenga que ver con las madres de sustitutas”, afirma. Los mamuts modificados genéticamente se gestarán en el interior de elefantes asiáticos, con el consiguiente riesgo médico y de dolor.
Estas son objeciones al proyecto en sí, más que a la idea de comer carne de mamut como una consecuencia posterior. Herridge ve este escenario como poco probable, pero plantea un escenario hipotético en el que se plantearía comer carne de mamut. “Piensa en los próximos 100 años. Imagina que Siberia no es una ciénaga, que hay un lugar para que los elefantes lanudos deambulen, que no están vadeando un pantano infestado de mosquitos. Digamos que han conseguido criar 20.000 elefantes lanudos en este punto. Han vagado hasta Banff y están causando estragos, y para mantener esa población han tenido que hacer una matanza anual. ¿Lo rechazaría yo? No. Pero hay muchas advertencias”.
Whitelaw afirma que el mamut criado en pastizales tendría una buena proporción de grasas omega:3 y omega:6, lo que lo convierte en una buena opción alimenticia. Teniendo esto en cuenta, es fácil imaginar que los entusiastas de la dieta paleo satisfagan la demanda de los consumidores. Sin embargo, Herridge se muestra de nuevo escéptica. “La idea de que se puede tener una dieta que se remonta a esta forma antigua es realmente problemática”, dice. “Hay una idea ingenua de que existe un Edén perdido. Nuestra visión de él no se basa más que en ilusiones y estereotipos”.
Hay otras maneras de enfocar esta cuestión. Pensadores como Brian Tomasik, autor del blog Essays on Reducing Suffering [Ensayos sobre la reducción del sufrimiento], sostienen que si vamos a comer animales, “generalmente es mejor comer los más grandes para obtener más carne por cada vida horrible y muerte dolorosa. Por ejemplo, una res para consumo de carne produce más de 100 veces más carne por animal que un pollo, por lo que pasar de comer solo pollo a solo carne de res reduciría el número de animales de granja sacrificados en más de un 99 por ciento”.
En cuanto a la cuestión de comer mamuts lanudos, Tomasik afirma: “Un mamut lanudo pesaría aproximadamente 10 veces más que una res para consumo de carne, por lo que comer mamuts en lugar de animales más pequeños reduciría aún más el número de muertes de animales”.
También hay que tener en cuenta la forma de morir del mamut. “Si la muerte por caza sería mejor o peor que una muerte natural en su hábitat”, dice Tomasik, “depende de cuánto tiempo tardaría el mamut en morir después de recibir un disparo, y de lo dolorosa que fuera la herida de bala hasta el momento de la muerte”. Los ciervos salvajes, dice, pueden tardar entre 30 y 60 minutos en morir tras recibir un disparo en los pulmones o el corazón. Sus cerebros se consideran un objetivo demasiado pequeño, aunque eso podría ser diferente para los mamuts.
Hay muchas consideraciones que interfieren entre sí. Aunque el rejuvenecimiento de las praderas árticas sería probablemente bueno para el clima, también podría implicar un mayor número de animales salvajes. Tomasik lo considera una mala noticia. “Casi todos los animales salvajes son invertebrados o pequeños vertebrados que producen un gran número de crías, la mayoría de las cuales mueren dolorosamente poco después de nacer”.
Una oposición más tajante a la idea proviene de Elisa Allen, vicepresidenta de programas de PETA. Ella argumenta que deberíamos centrarnos en la protección de las especies existentes, cuyos hábitats están desapareciendo rápidamente, en lugar de resucitar especies cuyos hábitats ya se han perdido. Afirma: “Si algo distingue a los humanos del resto del reino animal, es el deseo egoísta de comerse a los demás animales cuando no es necesario”. Allen afirma que “el futuro de la industria cárnica está en la carne cultivada en laboratorio o impresa en 3D”.
Jacy Reese Anthis, cofundador del Sentience Institute, considera que la aplicación de esta tecnología a los mamuts lanudos es éticamente preferible a cazarlos. “Uno de los retos más urgentes de la humanidad para el siglo XXI es acabar con la industria poco ética e insostenible de la ganadería industrial”, afirma. “La carne cultivada es uno de los sustitutos más prometedores, así que si la carne de mamut es lo que entusiasma a la gente, entonces me entusiasma. Sería un gran despilfarro criar y cultivar mamuts vivos cuando podríamos cultivar tejido cárnico de forma sostenible en biorreactores”.
Así se evitaría lo que Anthis considera un error inherente a matar, para nuestro propio placer, a una criatura que puede pensar y sentir. Él está completamente a favor de la tecnología, dice, pero subraya que es importante “mantener los límites del respeto y la integridad corporal de los seres sensibles”. Uno de los límites más fructíferos ha sido el derecho a no ser poseído y explotado en beneficio de otro. Esto se aplica a los seres humanos, pero cada vez más lo reconocemos para los animales, y es un pilar crucial en la administración responsable de esas criaturas que son nuestros semejantes.
“Sería una gran tragedia que extendiéramos nuestro brazo tecnológico hacia el Pleistoceno y trajéramos a estos majestuosos individuos a nuestra época solo para utilizarlos y explotarlos en nuestro propio beneficio”.
Para nuestros antepasados, que construían edificios con los huesos de los mamuts, esta cuestión no habría sido ni la mitad de peliaguda. Pero imaginemos un plato a base de mamut derivado no de la cacería, sino de un biorreactor. ¿Qué sabor tendría? Whitelaw tiene una idea. “Creo que será algo parecido a la carne de cerdo. Tendrás que cocinarla a fuego lento para que la grasa se reduzca y la carne se cocine. O tal vez podrías prepararla de manera crujiente”.
Sin embargo, cuidado con ese pelaje.