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¿Qué nos enseña la muerte de Aaron Carter sobre nuestra relación con el luto y las celebridades?

Cuando Aaron Carter, estrella del pop de los 90, murió el fin de semana pasado, muchos buscaron palabras de sabiduría de parte de sus exparejas famosas, Hilary Duff y Lindsay Lohan; pero las exigieron cuando no las recibieron de inmediato. Eloise Hendy pregunta si las redes sociales alteraron para siempre la forma en que vivimos el duelo

Viernes, 11 de noviembre de 2022 16:25 EST
Hilary Duff, Lindsay Lohan y su ex en común Aaron Carter, fallecido el 5 de noviembre a los 34 años
Hilary Duff, Lindsay Lohan y su ex en común Aaron Carter, fallecido el 5 de noviembre a los 34 años (Getty/iStock)

Si hay algo que los tabloides, las columnas de chismes y las fábricas de rumores de Internet disfrutan más que un triángulo amoroso de celebridades, es un triángulo amoroso que termina en tragedia. Agrega una dosis de nostalgia de los 2000 a la mezcla y obtienes la receta para la tormenta mediática perfecta. Así que probablemente no debió haber sido una sorpresa que la muerte aún inexplicable de la estrella del pop de finales de los noventa Aaron Carter abriera las compuertas a un tsunami de titulares, muchos de los cuales arrastraron a otros dos íconos del Y2K al tumulto. Era el rompecorazones adolescente problemático por excelencia, el prototipo de Bieber. Famoso a los nueve años. Un artista multiplatino antes de llegar a la pubertad. Y, en su edad adulta, la encarnación viviente de las muchas formas en que la combinación de esos dos hechos pueden descarrilar la capacidad de una persona para tener algo que se parezca a una vida normal. Sin embargo, para muchos millennials, lo más probable es que siempre sea conocido como uno de los integrantes del máximo triángulo amoroso adolescente. Durante un periodo relativamente breve entre 2002 y 2003, Carter estuvo saliendo de forma simultánea con Hilary Duff de la era de Lizzie McGuire y una Lindsay Lohan anterior a Mean Girls.

Apuesto a que sé lo que estás pensando. “Ojalá supiera exactamente cómo ambas mujeres están lidiando con el duelo por su novio adolescente”, ¿verdad? Bueno, si ese es el caso, entonces estás de suerte, porque tanto Duff como Lohan, según los titulares de todo el mundo, “reaccionaron”, “rindieron homenaje” y desde entonces “hablaron” sobre la muerte de Carter. “Para Aaron”, escribió Duff en una publicación de Instagram el domingo, “lamento que la vida haya sido tan difícil para ti y que hayas tenido que luchar frente a todo el mundo. Tenías un encanto que era efervescente... chico, mi yo adolescente te amaba profundamente”. Firmó la publicación con “le mando amor a la familia [de Carter] en este momento. Descansa tranquilo”. Al día siguiente, Lohan dijo algo similar en un par de entrevistas. Al hablar con Access Hollywood, Lohan recordó cómo compartió muchos recuerdos con Carter cuando era “tan joven”, pero aclaró que había pasado “mucho tiempo” desde que hablaron por última vez. “Mi corazón acompaña a su familia y que descanse en paz”, dijo Lohan en otra conversación con Entertainment Tonight. “Dios lo bendiga”, continuó, profesando que había “mucho amor”.

¿Cuáles fueron las respuestas a estos dulces gestos hacia la familia y la memoria de un hombre al que ambas mujeres estaban unidas antes de que cualquiera de ellas cumpliera 16 años? ¿Alentadoras y totalmente normales? Pues, no del todo. Ambas mujeres hicieron sus declaraciones con menos de 24 horas de diferencia entre una y otra, pero para los usuarios de las redes sociales obsesionados con las celebridades, eso es una eternidad. Si bien los comentaristas rápido elogiaron la publicación de Duff, y uno incluso escribió: “Esperaba con ansias tu comentario y no me decepcionaste”, a Lohan la criticaron igual de rápido por seguir publicando su contenido usual que no era de Aaron Carter. Debajo de una publicación sobre cómo disfrutó de su estadía en un hotel de Nueva York, los comentarios empezaron a acumularse. “¿Ningún comentario sobre Aaron?”. “¿Aaron Carter era tu amigo?”. Muchos hicieron referencia directa a la publicación de Duff, posiblemente con la esperanza de reavivar una “pelea” de 20 años entre la pareja. “Hilary tiene mucha más clase, al menos publicó algo”, escribió una persona, mientras que otra sugirió que como “Hilary dejó un comentario para Aaron, pero Lindsay no”, parecía que “Lindsay ya lo superó y no le importa”. No importa que Lohan esté en medio de una gira de prensa para uno de sus primeros largometrajes en una década. O, de hecho, que estaba a solo unas horas de hablar sobre su “amor” por Carter. Al no demostrar sus emociones de forma inmediata por medio de un grid post en Instagram, fue como si no sintiera nada. El mensaje fue claro: en cuanto al duelo, Hilary lo estaba haciendo bien y Lindsay lo estaba haciendo mal.

Entonces, esta es la gran pregunta: ¿las últimas décadas de chismes de celebridades casi permanentes envenenaron nuestros cerebros? ¿Estamos tan acostumbrados a hurgar en la vida íntima de las estrellas que también nos sentimos con derecho a su dolor? ¿Y tiene que ser de forma pública y de preferencia inmediatamente después de que ocurra la tragedia?

