El secreto del éxito de Taylor Swift está en sus canciones, analiza un musicólogo
Taylor Swift se ha consolidado como una cantautora moderna cuyo éxito y fama no tienen igual. Aquí te contamos por qué
En 2023, Forbes publicó un artículo sobre Taylor Swift que incluía una estadística sorprendente: el 55 % de los adultos en Estados Unidos se identifica como fan de la cantante.
Después de su reciente y épica gira mundial —que reunió a 10 millones de asistentes y le generó miles de millones de dólares—, Swift se ha consolidado como una cantautora moderna cuyo éxito y fama no tienen comparación.
En el mismo artículo se señala que el 73 % de los encuestados aseguró que “la música de Swift es una fuerza impulsora de su apoyo hacia ella”. Sin embargo, gran parte del discurso que rodea a Taylor Swift en la prensa, en el ámbito académico y en Internet parece centrarse en todo, menos en sus canciones.
En lugar de un análisis crítico de su obra musical, se le atribuye la capacidad de crear su propio ecosistema económico en cada lugar que visita, se le elogia como una empresaria astuta y poderosa, se le presenta como un ícono feminista que inspira y empodera, o se le califica como la artista por excelencia.

En este momento, Swift se encuentra en la cima de la cultura moderna de las celebridades. Irónicamente, esto dificulta relacionarse con ella como músico, que es la base misma de su fama.
Como musicólogo, crítico musical y músico que estudia y enseña música popular, existen formas de analizar el significado musical de las canciones pop. Después de todo, ¿no fue la música lo que atrajo al público hacia Swift en primer lugar?
Taylor Swift como objeto de estudio
Swift recibe cada vez más atención en el mundo académico. Varias universidades ofrecen cursos dedicados a ella, aunque no siempre enfocados en su música como tal. En muchos casos, estos programas adoptan un enfoque literario de sus canciones, un análisis sociológico amplio de su figura como fenómeno de la cultura pop o destacan su modelo de negocio.
En su libro There’s Nothing Like This, Kevin Evers, editor en jefe de Harvard Business Review, describe a Swift como un “genio estratégico”. Examina cómo identifica y aprovecha mercados sin explotar, realiza giros creativos y de marketing en momentos clave, y protege su imagen de cantautora auténtica y autodidacta.
En su análisis, Evers se concentra en aspectos no musicales al referirse a las canciones de Swift. Afirma que los fans de Swift interpretan sus letras de forma similar al análisis literario de poemas complejos. Según Evers, las canciones de Swift atraen a sus seguidores principalmente porque ofrecen una ventana a su vida personal, sus tribulaciones románticas y sus luchas con la fama.
Por supuesto, la letra es un elemento importante en las canciones pop y, para muchos fans, representa la “temática” de una obra. Sin embargo, una canción pop es, ante todo, un objeto sonoro, no solo un sistema para transmitir palabras.
Análisis del discurso lírico
Las letras de las canciones no son poemas, aunque puedan parecerse a la poesía, como sostiene el musicólogo Dai Griffiths. Él señala que, cuando insistimos en tratar la letra como si fuera poesía, dejamos de lado una comprensión sistemática de cómo funcionan las palabras dentro de las canciones. La ubicación y el sonido de las palabras, así como su relación con la música, constituyen elementos clave en la estructura y el sentido musical de una canción.
Este debate sobre el sentido musical y el significado de las canciones de Swift ha sido, en gran medida, ignorado.

El estudio académico de la música clásica ofrece una amplia variedad de metodologías analíticas; existen formas de examinar el significado musical de las canciones pop sin caer en un análisis excesivo. Entre otros aspectos, se consideran elementos como la forma, la orquestación, la melodía, la armonía y el ritmo.
Una canción crea un espacio: su estructura formal y el ritmo de las frases musicales generan el lugar para las palabras —lo que Griffiths llama “espacio verbal”—, las cuales poseen sus propios ritmos y estructuras. Estas funcionan dentro de ese espacio, pero también ejercen presión sobre sus límites.
Forma y espacio
Tomemos como ejemplo el exitoso sencillo de 2014 de Swift, ‘Shake It Off’, relanzado en 2023 como ‘Shake It Off (Taylor’s Version)’. Aunque la canción alcanzó gran popularidad, recibió críticas por su carácter repetitivo y su falta de profundidad emocional.
‘Shake It Off’ no presenta un contenido lírico extenso: los versos son breves, rematados con rimas simples, y gran parte del espacio sonoro se llena con repeticiones como: “I’m just gonna shake, shake, shake, shake, shake / Shake it off, shake it off”.
En el plano musical, la canción se construye sobre un material muy básico y limitado: tres acordes, un bucle de batería corto y sin variaciones, y una línea de bajo sencilla a cargo de un saxofón barítono.

La letra aborda de forma ligera la respuesta de Swift a la fama y a sus críticos, pero es su densidad silábica la que aporta desarrollo y dinamismo a la canción. Esta densidad aumenta de manera gradual y sistemática a lo largo de los dos primeros versos y el precoro, hasta llegar al coro, donde el espacio se llena casi por completo.
La densidad musical también aumenta en los coros, con una línea de bajo más intensa, voces añadidas y una fanfarria de metales.
Aunque ‘Shake It Off’ resulta repetitiva y presenta poca variedad armónica y melódica, logra un equilibrio sutil gracias a la incorporación de distintos sonidos, texturas y niveles de densidad. Estos elementos impulsan la canción y, de manera importante, ayudan a delimitar sus secciones formales.
Estos detalles de composición y producción contribuyen al significado general de la canción. Sin embargo, también resulta importante la manera en que las palabras participan en el desarrollo de la canción como música, así como en la creación y configuración del espacio musical. La esencia de la letra enfatiza el desapego de Swift frente a los chismes y las críticas: “I never miss a beat / I’m lightnin’ on my feet” (Nunca pierdo el ritmo / Soy como un rayo sobre mis pies) y “But I keep cruisin’ / Can’t stop, won’t stop groovin’” (Pero sigo avanzando / No puedo parar, no voy a dejar de moverme).

Estas letras se refuerzan con el impulso musical de la canción, creado por el aumento gradual de la densidad en el texto y la música. Aun con este incremento, la canción conserva un carácter ligero, lo que acentúa las afirmaciones líricas de desapego y distancia frente a la negatividad.
El coro, en contraste, con su bajo profundamente resonante, las capas de voces de fondo y los metales añadidos, constituye la parte más intensa de la canción: este refuerzo sonoro respalda la afirmación contundente de Swift de que logrará “sacudirse” las mentiras y los chismes que la persiguen como estrella del pop.
La fórmula del éxito de Taylor Swift
Reunir información musical sobre las canciones de Swift no es una actividad abstracta o meramente intelectual: es información esencial si queremos comprender mejor a la artista y su éxito en términos de composición.
No planteo aquí un argumento a favor o en contra de la música de Swift. No soy “Swiftie” ni detractor. Tampoco he ofrecido un análisis exhaustivo o definitivo de una canción en este breve artículo.
Sin embargo, considero que debemos sentir curiosidad y entender mejor el éxito de Swift, en especial la popularidad que su música tiene entre distintas generaciones y grupos demográficos. Comprender cómo se construyen realmente sus canciones —cómo funcionan como música, en conjunto con las palabras, para contar historias— es una parte fundamental de ese entendimiento.
Alexander Carpenter es catedrático de Musicología en la Universidad de Alberta.
Este artículo se publicó originalmente en The Conversation y se distribuye bajo licencia Creative Commons. Lee el artículo original.
Traducción de Leticia Zampedri