Dipti Solanki es una coach y educadora de duelo. Ella cree que la expectativa de que las celebridades “reaccionen” a las noticias trágicas se deriva de una incomodidad cultural más amplia con la muerte. “En general, se puede decir que una gran parte de la sociedad es analfabeta a la hora de procesar el duelo”, explica Solanki. “Parece algo ajeno, aislante y todavía muy tabú”. En la cultura occidental contemporánea en particular, Solanki sugiere que las personas han sido “condicionadas y enseñadas a celebrar los buenos eventos de la vida”. Sin embargo, en el tema de pérdidas, “muchas personas se sienten bastante inseguras”. A medida que la cultura de las celebridades y las redes sociales informan e influyen más en nuestras elecciones, opiniones y acciones, “no sorprende que muchos busquen las reacciones de las celebridades”, sugiere Solanki. “Y que luego quieran utilizarlas como criterio para evaluar y entender sus propios sentimientos. Es casi como si actuaran como un barómetro”.

La especialista en recuperación del duelo, Iman Gatti, parece estar de acuerdo. “No importa cuán universal sea el duelo” —dice— “la mayoría de las personas lo encuentran extremadamente incómodo”. En su profesión, Gatti dice que “todo el tiempo habla con personas en duelo que se preocupan de que lo estén haciendo mal o de que estén reaccionando de forma exagerada”. Es por eso que ella también dice que “nunca se sorprende de lo interesada que está la gente en las reacciones de las celebridades cuando alguien fallece”. Porque, como ella dice, “queremos más pruebas de que nos reflejarán nuestros propios sentimientos” y, por lo tanto, los validarán. Pero, ¿qué pasa cuando esta interacción con los sentimientos de las celebridades se convierte en una vigilancia de cómo y cuándo reaccionan, como en el caso de Lohan?

Es innegable que la llegada de las redes sociales cambió nuestras relaciones con las celebridades y su vida privada. La prensa, que se basaba en gran medida en entrevistas e imágenes de paparazzi para obtener primicias en el auge del triángulo Carter/Duff/Lohan, ahora a menudo se pone al corriente con los canales de redes sociales de las celebridades. Las estrellas pueden contar sus propias historias y compartir aspectos de sus vidas con una inmediatez que hace una década era inimaginable. Sin embargo, parece cada vez más que esta inmediatez está creando un círculo vicioso de suposición y exigencia. La expectativa de que las figuras públicas compartan su vida cotidiana se convierte, como dice Solanki, en “una exigencia para quienes están en el ojo público de compartir abierta e inmediatamente cómo se sienten”.

Entonces, por un lado, las personas pueden buscar a las celebridades para validar sus propios sentimientos confusos y mitigar las preocupaciones de que pueden estar “enfrentando mal el duelo”. Por otro lado, una atención excesiva en esas mismas celebridades puede, de hecho, imponer creencias dañinas sobre cómo el duelo “debería” hacer que alguien se comporte.

Emily Cummin es la fundadora y directora ejecutiva de Untangle, una plataforma comunitaria de duelo que brinda ayuda emocional y práctica a las personas que enfrentan una pérdida. Ella lo explica a detalle: “El duelo es increíblemente personal y todo el mundo vive el duelo de manera diferente”. Al igual que Gatti, dice que ha escuchado “innumerables historias” de miembros de la comunidad de Untangle “a los que les dijeron que ‘no se ven tristes’ o ‘parecen felices ahora, así que deben haber superado el duelo’”. Es este tipo de malentendido simplista pero generalizado sobre el duelo lo que claramente se mostró esta semana. Debido a que Lohan no hizo comentarios de inmediato, muchos asumieron con cinismo que ella “ya lo había superado y no le importa”. Este tipo de “demanda de que las celebridades se comporten de cierta manera después de un duelo no es saludable”, afirma Cummin, porque “aumenta la expectativa de que hay una forma correcta o incorrecta de llorar”.

Hilary Duff y Aaron Carter en el estreno de ‘The Lizzie McGuire Movie’ en 2003
Hilary Duff y Aaron Carter en el estreno de ‘The Lizzie McGuire Movie’ en 2003 (Getty)

En última instancia, la obsesión cultural actual con la representación del duelo se remonta a nuestra incomodidad con sus complicadas circunstancias. Ali Ross, portavoz del Consejo de Psicoterapia del Reino Unido, indica que el duelo sigue siendo un tabú porque “vivimos en una época en la que en gran medida estamos alejados de la muerte y el morir”. En su opinión, la pandemia empeoró esto porque, a pesar de que la muerte y el luto afectaron a muchos, “perdimos el permiso y la capacidad de llorar públicamente en persona durante el confinamiento”. Quizás, entonces, la atención excesiva a las declaraciones públicas de las celebridades no diga mucho sobre nuestras actitudes hacia los ricos y famosos, sino que hable mucho más directamente de un deseo más profundo de que la muerte, el dolor y el luto se discutan y reconozcan de manera más abierta.

“En cuanto a Aaron Carter”, dice Ross, “es un personaje público al que algunos siguieron, que los transporta a una época nostálgica, les recuerda el paso del tiempo, su envejecimiento, la mortalidad, pero también, en su caso en particular, encarna la tragedia potencial de estar en el ojo público”. Como él dice, “esto es mucho para procesar”.

Sin embargo, sería otra tragedia si, al tratar de procesar sentimientos complicados sobre la muerte de Carter, la gente infligiera presión y daño a otras figuras en el ojo público. En concreto gente como Lohan, que, como escribió Duff de Carter, también ha tenido que “luchar frente a todo el mundo”. Seguramente cualquiera que haya seguido los altibajos altamente publicitados de ambos lo sabrá. Ahora, tras la prematura muerte de Carter, sería bueno pensar que podríamos aprender algo.

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